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Debido al último evento donde Jimin recuperó uno de sus recuerdos pasados, le costaba un poco más de trabajo expresar sus inquietudes frente a Jungkook. En un comienzo se pensó que eran la pareja perfecta, por ende no le importaba molestar a su novio cuando lo veía un poco malhumorado, creía que jamás pelearían, que era paciente y cariñoso. Ahora temía hacerlo enfadar, no estaba en un estado emocional donde pudiese escuchar tantas cosas hirientes dirigidas a su persona, prefería mantener el silencio en casa y únicamente decir cosas buenas que no dejaran aberturas a una discusión.

Jimin dejó de acompañar a Jungkook en sus extrañas salidas que jamás terminaba de explicar, aunque Jungkook comenzó a acompañarle por más tiempo. Se quedaba a su lado gran parte de la semana, le ayudaba a cocinar y a limpiar, hacía lo mejor que podía, aunque actuaba con cierta torpeza y siempre terminaba pidiendo disculpas por sus errores.

Esa semana en particular no había dejado de llover, se quedaron en casa mirando películas, cocinando con las cosas que había en la nevera. A pesar de que Jungkook no salía de casa, le llamaban constantemente y se la pasaba respondiendo mensajes que parecían ponerle de mal humor.

Jimin se divertía cocinando, era una habilidad que brotó como su respiración, no tenía idea de la mayoría de las cosas, pero mientras le echaba un vistazo a las recetas, la familiaridad que le embargó le permitió avanzar rápido en su cocina. Preparaba cosas espectaculares, su instinto, que suponía eran recuerdos dormidos del pasado, le hacía elegir los mejores ingredientes para cada platillo.

— ¿Qué estás haciendo? — Preguntó Jungkook tirándose sobre el mesón de cocina. Llevaba una sudadera, estaba usando la capucha para ocultar su desordenada cabellera.

Con todos los ingredientes listos, Jimin había comenzado con la preparación de la cena. Se prohibió el escuchar música, temía oír algo y desencadenar una nueva pendiente de recuerdos. Se distraía tarareando melodías que él mismo había creado, captando trozos de conversiones que tenían los personajes en la televisión.

— Bibimbap, aunque mañana voy a salir al supermercado, nos faltan muchas cosas. — Le contestó con una sonrisa en el rostro, Jimin tampoco se había molestado en peinarse, llevaba la ropa vieja que utilizaba como pijama y unas ojeras marcadas después de pasar noches enteras pensando en qué demonios había recordado en la tienda de conveniencia.

Jungkook bostezó, estaba mirando los mensajes en su celular y la curiosidad embargaba a Jimin, teniendo inmensas ganas de quitarle el teléfono y leer todos esos mensajes que le tenían tan preocupado.

— Te acompaño, mañana no tengo nada que hacer. — Lo tranquilo que lucía Jungkook era un contraste inmenso con el oscuro recuerdo de la noche en la gasolinera. Jimin intentó enfocarse en el platillo, quería olvidarse de lo recordado, por irónico que se escuchara.

— ¿Estás seguro? Porque no me importa ir solo. Desde que salí del hospital me acompañas a todos lados, debes de estar cansado.

— No me canso, no seas bobo, me la paso bien contigo.

La sonrisa en el rostro de Jungkook era genuina, así que Jimin se quedó tranquilo. Probablemente, el recuerdo de la noche en la gasolinera fue una discusión al azar, donde ambos soltaron una cantidad de insultos innumerables debido a la rabia que sintieron en el momento. Esperaba que sólo fuera eso, se aferró a ese pensamiento.

Jungkook arregló su capucha, echándole el último vistazo a la televisión antes de ponerse en pie. Jimin no le estaba prestando atención, por algún motivo quería despertar el interés en él, pero eso no sucedería mientras se concentrara en cocinar la cena para ambos. Caminó como un felino rodeando el mesón, acarició la superficie con sus manos llenas de cicatrices, su mirada fija en la delicada figura de Jimin. Era lindo, le parecía adorable con esa vestimenta y todo su pelo desordenado.

MEMORIA DISTANTE メモリ KOOKMINWhere stories live. Discover now