= De la A(mor) a la Z(ombies) || Hyunlix =

50. Hogar es donde está el corazón

—¡Maldita sea, Minho, esta casa es enorme! 

Había recorrido a pie el corto camino desde la oficina central hasta la calle donde vivirían. Soltaron risas al ver a Jisung recorriendo el terreno a pasos agigantados, y un evidentemente interesado Minho que observaba a detalle el gran jardín delantero de la casa. 

—Por ahora no podremos darles el auto, eso será más tarde, pero les aseguro que lo tendrán en menos de una semana. —Explicó Seungmin, pero la atención de los contrarios estaba en otras cosas.

Minho no paraba de recorrer el jardín, cada planta, cada flor, cada maceta, e incluso, cada gnomo de jardín que encontraba le hacía feliz. El otro chico subía y bajaba por la casa, sus pesados pasos podían escucharse al igual que sus gritos de emoción. Seungmin suspiraba agotado, agobiado entre aquellos dos, y tal vez cansado por otro tema.

—Oye, Seung. —El chico reaccionó ante su voz, caminando hasta la reja de la puerta. —Vamos a ver a los niños, ¿vienes?

El chico murmuró un agotado "gracias a Dios", sin pensarlo dos veces para seguirlos, escapando de aquella situación.

Jeongin venía con ellos, y detrás, Felix y Hyunjin, quienes miraban atentos cualquier cosa en su camino, al igual que ponían especial atención en los tres delante de ellos. Todos parecían cercanos, interactuando tan amistosamente al igual que ellos eran bien recibidos por las chicas, era como si los otros tuvieran su pequeña familia igual a la suya, pero conformada por peculiares personas que solo podían quererse entre ellas.

Y ahora, tal vez estaban a punto de unirse a ese pequeño infierno, o paraíso, dependiendo de lo que pasara. Lo cierto es, que todo parecía ir perfectamente, por primera vez desde hace mucho tiempo tenían la sensación de que nada malo estaba por pasar, o al menos, podrían gozar de paz por al menos unos días.

Caminaron a paso lento por todo el lugar. Hyunjin conocía el camino de a poco, ese era el barrio de Chaeryeong, según recuerda, lastimosamente aquella vez había llegado de noche, y solo a penas en ese momento se permitía apreciar el precioso lugar. Las casas eran grandes, más parecidas a pequeñas mansiones de dos o incluso tres plantas y múltiples habitaciones, todas eran hermosas, con patios floreados y vistas que él nunca creyó poder ver en su vida normal.

Hyunjin no era pobre, afortunadamente para él, su madre y su padre se encargaron de darles a él y Yeji la mejor de las vidas que pudieran darles, pero su modesta casa de 4 cuartos era nada en comparación con el espacio que veía. Cuando el Clan había mencionado los recursos materiales, no se imaginaba el alcance de lo que prometían. Incluso si tal vez todo aquello era "robado" a sus dueños convertidos en zombies, no cambiaba la idea de que el lugar de a poco se convertía en un lugar habitable, un pequeño oasis de vida.

Había notado también, que justo al final de la calle en donde se encontraba la casa de Changbin y la de Chaeryeong justo al lado, se alzaba una improvisada pared de rejas metálicas y maderas con forma de estacas, no era necesario analizar mucho para saber que servía como barrera contra los zombies, protegiendo aquellos que se encuentren dentro. 

Escuchó risas, risas infantiles, al alzar la vista, encontró que habían llegado hasta un campo de fútbol, dividido por rejas metálicas con una pequeña puerta abierta. Sin pedir permiso, los tres hombres delante de ellos se adentraron al campo, siendo fácilmente notados por los niños dentro.

Para su sorpresa y la de Felix, los niños no parecían aterrados, ni mucho menos. Uno de ellos incluso se tomó el tiempo de llegar hasta Jeongin, tomar su mano y llevarlo con ellos para participar dentro del juego, logrando sorprenderlos aún más.

Chan probablemente estuvo al tanto de sus miradas incrédulas y llenas de sorpresa, porque les sonrió divertidamente a la vez que su mirada volvía a los niños, y a Jeongin, quien se había vuelto uno más de aquel pequeño partido deportivo.