Capítulo 24

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Caroline cogió y soltó su teléfono en repetidas ocasiones. Estaba enfadado consigo misma por su reacción pero a la vez le era inconcebible comportarse de otra manera. Tommy siempre había sido su hermano pequeño y se sentía en la obligación de protegerlo, pero a la vez deseaba que fuea feliz. Pero esto no iba a ser posible si la persona con la que había escogido estar era Cody. Conocía de sobras a su amigo y sabía como trataba a sus amantes, como si fueran pañuelos de usar y tirar; y bajo ningún concepto quería eso para su hermano. 

Por otro lado, Tommy merecía ser feliz y por lo que había visto nunca lo vio tanto como en el momento en que ambos se sinceraron al decir que estaban juntos y que querían seguir estándolo. 

Esos pensamientos rondaron toda la noche en su cabeza hasta que llegó el punto en que se hizo de día. Se desperezó y se metió en la ducha con el deseo de que el chorro de agua caliente despejase sus ideas, la ayudara a serenarse y como última opción ver si le daba otra perspectiva. 

En el fondo, ella misma se daba verdadera rabia por el modo en que reaccionó. Tommy la había visto siempre como su punto de anclaje, su salvavidas y en uno de los momentos en que más la necesitó, en que más deseó contar con su apoyo ella le había dado la espalda. Se había convertido en la persona que más odiaba del mundo: su padre.

Llamaron al timbre y sin preguntar siquiera quién era descolgó el telefonó y presionó el interruptor. Mientras esperaba que quien fuera que fuese subía entró en su cuarto a vestirse. Al salir, encontró a su madre en el quicio de la puerta con esa mirada llena de ternura, compasión y comprensión, pero con un leve toque de reproche que solo las madres sabían usar. 

- Cariño, haces cara de cansada, ¿acaso no has dormido bien? 

- Mamá - empezó a decir, pues sabía del doble rasero de esa pregunta -, no empieces. Lo último que necesito es un sermón por tu parte ahora mismo. 

- No tengo ninguna intención de sermonearte, pero si tú lo dices es porque tal vez crees que debo hacerlo. 

- En serio, no vayas por ahí. Ni se te ocurra hacerme sentir culpable. 

- ¿Por qué deberías sentirte así, cariño?

- ¡Basta! Sé lo que haces. Quieres que yo misma diga que he sido lo peor y no pienso hacerlo. Y no entiendo que tú lo veas bien. Nos han engañado a las dos. Él...no debería haber aceptado. 

- Sabes que Cody siempre ha sido como de la família y al igual que nosotras siempre ha querido lo mejor para Tommy. 

- Él no es lo mejor para Tommy, tú no le conoces como yo. Le hará daño. 

- Por Dios, Caroline, ¿te estás oyendo? Estáss hablando de tu mejor amigo y nunca te ha hecho daño ni herido en modo alguno. Al contrario, siempre ha buscado lo mejor para ti. 

- ¿De verdad te estás poniendo de tu parte?

- Caroline, cielo, no es una guerrra. No hay que posicionarse de ninguna banda, son tu hermano y tu mejor amigo que solo quieren estar juntos. 

Su madre siempre había tenido esa facilidad de hacer ver al resto que muchos se equivocaban, y todas las veces que lo había hecho Caroline cambió de parecer, pero esta vez no podía. Se daba mucho asco y se tenia odio a sí misma, pero su orgullo era demasiado fuerte como para dejarse amilanar. Se veía herida en tal grado que no era capaz de ver lo que todos sus sentidos clamaban al cielo y esa era la verdad de que su hermano era feliz. 

- No, mamá, esta vez no - sentenció con una voz ruda que ni ella misma se había oído hasta el momento presente. 

- ¿No te das cuenta del daño que estás haciendo a todos con tu cabezonería esta vez? ¿Acaso eres incapaz de ver que has metido en tu casa aquello de lo que todos hemos salido huyendo? ¿Quieres que vivamos con miedo hacia ti? ¿Quieres tal vez ser igual que él?

Las palabras salieron de la boca de su madre sin ningún control. Con cada una de las preguntas que había ido lanzando las lágrimas fueron brotando de los ojos de su madre. Su voz temblaba y se rompía del dolor de las acusaciones tan graves que estaba haciendo y de las comparaciones, pero ciertas, tan odiosas que estaba profesando. 

Caroline no reconocía a su propia madre, jamás la había visto perder los nervios de esa manera ni tener ese poco control sobre sí misma y sobre lo que ella decía. 

- Mamá, no lo entiendes...

- Si, que lo entiendo. Lo entiendo perfectamente. Tu egoísmo es más fuerte que tu amor por tu hermano y esto te impide poder amarle, quererle, respetarle y aceptarle tal como es. Estás comportándote del mismo modo que tu padre, le estás atacando con lo mismo de lo que durante tantos años le has estado protegiendo, pero tú misma. Solo ten en cuenta una cosa, si sigues así, un dia mirarás hacia atrás y detrás tuyo no habrá nadie. 

Sin decir ni una sola palabra se dio media vuelta y cerró dando un portazo. Caroline no pudo hacer otra cosa que romper a llorar. Se fue al baño, se limpió la cara y se miró al espejo preguntándose realmente porqué o por quién lloraba.

Quien quieras excepto él Where stories live. Discover now