Harry muere en un accidente de pociones tras toda una vida de investigación experimental y, para su sorpresa y disgusto, se despierta encerrado en un armario del número 4 de Privet Drive. Esta es la historia de lo que ocurre después de ese desafortu...
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Narcissa se habia inclinado hacia delante con una expresion depredadora, sus rasgos normalmente suaves no se parecian en nada a los de un aguila al vuelo. "Bueno, mi Lord, podría empezar con..."
Con un movimiento brusco de la cabeza, Harry volvio al presente. Lanzando un encantamiento de estasis sobre su pocion, Harry salio de la habitacion y recorrio un pasillo de piedra oscura hasta llegar a una escalera que lo condujo tres pisos mas arriba, a un salon que daba a los terrenos a traves de una ventana tallada en las piedras de granito del muro de una torreta. Al sentarse con un suspiro, una bandeja de plata con galletas y un humeante servicio de té aparecieron junto a su codo derecho, descansando sobre una alta mesa de caoba con un inserto de cuero repujado que representaba un dragón en vuelo.
Kreacher, pensó, sacudiendo la cabeza. El elfo parecía decidido a seguir tratándolo como a un niño descarriado, aunque su edad y su poder ya eran evidentes. Las apariencias no ayudaban: Harry era ahora el espíritu y la imagen de Regulus Black, y no parecía ni un día más viejo que cuando la poción envejecedora estaba completa, gracias al uso de la poción curativa que había desarrollado.
"Kreacher", llamó en voz alta, y el elfo apareció en un rincón de la habitación con una mirada de desaprobación. "Al señorito Harry no le pueden faltar las comidas". Harry puso los ojos en blanco. "El señorito Harry no se ha perdido ninguna comida, Kreacher, gracias a tus hábiles cuidados. ¿Qué correspondencia de Gringotts llegó a través de los pabellones?"
El elfo dejó un pergamino sobre una mesa baja frente a su silla y se marchó con una mirada fulminante. "Los jóvenes Maestros deberían cuidar su mejilla con Kreacher, se consumirían en piel y huesos sin Kreacher, en efecto". Harry sacudió la cabeza mientras el elfo desaparecía con un trueno que sacudió la habitación. Pequeña mierda dramática.
Se sirvió una taza de té, una delicada infusión verde de Japón a juzgar por el vapor ligeramente perfumado, se inclinó hacia delante y cogió el pergamino. No era del propio banco, no llevaba ninguno de sus sellos. Aún más curioso. Harry no se molesto en lanzar un encantamiento de deteccion antes de abrirlo con el pulgar tieso. Si hubiera sido dañino, los guardianes lo habrían quemado, al igual que al pájaro que lo llevaba.
Harry echo un vistazo al pergamino mientras tomaba un sorbo de te y se abstuvo a duras penas de taparlo al ver la linea de la firma. Tragando con dificultad, solto una carcajada que parecia salirle de los dedos de los pies. Severus Snape pidiéndome colaboración para pociones. Si antes no estaba seguro de que éste era un mundo diferente, ahora lo estoy. Temblando de risa, Harry dejó el pergamino y cogió un crudité, las galletas habían sido sustituidas por verduras tras la abrupta salida de Kreacher.
Mordiendo una crujiente rodaja de rábano y saboreando el final picante mientras se pasaba la carne blanca por la lengua, Harry pensó en el Snape de su pasado. El hombre era un imbécil, es cierto, pero realmente brillante. Con el beneficio de las décadas, Harry se daba cuenta de que parte de su carácter agrio probablemente se debía a que lo habían encerrado en un lugar estrecho, incapaz de desarrollar su verdadero potencial y zarandeado por los caprichos de hombres más poderosos que él. Probablemente lo había encontrado irritante. A Harry sí.
Risueño, cogió una pluma que había flotado hacia él y la puso sobre un papel grueso (no pergamino, tenía sus límites) que había aparecido en la mesa baja al pensar en él. Concentrado, escribió la receta de su poción de daño y las instrucciones para prepararla, sin escatimar nada. Puede que sus socios duendes se opusieran, pero la poción era sólo de Harry, y eso no era negociable. Recibían los derechos sobre los beneficios, nada más.
Si puede decirme qué tiene esto de nuevo, señor Snape, me reuniré con usted para discutir su oferta. Haciendo una pausa, puso la plumilla sobre un labio regordete y presionó ligeramente, preguntándose cómo firmarlo. Su petición del Señorío de los Black no era privada en sí, pero tampoco se había hecho pública; Narcissa creía que los pasos discretos eran más prudentes en un entorno político tan incierto, y Harry estaba de acuerdo. Sin embargo, firmarlo como "Harry Potter", por divertido que fuera en aquel momento, crearia complicaciones desagradables. Con decision, sumergio la pluma en un tarro de tinta azul noche que tenia junto al codo y volvio a inclinarse hacia su papeleria. Lord Altair Black.
Agitando la mano, secó la tinta y dobló la misiva en un elegante sobre, cerrándolo con una mancha de cera plateada que dejó sin cerrar. "¡Kreacher!" El elfo entró en la habitación, sin parecer más contento que antes. "El señorito no se está comiendo todas las crudités que preparó Kreacher". Harry se rió. "Están excelentes, como siempre, Kreacher. Las llevaré al laboratorio. Por favor, envíale esto a Severus Snape". Dejó el sobre sobre la mesa y volvió a reírse cuando el elfo lo miró como a un doxy enfermo. "El señorito está comiendo verduras aquí, no en un laboratorio".
Con un chasquido, el elfo y el sobre desaparecieron y Harry suspiró, cogiendo una zanahoria en rodajas y mordiéndola con un crujido. Snotrag.
Volviendo a su laboratorio después de un té poco satisfactorio, Harry miró críticamente su solución a escala del fortalecedor de escobas, atrapado en éxtasis y atrapado detrás de los guardianes sobre los que había leído en la parte más oscura de la biblioteca Grimmauld, respaldado por la magia de la familia. No cometería el mismo error dos veces. Antes de volver a su poción, dedicó un último pensamiento a su corresponsal.
Deja que Snape mastique eso.
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