Capítulo 26

8 2 3
                                    

Con ese sencillo gesto de que no había abierto su regalo se dio cuenta de cómo había cambiado su amiga en las últimas horas. Si no abrió su regalo fue precisamente porque toda su atención aquella noche estaba centrada en su hermano pequeño. Le habían avisado a última hora de que estaba invitado a la cena y se encontraba plenamente centrada en que él estuviera cómodo ya que se sentía como pez fuera del agua. 

Cody durante toda aquello noche la recordaba con cariño al igual que a su memoria venía que no había apartado los ojos de Tommy en ningún momento, al punto de que lo salvó de la invasión de su amigo Rob y su burdo intento de meterlo en su cama. 

Miró la nota y los papeles. Era algo que llevaba mucho timepo planeado y que había estado haciendo a espaldas de su amiga pero por un bien mayor. Solo era necesario que ella firmase y todo iba a cambiar drásticamente para todos los integrantes de su familia. Había pensado incluso en ir con ella por si ella se echaba para atrás o la cosa se torcía. Tenía clara una cosa, al igual que aquel papel le iba a cambiar su vida un tiempo atrás, ahora mismo serviría para eso, pero a la vez para demostrarle a Caroline que daba igual lo que fuese o lo que ocurriese entre ellos, él siempre iba a estar ahí para ellos. 

Despertó a la mañana siguiente y lo primero que hizo fue guardarse el sobre en el bolsillo interior de la chaqueta. Sin hacer el menor ruido, bajó las escaleras y se subió a su coche para conducir en dirección a casa de Caroline. 

Cuando llegó estaban todas las luces del apartamento apagadas. Sabía que si llamaba al telefonillo ella no le iba a contestar, de modo que esperó a que saliera algún vecino y entró dentro. 

Se acercó a la puerta y oyó ruido de pasos que cesaron en cuanto él llamó a la puerta. Él sabía que ella se había detenido en un pobre intento de aparentar que no había nadie en el apartamento.

Se puso en cuclillas y con mucha suavidad introdujo el sobre por la rendija de debajo de la puerta. Mientras lo hacía notó como la puerta se abría de un golpe seco y en ella estaba su mejor amiga de pie en el quicio de la puerta. 

- Lo que me tengas que decir me lo dices a la cara, déjate de notitas. 

Aunque su tono era seco, autoritario y tajante él no se amilanó para nada. 

- Olvidaste esto la cena de mi cumpleaños - empezó a decir con cierto tono suplicante en la voz. 

- ¿Qué es? 

- Tu regalo de cumpleaños. 

Caroline lo abrió con cierto recelo sin separar en ningún momento los ojos de Cody como si le tuviera miedo de que al dejar de mirar le fuese a hacer algo. Al desplegar el papel y ver las indicaciones tanto del papel como de la nota le miró con aspecto interrogativo. 

- ¿Esto es lo que creo que es?

- ¿La promesa cumplida que te hice hace tiempo de que yo era un tu caballero de brillante armadura que venía a salvarte? Me parece que sí. 

- ¿Cómo lo has conseguido?

- No fue difícil, solo tuve que hacer las llamadas adecuadas y pedir que me devolvieran unos cuantos favores. 

- Entonces....

- Basta con que vayas con él a casa de tus padres y...

- ...y el bastardo de mi padre entenderá que ya no tiene nada y que todo nos pertence a mí y a Cody. 

- Eso es. 

- ¿Por qué ahora?

- Tenía que ser en mi cumpleaños para que fuese un gran día para ambos, pero lo olvidaste por Tommy, y lo tienes ahora. Y quiero que entiendas que si te lo doy ahora es para demostrarte que también lo hago por Tommy. No le haré ningún mal, y junto contigo cuidaré de él siempre que tú me dejes. 

Caroline no podía salir de su asombro. Después de tantos años había cumplido su promesa, la que le hizo al principio de la universidad. Aquella en la que le prometía que conseguiría que la persona que le había hecho la vida imposible, su padre, se quedase sin nada. Sostenía la tarjeta en sus manos con un leve temblor y seguía sin salir de su asombro. 

En sus manos sostenía la que iba a ser la libertad y la tranquilidad de toda su família, incluyendo a Tommy. Fue en ese preciso momento y no en otro en el que se dio cuenta de lo egoísta y lo mal que había tratado amlas personas que más quería y con las que sin ningún lugar a duda iba a poder contar con ellas de forma incondicional. 

En ese momento fue consciente de lo mala persona, egoísta y narcisista que había sido. Se había convertido en el vivo reflejo de su padre. Sus impulsos de llamar a su hermano fueron inconrolables pero no podía, no debía. Antes de disculparse con él, debía pedir disculpas, humillarse y retractarse por su comportamiento con la persona que tenía frente a ella, la misma persona que había sido su mejor, su confidente, alguien que con el tiempo pasó a ser parte de su familia. 

Quien quieras excepto él Where stories live. Discover now