11 - 'La fiesta previa'

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La fiesta previa


Doy otra vuelta por mi habitación, todavía con la mirada fija en las páginas del libro que sostengo. El polvo me hace toser un poco, pero paso a la siguiente hoja. En lugar de parrafadas de letra irregular acumuladas una tras otra, encuentro varios dibujos de mecanismos, plantas y diferentes tipos de armas.

Quizá me esté obsesionando un poco con el libro de cómo cargarte a un vampiro.

Cuidado, que ya sabemos que las obsesiones no son buenas.

Bueno, vale, quizá sí que esté un poquito demasiado centrada en ello, pero ¡es por el bien de todo el mundo! Hay que estar informada sobre cómo defenderse, que nunca sabes cuándo pueden atacarte.

Estoy pasando página otra vez cuando, de pronto, abren la puerta de mi habitación. Doy un respingo, espantada, y por impulso lanzo el libro bajo la cama. El sonido del golpe resuena en la habitación a la vez que me doy la vuelta. Para disimular, empiezo a toser. No funciona demasiado bien.

Addy, todavía con la manita en la puerta, se balancea y me mira con sospecha.

—¿Hacías cosas prohibidas? —pregunta con los ojos entrecerrados.

—¿Yo? Qué va.

—Entonces, ¿qué has escondido?

—Naaaaada...

—Mmm...

—Oye —salto, en tono agudo—, ¿a qué viene lo de entrar sin llamar? Ya hemos hablado de eso, Addy. Sabes que no está bien.

—Ya, pero es que si llamo no te pillo haciendo cosas malas.

—¡No hacía nada malo! —aseguro y, para que no considere la posibilidad de acercarse, me aproximo yo rápidamente a la puerta—. ¿Ya estás lista para la cena?

Doy gracias al universo porque hoy sea Nochebuena y a Addy le encante, porque, de no haber sido así, no habría parado hasta encontrar el libro.

Pero hoy tenemos la cena todos juntos, así que eso le gusta más que un chisme. De hecho, se ha puesto su vestidito verde de tirantes sobre el jersey rojo. Todo ello, acompañado con unas medias doradas. Dice que su objetivo es parecer una decoración de Navidad gigante, y creo que lo ha conseguido bastante bien.

Yo me disfrazaré de duendecillo.

—Lista —anuncia con una gran sonrisa.

—Mmm... ¿y ese cabello?, ¿no hacemos nada con él?

Addy se lleva una mano al pelo, que tiene suelto de cualquier forma. Creo que se ha olvidado incluso de peinárselo, porque está lleno de nudos y enredos.

En cuanto se da cuenta, agacha la mirada.

—Es que no sé hacerme cosas bonitas.

—¿Por qué dices eso? ¡Las dos coletitas que te haces siempre te quedan muy bien!

—Ya, pero eso me lo hago cada día. No es especial.

La contemplo unos instantes y, finalmente, sonrío y señalo mi cuarto de baño.

—Venga, que se me ha ocurrido algo.

Addy suelta un pequeño chillido de emoción y va corriendo a sentarse en la encimera, como siempre. Después, cruza las piernas y empieza a balancearlas con felicidad. Yo, por mi parte, voy recogiendo el peine y viendo cómo enfrentarme al nido de nudos que tiene sobre la cabeza.

El rey de las sombras #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora