Capitulo X: Tu Paz, Es Mi Paz Liz

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La imagen de Aaron y Raell frente a mí, vino a mí mente como una ráfaga. Aaron estaba vestido con traje formal, y un lazo muy elegante en el cuello de su camisa blanca. Estaba al final de una iglesia y yo en la entrada, cuando me vi a mi misma tenía un vestido de novia blanco largo y despampanante.

Frunci el ceño cuando comencé a caminar hacia el altar, vi a mi alrededor y note muchas personas pero no lograba distinguir sus rostros, estaban borrosos. En menos de lo pensado ya estaba junto a Aaron y el Padre frente nuestro, diciendo: ya puede  besar a su esposa. Lo mire confundida y  su rostro se acercó al mío para darme un beso, no hice nada para impedirlo solo cerré mis ojos sintiendo sus labios sobre los míos, estaban fríos y para cuando se alejó y lo mire no era Aaron, sino Raell quien había sellado ese beso conmigo.

ya eres mía, señora de Figueroa.

Un dolor de cabeza me taladró las sienes y desperté de mi extraño sueño muy aturdida. Me sentía muy mal, mi estómago pedía a gritos agua y los ojos me ardían como si hubiese llorado toda la noche.

Contemple el techo un momento y suspiré para mis adentros, preguntándome que estaba haciendo con mi vida, porque sinceramente esto de sufrir y embriagarme para olvidar a Aaron no era vivir. Eso sin contar que estaba usando a su mejor amigo para darle celos. Miré a Raell desde mi posición y me dio pesar ver que durmió en el sillón después de todo.

Todo esto era mi culpa, por quererme vengar él estaba pagando consecuencias que no merecía. Aaron y yo eramos como un tsunami incontrolable, arrastrando y dañando todo a nuestro paso. Pero Raell no lo merece, él es tan especial y bondadoso que debe quedar fuera de este rollo lo más pronto posible.

Ya luego hablaría con él, para buscar una forma de terminar con esta falsedad.

Me levanté de la cama y fui al baño para asearme, necesitaba con urgencia una ducha. Casi grito al ver mi apariencia en el espejo, mi cabello un nido de pájaros, los ojos hinchados y rojos y las mejillas enrojecidas.

¿Como puede el vino fino, dejarte tan fatal?

Borrachera es borrachera, sin importar que licor consumas.

Me di un baño largo, que despojara mi miseria externa y en cierta forma interna también, porque no hay terapia más reconfortante que estar bajo el agua limpiando cualquier angustia posible.

... Si la ducha fuese una caja mágica donde entras lleno de problemas y sales luego sin ninguno. ¡Una maravilla!

Pero es lo que es, así que se debe seguir adelante.

Luego de ducharme me vestí allí mismo en el baño, Raell seguía dormido en la habitación y no podía hacerlo allí. Me puse un top vino con mangas abullonada y un short de Jean talle alto rasgado en las piernas. Con mi cabello bueno, mi fiel coleta alta, no podía hacer más por el pobrecillo.

Salí del baño con la ropa sucia en mis manos y mi vista fue a Raell, seguía dormido. Sonreí para mis adentros, se veía tan adorable y calmado. Incluso así transmitía paz. Entonces el sueño que tuve vino a mi mente y negué la cabeza incrédula. Raell y yo casados ¿en  qué cabeza cabe?.

Eres mía, señora de Figueroa...

Su voz pareció tan real. ¡Qué locura de sueño! Y Figueroa ni siquiera debe ser su apellido. En fin, los sueños son sueños, fantasías y nada más.

Guarde la ropa usada en mi bolso y salí de la habitación para reunirme con los demás, aunque bueno; deben estar igual de mal que yo. La cuba fue con todos. Fui a la cocina por un poco de agua y note a varias personas de servicio limpiando los alrededores, también había personal haciendo el desayuno. Me acerque a una de las señoras y le pregunté donde estaban los vasos para servirme agua.

Arriésgate Liz. Where stories live. Discover now