Cena Romántica

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-Son los resultados de paternidad -dice después de entregarle a su mujer un sobre- si, debí habérmelos hecho cuando me lo pediste. -visiblemente apenado.

-Bueno Esteban es que eres muy necio y no escuchas razones -aliviada y tranquila da un vistazo a la hoja-

-Que te digo, tienes toda la razón -mientras entrelazan sus manos, ambos se sonrien y suspiran al verse por primera vez rendidos al amor después de vencer tantos obstaculos.- Iñaki estuvo en la oficina, hablamos y me parece una buena persona.

-Si. -dice feliz de saber que por fin su esposo comienza a ver con claridad.

-Me alegro de que sean amigos.

-Es una gran amigo, me ha apoyado mucho. Decidió regresar a españa.

-¿A sí? -pregunta sin creerlo y preocupado.

-Si.

-Yo no le dije nada. -dice inmediatamente antes de que su esposa lo acribille.

-Yo lo sé. -responde triquilizando a su esposo y regalándole una sonrisa y una mirada de amor. Mirada que sostienen durante algunos segundos, con el corazón a mil por hora y las emociones a flor de piel.

-Salud. -dice para soltar sus manos y tomar sus copas de vino.

-Bueno, Salud. -chocan sus copas- Por nuestra felicidad al lado de nuestros hijos. -sonríe al saberse por fin junto al amor de su vida.

-Que así sea. -vuelven a chocar sus copas-

-Salud.

-Salud.

Después de beber un sorbo de vino, sin dejar de mirarse, Esteban se pone de pie para poder besar a su esposa, a su mujer, al amor de vida. Lo había deseando hacer desde que Marcia llegó a casa, pero la presencia de Inés, su hermana, no se lo permitió. Marcia lo recibió gustosa, los besos de su marido eran su adicción, y más ahora al sentirlo tan seguro de su amor.

Un beso lleno de sentimientos, un beso lleno de amor y verdad. Un beso tierno pero intenso.

-Te amo Marcia -le dice casi sobre sus labios y sin haber soltado su rostros, el cuál enmarcaba con sus dos manos, aún ambos con los ojos cerrados, inundados de amor.

-Y yo a ti. -responde cuando por fin sus miradas se cruzan para sonreír y darse un corto beso más antes de que Esteban volviera a su silla.

Durante el resto de la romántica cena, compartieron un par de recuerdos que les alegraban el alma. Se tomaban de la mano de vez en cuando, Esteban dejaba pequeños besos en los nudillos de la pelirroja. Sonrisas, miradas y besos que decían más que mil palabras.

Realmente necesitaban esa cena, necesitaban un momento así, en donde solo existieran ellos dos y nadie más. Después de 20 años era la primera vez que compartían un momento tan especial, como los esposos que eran. Parecía que el tiempo nunca había trascurrido, que seguían siendo los mismo de años atrás, cuando vivían felices sin conflictos.

-¿Quieres más vino? -pregunta al ver que la pelirroja había terminado su copa.

-No, no, gracias. Creo que he tomando más de la cuenta. -sonríe y achica los ojos.

-Es que el momento lo amerita. ¿O no? -cuestiona mientra vuelve a tomar su mano para besale los nudillos sin dejar de mirarla.

La pelirroja asiente sin dejar de sonreírle a ese hombre que le robaba el aliento con cada gesto.

-Bueno, yo creo que ya es hora de irnos a descansar. -dice Marcia unos segundos después.

-Si, vamos. -se levanta rápidamente para ayudarla con silla como todo un caballero.

LM + | ONE SHOTWhere stories live. Discover now