-¿Qué has pedido?

-El desayuno y a seguridad.

-¿Seguridad? ¿Para qué?

-¿No es obvio? Para que saqué a esa tipa del sofá.

-Lauren, ¿quién intento aprovecharse de quién?

Arqué una ceja.

-Ella quería.

-¡Eso es mentira!

Ella grito desde la sala.

Desquiciada.

-Se le notaba en los ojos.

-¡Lo único que pudiste notar eran mis ganas de vomitar!

-Es la etapa de negación. Las mujeres son tan complicadas, Dinah. Sabes, te daría permiso de no ser monógama con una mujer si me lo pides.

Mi compañía giró sus ojos y negó lentamente. Sonreí apenas antes de seguir tomando agua. Necesitaba mucha agua justo ahora.

-No puedes echarla, tú me haz hecho traerla.

-Estaba ebria, Jane, pensé que no me tomarías en serio.

Me miró mal y luego habló.

-Desayunaremos todas juntas y listo. Cancelaré a los de seguridad.

-¿Qué? No. Esa mujer es una bandera roja. Es una desquiciada.

-¡Deja de llamarme así!

-¿Viste? Grita sin razón alguna.

Dinah intentó respirar hondo. Sonreí angelicalmente, sabía que ella no podía resistirse a mi encanto. Yo era muy buena controlando a las personas a mi alrededor.

Tomó mi mano y casi me empujó para que me sentará en la barra, desapareció hacia la sala y volvió con la desquiciada. Le miré mal y ella a mí.

El timbre de la puerta sonó y Dinah fue a buscar el desayuno. Empecé a comer sin importarme menos a la otra mujer frente a mí. Dinah se encargó de servirle y hacerla sentir bien. Se podía ir al infierno si por mí fuera. Debía dar gracias a que seguía con vida.

-Debemos volver a Miami hoy por la tarde- informa, Dinah.

-Para tu buena suerte, no iré. Tengo otras cosas que atender.

-¿Cosas? ¿Qué cosas?

-No te incluye a ti, Jane.

Podía sentir su mirada pesada en mí, pero le ignoraba. No quería discutir con otra persona presente. Eso dejaría mal parado nuestro futuro gobierno. Debíamos parecer como las personas más felices e unidas.

-¿Sigues en esas carreras ilegales, Lauren? Si tu padre se enterará estarías en graves problemas.

-Quiero llegar al fondo del organizador. Si logro dar con él, todo se acaba.

-Excusas. Solo debes mostrarte y créeme que ese hombre caería rendido a tus pies.

-No es fácil.

La escuché bufar con fuerza. La desquiciada aclaró su garganta al lado de Dinah, desvíe mi mirada hacia ella. Parecía un poco incómoda.

-¿Qué? ¿Tú sabes algo de lo que hablamos?- pregunté de manera poco cortés hacia ella.

-Tal vez.

Dinah al igual que yo, la miramos.

-¿Cómo qué "tal vez"?

-Cuando vives en las calles es fácil enterarse de esas cosas. El organizador es mi padre.

-¿Tu padre?

Ella asintió lentamente. Comía muy poco y ayer sentí su cuerpo demasiado delgado para una chica de su edad.

-¿Cuántos años tienes y por qué tus padres te regalaron?

Se removió incómoda antes de seguir comiendo y callar. Apreté mi mandíbula y esperé un momento hasta que noté que no diría nada. Estrellé mi mano abierta contra la barrera de granito haciendo que temblará por el sonido sordo.

-Te he hecho una pregunta.

-Lauren, tranquila. La estás asustando.

-Que responda a mis preguntas, entonces.

Su mirada, café, se levantó de su plato y la puso en mí. Parecía muy asustada, pero aún así respondió.

-Tengo diesciete y me echaron de casa porque no quería seguir manteniendo el legado de las carreras ilegales.

¿Diesciete? Parecía casi de mi edad a simple vista, pero cuando la tocabas notaba que parecía una niña. Aún así, pensé que tendría mayoría de edad. ¿Casi me meto con una menor? Jamás había hecho eso. No desde que soy mayor.

-¿Por qué no querías?

-No solo es carreras ilegales. Es droga, tráfico de mujeres y muertes sin razón alguna. No quería seguir ese legado de muerte.

Miré a Dinah y ella me miró a mí. Así que esto era más profundo de lo que parecía. Todo cobraba sentido.

-¿Cuál es su nombre?

-Alejandro Cabello. Es un fantasma para ustedes, pero no para los demás.

-Quiero que me lleves a él.

Ella negó lentamente.

-No es sencillo. Tiene a muchos de su lado, es peligroso y no les tiene miedo a ustedes.

-Todos me tienen miedo, desquiciada.

Me puse de pies y busqué alguna chaqueta. Necesitaba salir y fumar.

-Camila.

Fruncí el ceño y la miré.

-¿Qué?

-Mi nombre es Camila.

Sonreí sin gracia.

-No me importa.

Y salí.








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Nota de la autora:

Una segunda actualización gracias al cumpleaños de Camila, el día de ayer.

Díganme, ¿qué esperan de Camila en esto próximos capítulos?

¿Sospechan algo?

Comenten.

Sin más que decir.

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