"Secuencia De Desastres"

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Al otro día, mi cabeza era una bomba de tiempo. Beber dos noches seguidas no era lo más recomendable, pero se me quitó todo el dolor -o me obligué a dejar de quejarme- cuando no vi a Naruto a mi lado.

¿Había sido un sueño?

Oh no, ¿y si soñé todo? ¿Si soñé que finalmente me había confesado y que nos casamos? No podría seguir viviendo así.

-¡Sasuke, es el día! —exclamó alguien. Era la voz de Mito, que entró deprisa a mi habitación con los ojos tapados por su mano y se puso a dar saltos en el umbral.

-¿De qué día me hablas? -le pregunté asustado.

-¡Del cumpleaños! -gritó. Y mi vida se vino abajo. Todo había sido un sueño. Jamás besé a Naruto, jamás me confesé, jamás nos casamos.

Froté mis ojos, arruinado como estaba no quería celebrar mi cumpleaños otra vez. No sería capaz de confesarme en la vida real. Por supuesto que todo había salido de las mil maravillas y me había casado con Naruto, todo porque lo soñé.

-Mito, no estoy de ánimos-le dije abatido. Sólo quería quedarme acostado hasta que me consumiera en mi miseria y muriera.

-Pero Naruto te está esperando con el desayuno listo, se enojará mucho si sabe que no quieres celebrar su cumpleaños.

Me levanté de golpe.

-¿Su cumpleaños? -susurré.

-¡Lo olvidaste! Te va a matar. Estaba muy emocionado de que la boda fuera un día antes de su cumpleaños.

¡Claro! Era el cumpleaños de Naruto, lo había olvidado por una milésima de segundo por culpa de la resaca y los preparativos de la boda. El tenía todo el derecho de matarme.

Pero si mis dieciocho ya pasaron, eso significaba que en realidad me había casado con el, y que esto era la realidad y que pasaría el resto de mi vida con Naruto.

-De acuerdo, dile que bajo en cinco minutos. Mito se fue algo confundida, pero no le di importancia.

Dios, estaba casado. Miré mi mano y en efecto, ahí estaba el anillo que confirmaba mis deseos. No podía estar más feliz.

Me vestí rápido, pero ordenado, no quería causarle una mala impresión a "mi esposo" en nuestro primer día como matrimonio. Pero me detuve en seguida, no le tenía un regalo. Era un idiota, ¿cómo se me había olvidado esta fecha? Al menos no podría asesinarme hasta mañana, nuestros cumpleaños seguían siendo días de tregua.

-Hasta que al fin te decidiste en bajar. Tus ronquidos ya me estaban poniendo nervioso -me dijo en cuanto me vio entrar el comedor. Estaba solo sentado frente a la mesa y un millar de comida en abundancia—. Mis padres siguen durmiendo y los chicos están tirados por allí en el jardín durmiendo después de que siguieron la fiesta aquí.

No escuché nada de lo que dijo, en parte porque el dolor de cabeza no me dejaba entender nada con demasiadas palabras y porque estaba concentrado observando cómo se movían sus labios.

—Feliz cumpleaños... —le dije. El sonrió y bajó la mirada avergonzado. No podía creer lo mucho que amaba a ese chico.

-Ven a desayunar conmigo, hay comida como para un ejército.

Me senté a su lado y comimos mientras bromeábamos de lo mal que amanecerían los demás.

-Espero que Nana les orine encima -dijo entre risas.

-Y que el gato los rasguñe.

-Su nombre es pelusa -reclamó mientras mascaba su tostada.

-Como digas —le dije haciendo un gesto de indiferencia con la mano. No cambiaría de parecer, esa bola peluda y tierna con patas que me regaló parecía un asesino de cortinas.

Cásate conmigo //(SasuNaru - adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora