Su voz me causó escalofríos y me devolvió a la realidad solo como el sabe hacerlo.

Volteé y me tope con esos ojos gatunos y su típica sonrisa de autosuficiencia que solía odiar.

De hecho si, odio todo de él porque me hizo necesitarlo tanto al punto de que no soy feliz en la boda que tanto desee.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —cuestione molesta.

— Tu me invitaste, deberías de preguntartelo a ti entonces.

El bartender llegó a su puesto y mi enojo ya no es con el, así que no le reclame lo que planee.

— Ya que has bailado el primer vals con tu esposo ¿No bailarán el último conmigo?

Solo el sabe hacerme sentir de esa manera que es entre una atraccion peligrosa y una tentación explosiva, Min Yoongi es el dueño de mis sueños y mis pesadillas más profundas.

— ¿Para qué todos piensen que en mi primer día de casa estoy engañando a Jin? No gracias —me negué rotundamente.

— Pero si te avergonzaba tanto que jamás me presentaste con tu familia ¿Lo olvidaste?

Auch.

— Sabes porque fue, no podían ver que alguien como yo saliera...ya sabes, son mierdas de generaciones antiguas y sus clases sociales.

— Y si tan solo los hubieras enfrentado, quien te habría esperado en el altar...

— Ni lo menciones, estas cursilerias no van contigo.

— Entonces callame bailando.

No pude resistirme una vez que me tomo de la mano guiándome a la pista de baile en donde al parecer a nadie le sorprendió que fuera con el.

Me tomo desprevenida cuando una de sus manos se coloco en mi cintura y la otra se deslizó desde mi hombro hasta la punta de los dedos, soy tan sensible ante sus toques.

— A diferencia de ti, no me importa lo que piensen de mi.

Nos movimos al ritmo del compás que Yoongi marcó.

— Solo disfrutemos un momento sin tu sarcasmo.

Al parecer acepto indirectamente ya que pasaron probablemente más de diez minutos y seguimos pegados el uno al otro, por primera vez no me importo el enojo de Jin al observarme junto con mi madre y sin tener el valor de acercarse para no armar una escena o el orgullo de mi hermana y mi padre al ver que hago lo que mi corazón dice.

Nada más que esta conexión tan fuerte importaba.

— Desearía que hubieras estado tu en el altar —rompí el silencio que se formo, uno tan cómodo que ninguno de nosotros se sintió presionado ante el.

— Y yo desearía ser quien te quite esta noche el vestido mientras nos llevan a un lugar lejano de la civilización para nuestra luna de miel.

Tuve que morder mi labio para no reaccionar a su comentario y fingir que no me afecto fallidamente.

— Aunque las cosas no son así de fáciles ¿O me equivoco?

Siempre ha sido tan realista, una de las cosas que me desagradan de él.

— Es verdad —confesé sin más—. Este es el fin, supongo.

Mi corazón se partió al pronunciar esa simple frase y lo siguiente que dijo me tomó por sorpresa.

— Había tomado prestado el auto de Jimin por si querías escaparte esta noche, ya sabes, es un deportivo y saldríamos a toda velocidad.

Esa tentativa propuesta irrumpió en todos mis planes entre lo que es correcto y lo que no, aunque al final del día es relativo.

Por primera vez actuaré como una humana promedio que es egoísta u me dejaré llevar por el momento, porque esta es la última oportunidad.

Lo siento Jin, pero sabemos que solo nos casamos por bienes económicos.

— ¿Y en donde está el dichoso auto?

— F. M.

Yoongi/Suga Reacciones ©®Onde as histórias ganham vida. Descobre agora