Capítulo 7

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Adara

Solo sáquenme de aquí por favor, mis padres me acaban de despertar y preparar el desayuno, me vigilan como un halcón, no me dejaran hacer lo que quiera, me llevaran a empezar a cumplir mis tareas como Santa.

-Bien, ya desayunaste -mi madre quita mis platos sucios- vamos debemos llegar temprano con Santa.

-No soy una niña pequeña.

-Pero si no te llevamos te escaparas como haces desde pequeña con todo, levántate vamos tarde -me levanto de mala gana de la mesa y mi padre me abraza por los hombros.

-Vamos -me dice con amabilidad y yo lucho con no hacerle una mala cara.

Caminamos juntos hasta llegar a la fábrica, siento como que hubiera caído en un universo alterno. Saludo a Luis como de costumbre, pero mi madre me jala para seguir caminando, me siguen abrazando por los hombros por lo que no puedo dar mi vuelta habitual. Caminamos hasta llegar a la oficina de Santa.

-Entra ahí -me empuja mi madre.

-Bien -le digo de mala manera, toco la puerta- con permiso -digo y cierro la puerta.

Reviso la pequeña habitación, pero no había nadie, Santa no ha llegado. Salgo y ya no están mis padres. Esta es mi oportunidad. Comienzo a caminar hacia la salida revisando que nadie me vea, aun hay solo algunos duendes quienes no me ponen mucha importancia. Al salir no tengo ningún problema.

Me he logrado escapar, no quiero cumplir con el capricho de mis padres, mejor voy a dar una vuelta a la villa o me voy a casa, al final no hay nadie ahí, me dirijo a mi casa y entro a mi habitación, empiezo a buscar que hacer y encuentro mi viejo cuaderno de dibujos, me lo llevo junto un lápiz y borrador y salgo de mi casa.

Luego de caminar nuevamente compro un chocolate caliente ahora con angelitos, no se adonde ir, no tengo un lugar donde pueda estar tranquila. Recorro un momento la villa viendo a los niños jugar, cuanto quisiera ser ellos, no tienen ningún problema más que pensar que jugar hoy.

Ahora que lo recuerdo hay un lugar en donde me dejaran entrar, el granero, ahora que soy ¨el nuevo Santa ̈ puedo entrar libremente ahí, me voy corriendo antes que alguien conocido me vea. Al llegar hay un duende vigilando la entrada como lo esperaba, me acerco y le hablo.

-Buen día, quiero entrar al granero, por favor -digo con la voz más formal que puedo y abrazo mi cuaderno mientras sigo sosteniendo mi chocolate caliente, el duende duda un poco, pero al parecer se ha acordado de algo.

-Usted debe de ser Adara Sorní, claro pase, seguro viene a conocer a los renos -empieza a abrir la puerta del granero.

-Si, exacto -comienzo a entrar.

-Tome el tiempo que sea -lo volteo a ver.

-Gracias -el duende cierra el granero y suelto un suspiro. Camino y busco a un reno en específico- bien está Rudolph... Vixen... ¡Blitzen! -lo llamo, el se acerca trotando y lo abrazo- hola, no quiero que nadie me encuentre ¿puedo quedarme contigo? -hace un ruido como de aprobación- gracias -me siento y él se agacha en forma como de perrito y yo me recuesto un poco el.

Desde hace mucho que no vengo aquí, era mi espacio favorito, pero con el tiempo, mis padres ya no me dejaban casi ni estar con Santa y la señora Claus, siempre era, debes estudiar de nuevo los controles de mando para clasificar a los niños o debes estudiar para el próximo año escolar. Nunca, ni siquiera en vacaciones podía descansar, siempre era estudia, estudia, estudia.

Me quedaba en casa todo el tiempo, no tenia tiempo para mí, Dulce llegaba cuando podía sus padres la ponían a trabajar con ellos para vacaciones, pero tenían piedad de mí y dejaban que Dulce llegara a distraerme un poco de todo.

Legado navideño #1Où les histoires vivent. Découvrez maintenant