3. Fuego y estrellas

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Tomó uno, dos, tres y más paquetes de ramen instantáneo de la repisa, volteando a todos lados con el corazón bombeando sangre a sus venas de forma agresiva, amenazando con desmayarse del miedo a cada instante. Llenó su mochila con ellos, todos paquetes de ramen, era lo único que sabía cocinar.

A sus 21 años, Han Jisung vivía aún con la imaginación de un pequeño, creando historias en su mente en las cuáles él era protagonista y héroe, en donde no necesitaba de nadie más para cuidarlo. Sin embargo, la realidad era cruel y tan diferente a lo que él imaginaba.

Oyó pasos y todos sus nervios se dispararon, tenía miedo, siempre tenía tanto miedo cuando tenía que salir de casa por comida, pero era tan difícil obtener solo paquetes de ramen. Se había alejado de casa mucho en este último viaje y ahora se arrepentía.

Con cuidado atravesó los pasillos intentando no ser visto, no podía ubicar los pasos, no sabía si era por el eco o los incesantes nervios le estaban jugando una mala pasada, pero no traía un arma o al menos algo que pudiera llamar arma, estaba desprotegido y necesitaba salir de allí pronto.

Salió de la tienda y comenzó a correr, ya no le importaba nada, solo necesitaba correr lo más rápido que sus cortas piernas podían, a veces odiaba mucho no haber crecido como sus amigos, no había crecido ni física ni mentalmente, Han Jisung estaba atrapado en el cuerpo y la mente de un niño pequeño.

Corrió y corrió, hasta que un estruendo se escuchó retumbando en el cielo. ¿Disparos? Pensó. Era imposible, conocía las leyes de su país de principio a fin, se había encargado de estudiarlas después de saber que el mundo se enfrentaba a una catástrofe.

Además, el sonido era más débil, sonaba como fuegos artificiales, ¿qué imbécil estaba usando fuegos artificiales? Antes de que pueda pensar más en ello, dobló en una esquina y su corazón saltó ante la imagen. Había montones y montones de ellos, y Jisung se encontraba justo al frente de una horda completa, si hubiera sido uno tal vez bastaría con correr, pero esos eran suficientes para saber que le quedaban a penas segundos más de vida.

Se congeló, sudando frío sin saber qué hacer, volteó y comenzó a correr pero ya parecía tarde, todos estaban detrás de él ansiosos por probar del manjar que era su carne.

Jisung escuchó otro estallido, si había humanos con fuegos artificiales, será mejor que ellos pudieran salvarlo porque era su única esperanza en ese momento. Así que dobló en otra esquina, siguiendo el sonido de los estallidos y oyendo los pasos de los zombies detrás de él, y al enfocar lo suficiente su vista logró verlo, había un chico parado en el techo de una casa, siguió corriendo hasta ver que el chico sostenía un arco y una flecha en llamas.

—¡Oye tú, pequeño! —Llamó desde lo lejos. —Usa el auto para subir acá.

Y así como el extraño le dijo, se trepó al coche y luego al techo de este para llegar donde él estaba, el chico soltó la flecha en llamas, cayendo a los pies de unos cuantos zombies y de repente todos ellos estaban ardiendo.

Las llamas ganaron más y más altura, los zombies restantes al final de la horda no tardaron mucho en comenzar a arder también, y de repente, números cuerpos putrefactos ardiendo vagaban por la calle, convirtiéndose en carne quemada, de forma tan rápida.

El chico a su lado se reía, no había parado de reírse desde que el fuego inició, sus amables ojos cafés habían tomado la forma de medias lunas mientras él reía como un loco, pero por alguna razón que no sabía, no le asustaba. El chico tomó un respiro y se tranquilizó, aún feliz de lo que había logrado, luego le dirigió la mirada con esa sonrisa tan sincera.

= De la A(mor) a la Z(ombies) || Hyunlix =Where stories live. Discover now