Capítulo 4: Escapada

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Descubrimos a un chico de cabellos áureos, con gafas y ojos verde oliva. No hay por qué preocuparse.

-Elijah, ¿eres gilipollas?- le dice Emma al infiltrado.

Elijah es otro amigo nuestro. Siempre vamos los tres juntos como las ancianas de Las Chicas de Oro.

-Qué cabrón- añado, riendo.

-Lo siento, lo siento. ¿Pero es eso verdad?- abre los ojos como platos.

-Cierra la boca, pequeño ángel, no querrás pasar a la acera del demonio- sonríe mi mejor amiga.

-Ya sabes que soy una tumba, cariño- responde el otro.

-No ladres tanto, que luego te muerdes la lengua y sangras de hipocresía- suplemento yo, arqueando una ceja.

-Decía la zorra- me vacila él, bromeando pero yendo en serio.

-Me enorgullece que me lo digas porque lo soy- le hago una mueca y me agarro una nalga, provocando su falsa ira.

-Normal, tienes el mejor culo de toda la clase- y me aprieta el culo amistosamente.

-¿Y yo qué?- se cela Emma, frunciendo el ceño.

-A ver, gírate- le ordeno.

Ella me obedece y lo compruebo tocándoselo, pero mi mano se pone traviesa y se mete por debajo de la falda.

-¿Era necesario?- reacciona, riendo silenciosamente.

-Como siempre dicen: ver para creer- agrega Elijah, encogiéndose de hombros.

-Exacto- reafirmo su frase.

Nos tronchamos a la vez.

-Por cierto, ¿cómo es que no estás en clase?- cuestiono.

-Pues la verdad es que os he visto huir y he pensado "Anda mira, ¡se van al bar sin mí!"- interpreta de manera irónica

-Y nos has seguido- termino su frase.

-Eso mismo- resopla él.

-Eli, ya sabes que siempre te avisamos cuando planeamos una quedada- le dice Emma.

-Lo sé, por eso luego he pensado que posiblemente se tratase de algo importante y quería mantenerme informado.

-Oh, por supuesto, no sea que se te escape el cotilleo y no puedas añadirlo a la prensa local- vacilo yo.

-¿Acaso lo dudabas?- me sigue el rollo el joven.

-En absoluto, Morrison- le hago saber.

-Bueno, guapos, me veo obligada a decir que debemos regresar a clase- interfiere mi mejor amiga, cruzando los brazos.

-Te veo entusiasmada por tragarte dos horas de filosofía con el señor Jefferson- me enrollo.

-¿Tenéis dos horas con él?- se descojona el de gafas.

-Mierda, no me acordaba- la expresión facial de Emma da un giro totalmente opuesto.

-¿No os apetece pasaros por "la madriguera"?- propongo a los chicos.

-Claro, caminamos una hora y listo- bromea el mozo.

Entonces, meto mi mano en el bolsillo de la mochila y saco las llaves de mi coche. Bueno, el coche de mi padre.

-Haberlo dicho antes- sonríe.

-Pues no hay más que hablar- impone mi mejor amiga.

Y nos levantamos para dirigirnos al coche.

(Por determinar)Where stories live. Discover now