Cierro los ojos. La sonrisa de mi jefe llega a mi mente, y por estúpido de suene, me ayuda a olvidar cualquier pensamiento negativo y sólo me concentro en lo que se viene.

—¡Lo encontré! —Salto en mi lugar por el grito de Verónica—. Es hermoso, este es el vestido indicado. —Me lo muestra emocionada.

Me pongo de pie con lentitud hasta tener la tela entre las manos. Lo observo detenidamente, y me encanta totalmente. Ni siquiera me acordaba que tenía este vestido, estoy segura que el color celeste me hará resaltar.

—Me encanta —sonrío, con emoción—. Tienes razón, es el mejor.

—Entonces... ¡Manos a la obra! —Da algunos aplausos al aire como si esto fuera lo más importante.

Me toma media hora estar lista, y todo gracias a que no me hice un gran peinado, ni tampoco me he maquillado demasiado. No porque vaya a tener una cita significa que me haré un gran cambio, siempre seguiré siendo yo, sin importar qué.

Sonrío, con nostálgia, y me giro mientras me observo al espejo. No lo voy a negar, esta noche me siento muy  hermosa, y eso debe de ser bueno ¿no?

—Estás hermosa... —Verónica se lleva las manos a la boca—. Solo deseo que todo salga estupendo. —Me da un pequeño abrazo desde atrás.

—Yo también deseo lo mismo. —Suspiro— ¿Qué hora es? —Me muevo buscando el teléfono, y justo me llega una notificación.

Jefe guapo: Estoy abajo...

Abro los ojos sorprendida, y siento las manos temblar que casi dejo caer el teléfono.

—¡Ya está abajo! —chillo. El corazón me late desbocado, y mi respiración está un poco acelerada.

Verónica da algunos saltos como si de una niña pequeña se tratara, llegando hasta mi y tomándome de los hombros con entusiasmo.

—¡Ahhh! ¡Tendrás la cita con tu jefe! Bueno, nuestro jefe —giña.

Suelto una carcajada, niego divertida.

—Por favor reza por mí —murmuro.

—Lo haré, ahora debes de bajar porque tu cita te espera. —Me da leves empujones, y en el proceso tomo el bolso. Ambas bajamos en el ascensor—. Voy a esperar que te vayas para salir, no quiero que me vea —ríe.

Asiento, ya que sería un poco vergonzoso que nos pillara, porque sé que él sabría lo que ella hacía aquí.

Ese hombre es muy inteligente.

—Muchas gracias. —Beso sus mejillas— Nos vemos mañana.

—Claro que sí, me debes de dar los detalles. —Mueve su mano en despedida.

Doy un largo suspiro, ante de abrir la puerta, y salir del hotel. La suave brisa golpea mi rostro, pero no le doy importancia porque la persona a un lado del auto lujoso es mucho más importante.

Me da risa que él me haya dicho que no era nada formal, pero nunca se quita su traje. Lleva uno azul marino, pero sin corbata y los primeros botones de la camisa están abiertos.

Me acerco con lentitud, pero no paso desapercibido como me recorre, y yo solo doy un leve temblor por su intensa mirada.

—Hola... —susurro. Siento mis nervios a flor de piel, y por eso no puedo decir nada más.

Él deja salir una suave risa, y se acerca hasta que podamos estar a solo unos pasos de distancia.

¡Me voy a morir!

—Debemos de trabajar en ese saludo —sonríe. Siento su aliento en mi rostro, pero a los segundos deja un beso en mi mejilla—. Buenas noches, Stacy. Estás bellísima. —murmura.

Todo Lo Que Quiero (#2) Where stories live. Discover now