CAPÍTULO 23 | TODO LO QUE HE QUERIDO SIEMPRE

29 4 2
                                    

Axel

—Hola. Eres Daila, ¿no? —pregunta mi madre nada más entrar.

Le he advertido mil veces por el camino que no la llamase así y que se refiriese a ella con el apellido, pero nunca hace caso a nada de lo que le digo.

Noto la mirada de Daila sobre mí, pero no la miro porque estoy demasiado nervioso con la reacción que puede tener cuando mi queridísima madre le diga quien es. Le he pedido que no lo haga, pero ella dice que no piensa ocultar su identidad y se ha empeñado en decírselo.

—Gracias por venir, señora...

—Llámame Sofie, cariño. Soy la madre de Axel.

Boom.

Daila empieza a toser con mucha fuerza. Alzo la mirada de golpe y me coloco a su lado intentando calmarla, mientras mi madre nos observa sin quitar la sonrisa. ¿De verdad yo hago lo mismo? Ahora entiendo tanta molestia por parte de Daila cada vez que sonrío.

—Ya está, ya está. Tranquila. —Acaricio su espalda mientras parece recomponerse.

—Se me ha ido por otro lado —dice cuando consigue dejar de toser.

Mi madre se acerca a ella y extiende su brazo.

Voy a matarla, de verdad.

—No entiendo porque no nos hemos conocido antes.

—¡Mamá!

—Deja de ser tan sobreprotector con ella, corazón. ¿No ves qué puede defenderse sola?

Ruedo los ojos y miro a Daila, pidiéndole perdón con la mirada, pero no parece querer perdonarme.

Me encantaría saber que ocurre por su mente en estos instantes.

Al final, acaba estrechando su brazo con el de mi madre y le sonríe. Si la hubiese conocido hoy, diría que es la sonrisa más sincera que le ha lanzado a alguien, pero como ese no es el caso, sé que se está siendo forzada para ser simpática.

Algo que me dice que quiere caerle bien.

—Danos un momento —le pido a mi madre.

—Va a salir tarde al escenario.

—Un minuto, Sofie.

Daila esboza una sonrisa que, en cuanto se gira hacia mí, elimina y acaba por lanzarme la mirada más aterradora que he visto nunca. Nos colocamos en una esquina del camerino, lo suficientemente lejos de mi madre para que no nos escuche.

—¿Vas a perdonarme algún día?

—¿¡Por qué no se te ha ocurrido decirme que era tu madre la que venía!?

—¡Porque no ibas a aceptar!

—¡Claro que no, Axel! —Tira la cabeza hacia atrás durante unos segundos y la vuelve a echar hacia delante, mirándome de nuevo—. ¿Vas a decirme algo que no sea una disculpa o puedo volver con tu madre para que me salve la noche?

Suelto una carcajada. Está demasiado nerviosa. Y, en cierto modo, me gusta verla así, porque es el único momento que siento que se deja llevar, porque su cabeza no está pendiente de como tiene que actuar.

—Una cosa más —susurro, acercándome a ella—. No te obligues a caerle bien. Mi madre va a darse cuenta si estás fingiendo hacerlo.

Miento.

Se aleja de mí con el ceño fruncido y va hacia donde está ella, sin saber muy bien que hacer.

Mi madre la conoce, sabe acerca de ella, porque me he encargado de hablarle sobre nosotros. Le he contado como la conocí, lo que hice, lo muchísimo que me gusta y que estoy intentando demostrarle que no soy un mentiroso y que puede volver a confiar en mí. Que nunca hice nada con maldad.

Una canción robadaWhere stories live. Discover now