Capitulo XXXVIII: El Mirador .

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Val y yo volvimos a casa pasada las once, fue muy difícil despedirme de Raell, sin importar que mañana nos veríamos en el trabajo temprano. Ya quería compartir mis días con él de nuevo, pero como su esposa y compañera de vida.

—¡Estoy super cansada! Ser adulta no es fácil —lloriqueo Val tendida en su sillón de la sala—. No quiero trabajar mañana.

Solté una risita, parecía niña pequeña.

—Pero si pareces una bebé en este momento Val.

Fui a recoger sus zapatos tirados en la entrada. Si, sigo sin soportar el desorden.

—Igual, ¿de qué me vale parecer una bebé y tener una vida de adulta?

—Resignate Pelirroja, tus días de jugar con tierra pasaron.

Dejé los zapatos en el armario del recibidor y fui a beber agua. Yo también estaba cansada, pero debía adaptarme a esto, no había elección.

—Quiero mi esposo, así no tengo que presionarme a trabajar tanto —dijo y la mire extrañada, Val siempre se ha mostrado una mujer empoderada y con todos los hierros.

Supongo que como todos está en su momento de debilidad.

—¿Un esposo cambiaría las cosas? —pregunté y fui hacerle compañía a la sala. Me senté en uno de los sillones individuales.

—Claro que si Liz, necesitamos esa ayuda mutua que nos compré cosas y nos consienta cuando queramos —empezó a decir—, a las mujeres nos gusta sentirnos útiles si, pero también hay un momento donde queremos ser holgazanas sin preocuparnos de las facturas.

Tenía razón, Raell estando en casa juntos era de lo más consentidor. Muchas veces yo no debía preocuparme ni de mis gastos, aún cuando tengo mi propio sueldo.

—Si te oye una feminista te tira de los pelos —bromee.

—No me interesa, hasta esas mujeres independientes les hace falta un calorsito de amor masculino —rodó los ojos—. No está mal ser útiles, porque estar casadas no significa ser dependientes, pero todo depende del hombre que elijas. Casarse es vivir en equipo, un complemento. Ninguno debe ser más que el otro. Balance ¿entiendes? Qué ambos cumplan su función correctamente y con amor.

—Pero no todo es perfecto Val, hay diferencias —le recordé.

—Si hay amor todo se soluciona ¿Tu con Raell has tenido diferencias? —asentí, hemos tenido muchas—. Pero mira, se aman y se van a casar.

—Eso si, no puedo pasar mucho tiempo molesta con él. Cuando eso pasa buscamos maneras de solucionarlo.

—Exacto, solución en lugar de queja y orgullo. La mujer sabia edifica su casa, más la necia con sus manos la destruye. He allí la diferencia —me dio un guiño.

Hablar con ella era increíble, siempre tenía una lógica para todo. Así fue cuando hablamos del noviazgo en Dios. La diferencia entre un hombre temeroso y otro que no tiene esos principios.

—Pues espero ser la mujer sabia que edifica su casa —dije nerviosa. No quería ser una orgullosa y malcriada en mi matrimonio, quería agradar a Raell y corresponder ese amor que me da.

—Lo eres mi Liz, has demostrado serlo.

Ni tanto, huvo momentos en que fui un desastre pero gracias a Dios pude aprender a ser mejor persona.

Entonces recordé el tema de Val y Tito y negué la cabeza por lo tonta que fui al preocuparme. Val no caería en sus enredos así como así, es una muchacha muy centrada como para hacerlo. Así que no le daría más vueltas al asunto.

Arriésgate Liz. Where stories live. Discover now