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Breve descripción: Volviendo al inicio.



El camino de regreso a casa es tranquilo, piensa Tanjirō mientras avanza por el sendero de tierra a paso lento acompañado de su querida hermana, Nezuko.

Luego de pasar los ultimos tres años de su vida de un lado a otro, entrenando y completando misiones para el cuerpo de cazadores de demonios, es reconfortante volver al lugar que un día fue su hogar.

Sonrie mirando al cielo despejado mientras una brisa fresca calma un poco el calor y el cansancio del viaje, lo que el burdeo agradece.
Nezuko parece que no se inmuta por las condiciones del viaje y muy por el contrario se ve ansiosa por regresar lo antes posible y él se siente aliviado de que así sea.

El viaje continua con ambos hermanos hablando sobre todo lo que vivieron en su pueblo natal durante su niñes, dejando que se colaran algunos recuerdos nostalgicos de su querida familia muerta, sin embargo conservaron sus sonrisas en sus rostros entusiastas pese a todo, pues al menos se tenian el uno al otro.

Al llegar la gente del pueblo rapidamente se acerco a ellos, preguntando qué es lo que habia pasado con ellos y si estaban bien, ya que habian pasado varios años, luego de que los demás Kamados fueran asesinados por un "animal salvaje", que vieron al joven vendedor de carbón y a su bella hermana bajar de la montaña.

Tanjirō rapidamente les explico que habian estado realizando "mandados" en diferentes pueblos, obviamente omitiendo que esos mandados consistian basicamente en decapitar demonios, y una vez aclarado el asunto y todos los pueblerinos más tranquilos ambos jovenes continuaron con su camino.

El sendero hacia su casa era fácil de tratar en esta epoca del año, en donde las flores empezaban a llenar cada rincon de la montaña, pintandola de diversos colores vibrantes y hermosos, lo cual los alento a tomar algunas de ellas.

Se detuvieron a unos metros notando la edificación un tanto polvorienta y descuidada que era su antigua casa, sin embargo Tanjirō decidio pasar de ella y se dirijio rapidamente hasta las tumbas de su familia, Nezuko lo siguio igualando su paso y ambos contemplaron el lugar en silencio una vez que estuvieron ahí.

El ojirubi pudo sentir el olor de la tristeza golpear su sentido y al mirar a su querida hermanita la encontro temblando mientras intentaba contener su llanto, Tanjirō sonrió con nada más que comprensión al verla tratando de aguantar el dolor, la angustia, las lagrimas. Aún con todo esto que aflijia el corazón de la menor ella dejo los pequeños ramos de flores que ambos habian formado en cada una de las tumbas y al terminar volvió junto a él.

Nezuko habia perdido tres años de su vida, no recordaba nada más que ciertas sensaciones que guardo siendo un demonio y sin embargo aún así era conciente de que su familia ya no estaba con ella, es por eso que protegio a cada humano como si fueran su familia, esa que no pudo proteger aquella frįa noche de invierno.

Levantó su brazo bueno y lo coloco en el hombro de la pelinegra, sintiendo sus propias lagrimas desbordarse, Nezuko lo observo y al igual que el mayor al fin dejo caer las suyas junto con un gemido de desconsuelo.

—Ya no tenemos que ser fuertes, Nezuko. —dijo con la voz un tanto quebrada mirando directamente los ojos empapados de su hermana —Al fin volvimos a casa.

Y lloró, lloró lo que no habia llorado en tanto tiempo y al fin cumplió con todo lo que habia prometido en este mismo lugar hace tres años.

Nezuko no perdio tiempo y acompaño a su hermano en su llanto y tristeza, como siempre lo habia acompañado.

Dejando ir ese gran peso en sus corazones.



Zenitsu regresó a la mansión del rayo observando el lugar impecable como siempre y a paso tranquilo recorrió los pasillo ahora vacios y oscuros sin la presencia de nadie en ellos, así no es como imagino regresar al unico lugar que reconocio como un hogar.

One-shot's. 2 [TanZen] Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt