-Ellas son quiénes vienen a mí, debo ser generosa, ¿no recuerdas? Tú mismo me lo enseñaste.

Suspiró y negó. Mi padre podía ser un hijo de puta, pero yo lo era aún más que él. Había hecho muchas cosas que le hacían dar ganas de ahorcarme, pero simplemente no podía. Sonreí divertida y seguimos el transcurso del viaje.

-Me quedaré aquí, vean ustedes que hacen.

Sin más, salió.

Dinah me miró y espero mi siguiente movimiento.

-¿Quieres ir a alguna fiesta...?

-Debo cuidar de Camila, ¿recuerdas?

-¿La desquiciada? Dale un poco de espacio.

Giró los ojos.

-Si se lo doy, seguro muere o se escapa. ¿No quieres ser una héroe y encontrar a ese mafioso?

-Estoy empezando a desistir, me aburre. Me haz prohibido ir a las carreras.

-Porque te pueden reconocer, Lauren. Podrías morir.

Hice mala cara y me deje caer contra el respaldar del asiento. Dinah le dio la ruta al conductor y nos llevó al hotel donde nos estábamos hospedando. Me crucé de brazos en protesta.

-Ni carreras, ni fiesta, ni sexo... Moriré.

-Dramática.

-Lo dice quien tiene pareja y puede tener sexo cada vez que quiera.

-Amar a otra persona no solo es sexo, Lauren.

-¿Cómo qué no?

-Es necesario y elemental, sí, pero no es la base de una relación.

-¿Entonces si tengo pareja no puedo tener sexo con ella cada vez que quiera?

-¿Haz pensado en tener pareja, Lauren?

-De pequeña siempre quise. ¿Ahora? No he hallado a nadie que me dé ganas de tener una relación.

-Eso es innovador, chica no monógama.

-¡No te burles!

Rió y se acercó a mí.

-Si es destino que la tengas, la encontrarás y no podrás hacer nada para detenerlo. Y, respondiendo a la otra pregunta: todo depende de tu relación con tu pareja.

-Si la tengo, quiero una pareja que le guste el sexo como a mí.

Dinah hizo mala cara antes de alejarse ligeramente.

-A veces me preguntó como podemos seguir estando juntas. Somos tan diferentes.

-Habríamos podido hacer un trío, Dinah...

-¿Qué? Deja de decir eso. No quisiera estar contigo en la misma habitación.

-Oh, Dinah. No sabes de lo que te pierdes.

-¡Shhh, calla! Ni siquiera quiero pensar en ello.

Sonreí. ¿Había dicho que amaba molestarla?

-Como me tendrás encerrada con la desquiciada, deberás encontrar algún método de mantenerme entretenida.

-Se sigue llamando Camila. Y, no es mi responsabilidad mantenerte entretenida.

-Sí, lo debes. Te lo ordeno como Jauregui.

-¡Huy, mira como tiemblo!

Fingió tener temblor en su mano.

-Que poco respeto me tienes.

MonógamaWhere stories live. Discover now