Episodio 1: Más dulce que los dulces

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Namjoon sabía qué era el amor.

O bueno, en su inocente mente de niño, él lo sabía.

Había algo en el sentimiento que lo hacía preguntarse cuándo sentirá él algo así por alguien.

Él sentía el cariño de sus seres queridos, su madre cuando lo abrazaba, su hermana cuando le llenaba el rostro de besos, su pequeño hermano cuando le pasaba las tareas que él no hacía, o sus amigos cuando lo animaban en situaciones.

Sin embargo, a pesar de tener todo este cariño, Namjoon siempre sintió incomprensiblemente un vacío y una falta de algo más de amor de algún modo, sin entender porqué no podía alcanzarle todo el aprecio que recibía de quiénes tenía.

Fué cuando su madre le contó la razón por la que ella era la única encargada de sus hermanos y él, y no como el resto de los niños que tenían una madre y un padre.

El padre de Namjoon se había ido de su casa cuando él tenía sólo un año y medio.

A su madre le dolió demasiado, pero se mantuvo firme y fuerte para sus hijos, tres pequeñas criaturas que amaba con todo su ser y que no dejaría por nada del mundo. Ella no sería cómo el maldito de su padre.

Hoy en día, Namjoon la ve como el más grande y mejor ejemplo a seguir para él, y cree que no hay nadie más fuerte que su madre que ocultó sus lágrimas reemplazandolas por sonrisas para enseñarles a sus hijos que los instantes malos  de la vida no tienen porqué durar mucho, que los momentos que nos hacen felices hay que valorarlos y recordarlos cada que lo pasemos mal.

El noventa porciento de las madres de la escuela envidiaban a la señora Kim. Una mujer hermosa, su rostro perfecto y piel lisa a pesar de sus cuarenta y tres años, pareciendo que iba a empezar a envejecer a los setenta, unos hijos maravillosos, educados, respetuosos, amables, carismáticos y sonrientes siendo criados solamente por ella. La señora Kim era fuerte, valiente y no le tenia miedo a nada aparentemente.

La apariencia de que su cobardía era nula, se vió desvanecida justo cuando Namjoon llegó llorando desconsoladamente a abrazarla cuando lo esperaba fuera de la escuela luego de su primer día, ni bien él salió corriendo de ésta.

—M-mami... todos los niños me odian.

—Presiónalo, así saldrá más sangre

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—Presiónalo, así saldrá más sangre.

—¡Iugh! ¡Yoongi, has eso en otro lado, esto no es un hospital!

—Shh, calla, mamá vió Grey's Anatomy toda la noche ayer, no me espanté por nada.

Jimin hizo una mueca horrorizado, y tapó sus ojitos mientras caminaba ansioso por el lugar, intentando borrar la imagen de la herida de Seokjin abierta y derramando sangre, mientras Yoongi le pasaba un pequeño algodón bañado en alcohol que encontró en su baño, imitando lo que su madre hacia cuando él se lastimaba.

—Ya solo queda la venda.

—¿Qué?! ¿Pondrás una venda? Sólo es un raspón.

—Shh. ¿Quién vió aquí series informativas en vez de novelas de amor toda la noche? Yo, no tú, así que tú callas Jimin.

El pequeño rubio frunció el ceño ahora enojado. Y rezongando se sentó en una de las sillas del comedor, tomando una galleta de la bandeja sobre la mesa, y comiéndola enojado adorablemente.

—Listo.– sonrió Yoongi al terminar de vendar la rodilla de Seokjin, mirando su perfecto trabajo orgulloso.

Claro que estaba un poco disparejo, pero para tener nueve años, estaba bastante bien hecho aquél trabajo.

—Jiminie, ¿hoy iremos a tu casa?

—No. Namjoon estará con sus amigos.

—¿Hoseok y Taehyung?– Yoongi se mostró más interesado cuando Jimin habló de los amigos de su hermano, a los cuales conocían bien por coincidir en la misma casa y en la escuela varias veces, mientras Seokjin jugaba con su cabello colocándole florecitas.

—Si.– bufó, sentándose nuevamente en el pasto con un leve puchero, arrancando con sus pequeñas manos las hojitas bajo él.

—Vayamos.

—No.

—Jimin, creo que a Yoonie le gusta alguien...– Jin susurró, sonriendo traviesamente, oyendo cómo el aludido se quejaba y removía para ser soltado por las manos que aún estaban en su cabeza.

—¡No es cierto! ¡No me gusta el niño con labios de corazón!

—Nunca dijimos que era él.

Yoongi bufó, cruzándose de brazos, con su rostro rojo avergonzado.

—¡Yoonie es más dulce que los dulces!

—¡No soy dulce!

—Lo eres muy dentro.– Jin picó su nariz, y continuó colocando florecitas en su cabello con algunos rulos.

—Ugh, ustedes son bastante molestos como amigos.

—Somos los mejores. ¿Verdad, Jinnie?

—Es cierto!

El pálido niño negó, rodando sus ojos, pero decidió seguir relajándose ante las caricias en su cabeza cerrando sus ojos, conocentrado también en lo que sus amigos parloteaban.

El pálido niño negó, rodando sus ojos, pero decidió seguir relajándose ante las caricias en su cabeza cerrando sus ojos, conocentrado también en lo que sus amigos parloteaban

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¡Chapter finished!

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besitos de algodón © namjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora