—Tienes razón, tu puedes cuidarla mejor que yo. —Se lleva un dedo a su mentón como si pensara.

—Ya te dije que no necesito cuidados, estoy bien —sonrío, aunque se me complica un poco por el tirón que da en la herida.

Ella solo se encoje de hombros.

—Tengo hambre —murmura comenzando a  caminar hasta la cocina dejándonos solos.

Seguramente tomará alguna tostada que dejé en un plato.

—¿Qué le sucedía a mi hija? —el señor Austin pregunta extrañado, pero puedo notar en tono divertido.

—Ella realmente estuvo todo el día muy preocupada por mi labio, casi me vuelve loca —confieso riendo.

Deja su maletín en el sofá, quitándose también el saco. No paso desapercibido como sus brazos se tensan ante el proceso, pero intento desviar mi mirada.

Digo intento, porque es bastante difícil si lo tengo frente a mi.

—Ya ni debería de sorprenderte, Hilary es muy obsesiva cuando algo le preocupa.

—Créame que ya me di cuenta —asiento con exasperación, haciéndolo reír.

Tampoco puedo evitar hacerlo y es que es muy escaso escuchar a mi jefe reír en mi presencia. Siempre ha sido muy reservado y me sorprende tener este tipo de conversaciones.

Últimamente todo es muy extraño.

—¿Pero si estás bien? —pregunta. Lo observo sorprendida.

—Por favor usted tampoco —imploro con dramatismo.

—Solo responde —riñe divertido.

Paso las manos por mi jeans con algo de incomodidad. Una cosa es que me lo pregunte Hilary y otra muy distinta es que lo haga su padre.

—No ha estado tan mal, arde un poco, pero ya es prácticamente nulo. —Me encojo de hombros— Tampoco es para tanto, es solo el labio y ya.

—No digas eso —exige—, agradece que hoy está mucho mejor, porque hace dos días no era para nada la misma situación. Todo tu rostro estaba rojo e inflamado.

Siento mis mejillas arder ante su reprimenda. La verdad es que Lucía si había alcanzado a darme otros golpes.

Sé que tiene razón, pero la verdad nunca le doy mucha importancia a mis problemas, en el mundo deben de haber personas sufriendo mucho más que yo y mi labio.

—Tiene razón —confieso—, pero como por octava vez en el día volveré a repetir que me encuentro excelente.

—Me parece bien y me alegra mucho.

Asiento agradecida.

Ambos observamos hacia el pasillo que lleva a la cocina porque Hilary aparece corriendo con una tostada en la mano.

—¿Te vas s quedar, Stacy? —habla sin dejar de comer.

Si hay algo de lo que me he dado cuenta, es que a esa niña le encanta comer y de todo un poco.

—No lo creo, debo hacer algunas deligencias —respondo.

Hace una mueca de tristeza.

—Por favor... —Pide con suplica—, solo un ratito, para que comas conmigo.

Miro a mi jefe en busca de ayuda, pero solo se encoje de hombros dejándome toda la responsabilidad.

—Esta bien... —suspiro—, pero solo unos minutos, de verdad tengo cosas que hacer.

Todo Lo Que Quiero (#2) Where stories live. Discover now