Muda

54 0 0
                                    

Hay tantas cosas que me duelen ahora mismo, lloro por todo lo que he perdido, lo que daba significado real a mi vida. Ni siquiera puedo desahogarme, simplemente lo que antes eran palabras ahora son torrentes de pensamiento que se enmarañan en mi cabeza.

Antes podía hablar, y todo lo que salía por mi boca parecía encontrar el orden y la armonía que jamás haya gobernado mi mente. Perder el habla no solo ha arrebatado mi único don, el mayor castigo divino ha sido condenarme a la soledad y al caos de mi cabeza. Se ha eliminado mi capacidad de expresión artística, mi medio de sanación.

Lo que me ha mantenido cuerda tanto tiempo ha sido poder contar toda clase de historias a la gente, pero también haber podido desahogar todas mis penas y miedos que ahora se amontonan y me tienen a su merced.

Sé que aun puedo repetir parte de las últimas palabra escuchadas, pero ¿de qué sirve sólo llenarme la boca con lo que diga la gente? Una vez fui la mujer sin pelos en la lengua, sin labios sellados, que no tenía ningún miedo a decir lo que pensaba. Ahora me acerco a los claros donde se encuentran los pastores para escuchar sus conversaciones y poder suspirar cada uno de los vestigios de aquellas frases que pueda escuchar. Quien me viera ahora, de ninfa alegre a una joven acosadora que susurra palabras descontextualizadas, aprovechando lo poco que le permite su voz.

Igual hay quien piensa que estoy exagerando con aquello de "acosadora". Sabed que pocas cosas me mantienen con ganas de seguir adelante tanto como otear al chico que cada mañana se pasea por el monte Helicón, donde habito.

Comenzó hace unas semanas, sé que mi hogar es precioso, pero no puedo evitar preguntarme qué pudo llevar a alguien como él a honrarnos con su presencia por estos lares. Ese joven... Creo que pocos seres he observado que se puedan comparar a su belleza. Así que me he pasado las últimas semanas contemplándole a escondidas, sin ninguna intención más allá de disfrutar de su mera existencia.

Sé que puede parecer ridículo, pero mi rutina desde el castigo de Hera ha sido anclarme a mis parajes para custodiarlos a jornada completa, como no lo había hecho jamás. No encontraba ningún sentido a mi vida aparte de cumplir aquello para lo que había nacido. Sin embargo, que un ser como aquel decida que el monte que custodio junto a mis hermanas es digno de sus paseos matutinos me hace sentir privilegiada.

Me conformo con ello, aunque en el pasado habría tratado de cautivarle... Puf, si supierais cuán era mi poder de oratoria, era una persona arrolladora. Otra pena añadida, todo lo que podría y no va a pasar. Creo que es mucho peor,porque de verdad, no tenéis ni idea de la imaginación que tengo, hasta qué punto puedo idealizar un futuro no vivido y que jamás podré disfrutar. Hasta entonces, mi capacidad ensoñadora me había dado herramientas para crear nuevas historias que nadie dudaba en pararse a escuchar. Ahora solo la trabajo para mí, solo me crea ilusiones y decepciones en un círculo vicioso que ocurre cada vez que le veo. Los dioses no comprenden cuán crueles pueden ser sus condenas.

ORÉADEOù les histoires vivent. Découvrez maintenant