5. Chicles de menta

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Mi mochila empieza a llenarse y a pesar, no contaba con que no habrían carritos de la compra, tendría que haberme llevado otra mochila para meter más cosas en ella.

Solo nos quedan dos pasillos, y elijo ir primero al de las legumbres y pasta. Como es de esperar prácticamente todo vacío... pero pude encontrar unos fideos, unos sobres para sopa instantánea y un paquete de tallarines.
Encontré también unas latas de alubias de marca blanca, en total 5 botes, venían con su salsa solo hay que calentarlas así que que viene genial porque no tengo muchos ingredientes.
En el apartado de las salsas encontré salsa de soja, salsa rosa, mayonesa y tomate frito. También encontré especias como pimentón, tomillo, pimienta blanca, ajo y eneldo.

Cuando termine de coger todo lo que podía me dirigí al último pasillo, el de los congelados.
Lo primero que vi fue una cosa roja al lado de uno de los congeladores, era una cesta de la compra de mano. No podía venirme mejor, la mochila estaba a rebosar, las cosas ya no había dónde meterlas.
Así que comencé a recolocar lo que tenía en el interior de la mochila y repartirlo con la cesta.

Puedo decir que tuve mucha suerte, además en este último pasillo también encontré algunas joyas en el apocalipsis.

Empecé a rebuscar entre los congeladores.
Por suerte quedaba un poco de hielo que seguía conservando los alimentos que quedaban en el interior. Encontré varios filetes de pescado, y algo de carne. Quedaban unas cuantas cosas, pero ahí mismo comencé a plantearme si debería cogerlas.
Si ya no había corriente eléctrica y los electrodomésticos no funcionaban, como iba a guardar tantos alimentos sin refrigeración...
Así que solo cogí tres de pescado y tres de carne.
En el otro congelador vi que quedaba un par de pizzas, así que las cogí también. Encontré también verdura variada y coliflor así que cogí uno de cada.
Al salir a lado de la caja se encontraban las bebidas, agua no quedaba pero si encontré refresco de limón y de naranja. Además quedaban zumos de melocotón y bebidas energéticas.
Llené cuanto pude la mochila y la cesta de estas bebidas y me fui hacia la salida.

Cuando iba a salir me dije en que al lado de la caja para pagar, habían pilas. Quedaban bastantes paquetes, los cogí todos, también habían chicles de menta y de fresa.
No quiero parecer avariciosa y egoísta, pero he de ser sincera, cogí todos los chicles también. Me da vergüenza reconocerlo, pero en mi mente se encendió una bombilla con una idea.

Si la comida se me acaba, puedo matar la ansiedad comiendo chicles y engañando a mi cuerpo. Es perfecto, así que como la cesta estaba llena y la mochila también. Decidí guardármelos en los bolsillos de los pantalones y de la chaqueta, puedo presumir que la ropa si la elegí bien, tenia unos amplios bolsillos y conseguí que me entraron todos.

Ahora si me dirijo a la puerta para salir, pero antes echo un último vistazo del supermercado.
El mayor supermercado de toda mi ciudad, prácticamente vacío y completamente destrozado.
Que triste imagen, que pena todo.

Cuando los zombis llegan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora