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Cuentos de héroes y mitos de marineros...


Rhaenyra a menudo intercambiaba muchas conversaciones con la princesa Rhaenys, antes de la coronación, había sido decidido, pese a las malas opiniones del consejo, despedir a Otto Hightower como la mano, y colocar en su lugar a la princesa Rhaenys.

En una de esas conversaciones, la futura reina, vio la habilidad de la princesa con la espada.

— No es la gran cosa, nunca te he contado, Viserys y yo solíamos jugar con espadas de madera cuando eramos pequeños, los encuentros infantiles acababan con duros regaños para ambos, y muchos moretones bien ganados. — la mirada distante de la mujer parecía querer entrar en sus recuerdos y poder revivirlos aunque fuesen algunos segundos, ella, que siempre había sido reservada y muy cerrada a sus intimidades, se había ablandado un poco. — Mi madre prohibió estos juegos impropios, y nunca volví a tomar una espada, hasta este momento, pero soy una firme creyente, de que omegas o no, uno siempre debe estar preparado para lo peor. En un mundo como el nuestro, bajo un noble techo, nunca sabes cuando el filo de un metal podría salvarte la vida.

— La única mujer de la dinastía Targaryen que fue reconocida como una guerrera, fue la reina Visenya. — Daemon interrumpió la conversación entre ambas mujeres, y le lanzó una espada a su esposa, en la sala del trono. — Si quieres ser una reina, debemos enseñarles a tus súbditos, que no eres una debilucha. — en este punto, Rhaenys les había dado privacidad a ambos y se había marchado.

Rhaenyra, confundida, había apenas atrapado la pesada espada con dificultad. Y miraba extrañada a su esposo. Aquel le apuntó con Hermana Oscura; aun en su guarda.

— Laena decía que lo único que hacia era leer textos antiguos y vivir como un borracho, pero se sabe, gracias a esos textos, que Aegon solía luchar con Visenya. — Las facciones duras y rígidas de Daemon se suavizaron un poco y le dedicó a su esposa una sonrisa. — Siempre quise hacer esto, pero tú padre nunca me hubiese dejado, y después simplemente no era el tiempo adecuado. Ahora me gustaría pedirte, que me dejaras. Esa vez me dijiste que me necesitabas, como el conquistador y sus hermanas, entonces me tienes aquí, ¿vas a cumplir con tu promesa? — la futura reina sabia que su esposo no siempre expresaba tanto, esta vez lo había hecho, pero este, como muchos de sus otros secretos, le respondió de la misma forma, en su lengua madre Valirya.

Hoy y siempre, esposo mío, y hasta el ultimo de mis alientos.

Desde ese día, la servidumbre del castillo, miraba se forma extraña a la pareja, a sus futuros monarcas, ¿como a una omega se le permitiría el uso de la espada?, una vulgaridad sin miramientos, ante los ojos de las personas. Pero Daemon tenia sus razones, la crisis económica en el reino seguía ascendiendo peligrosamente, su hermano no fue un mal líder, sabia que había dejado las arcas rebosantes en oro, como lo había hecho Jahaerys, pero misteriosamente, parte de los fondos habían sido gastados, en cosas que no tenia forma de saber aún, tenia sus sospechas, pero debía comprobarlas aún, el estaba preparado para la guerra, pero no confiaba en los verdes viviendo con ellos como para dejar a su reina desprotegida, era lo menos que podía ofrecer, como su protector, como su esposo. Estaba consciente de que habría algún conflicto cercano pronto, y un rey siempre debía estar preparado para ello. No pudo salvar a su hermano de la ignorancia, pero no cometerá un segundo error con su reina.

Con el paso del tiempo, Jacaerys acabó uniéndose a los entrenamientos, como heredero al trono, la carga sobre los hombros del príncipe es mas pesada día con día, y Daemon como mentor no era de mucha ayuda, era en extremo estricto, incluso podía considerarse cruel, pese a ser su familia. Pero sabia que esos esfuerzos no serian en vano.

Albie Bamves - (Lucemond- Jacegon)Where stories live. Discover now