—Tss, será mejor que lo hagas rápido si quieres ganarme a mí —. Hablo con esa sonrisa socarrona que tanto odiaba. Jess lo miro neutralmente y tomo ese reto muy enserio tallando más duro.

—HAAAL JOORDAN —. Una voz melodiosa sonó desde el exterior de la zona. Una inesperada visita. que Hal conocía bien, entro a la estación. Era Carol, su novia e hija del mismísimo alcalde. Volvió a pararse y la pelinegra se abrazó de su cuello.

—Hola nena. —Saludo.

—Prometiste llevarme a una fiesta. —Hizo un puchero para después voltear a ver a quien consideraba un mal tercio —. ¿Quién es... ella?

—Oh, pues... —Aclaro su garganta. —Mi compañera, ya sabes, la nueva. —Contesto y la del vestido zafiro asintió levemente. Soltó a su pareja, acercándose a la chica para saludarla educadamente estrechando sus manos, ignorando el hecho de que la mayoría de sus extremidades estuvieran sucias y pegajosas.

—Mucho gusto, Carol Ferris —. Se presento, limpiando discretamente su mano en la tela de su ropa.

—Jessica Cruz —. Hablo con cierta timidez.

La ojivioleta apresuro al chico para irse y él solo le dio la razón. Hal antes de salir por completo se dirigió a la castaña. —¿Puedes cerrar la comisaria?

Ella asintió atrapando un aro metálico unido con múltiples llaves. Vio como subieron a su auto, y formó una última mueca fingida para aquella mujer que la exterminaba con la mirada quedándose así, sola.

Ya dentro del coche, Carol movió el sillón y sin querer abrió la guantera encontrando ahí una carpeta de color marrón. La sostuvo con curiosidad.

—¿Qué es esto?

El practicante de policía observo.

—Nada importante, nena. Trabajo.

Se lo quito poniéndolo debajo del asiento del copiloto.

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Pasadas de las dos de la madrugada, la celebración exitosamente había concluido con barrigas llenas y corazones contentos, por lo que, al despedirse, la mayoría se fueron exhaustos. Y aunque ya querían irse también, faltaba por restaurar todo para trabajar el día siguiente.

El ojiazul llevo en brazos una caja de envases vacíos al cobertizo para cambiarlos por otros nuevos, cuando regreso se dio cuenta de que Karen luchaba por mantenerse despierta. Barbara, que todavía estaba ahí, comenzó a hablarle.

—Hey Bee, no es necesario que te quedes para recoger todo.

—¿Bromeas? Es mi trabajo. —Dio otro bostezo. El rubio y la pelirroja la vieron preocupados, empezaba a delirar. —Solo voy a... a... cerrar los ojos por un momento. —Se acomodo entre dos sillas y se quedó profundamente dormida.

No estaba acostumbrada a quedarse despierta hasta muy tarde.

Barry miro a su amiga con ternura, en cambio, Barbara retenía sus impulsos de dibujarle un bigote en la cara. Luego ambos se dedicaron a acomodar todo al almacén.

—Gracias por ayudar, creo que no podría haber hecho todo esto yo solo. —Agradeció sosteniendo su nuca.

—Ay, no es nada. ¿Para qué son los amigos? —Hablo después de recuperar aire, orgulleciendo al chico por su última oración ducha. —Solo falta una caja, ¿verdad?

—Sí está afuera. —Respondió mientras barría una esquina del almacén, pero giro a causa del estruendo que se escuchaba cuando la puerta del cuarto se cerraba.

—Uy espera. —Barbara actuó rápido y la volvió abrir por completo. —No querrás quedarte aquí encerrado. —Bromeo mientras recargaba la puerta contra la pared, llevándose el cartón donde las otras, olvidándose de un pequeño detalle...

OH NO, ON NO, ON NO. Ahora estaban en problemas.

El barril que sostenía la puerta no estaba presente, y ahora estaban encerrados, ellos solos, sin nadie que los socorriera.

Barry prendió en foco para no quedarse a oscuras e intento de varias formas jalar el portón de hierro sin ningún éxito, pues únicamente tenía cerrojo de la parte exterior y solo quedaba esperar a que de milagro a Karen se le ocurriera revisar la alacena.

—KAREEEEEEEEEEEEEN —Ni el abrupto sonido lograba despertarla.

Suspiro.

—Ya que —. El derrotado chico se dejó caer a la par de la pelirroja, y sin decir nada, se dio cuenta de que ella se sentía culpable. —Pasa muy a menudo, ¿sabes?

—¿En serio? —Dijo quitando las palmas de las manos de su rostro.

Demostró una leve sonrisa al recordar.

—Una vez, Garth quedó atrapado, y tuvo que salir por la ventilación.

—¡No! —Expreso tratando de ocultar su risa.

—Sí, en ese entonces todavía era pequeño, pero no le digas que te dije... —Hizo un gesto de miedo. —o nos a ir mal.

Estuvo de acuerdo. Ambos se recargaron bien para hablar más cómodamente, aunque solo de vez en cuando intercambiaban miradas. Después de un par de minutos, Barbara no pudo evitar ser imprudente.

—¿Desde cuando trabajas aquí?

El joven tardo en contestar.

—Lo suficiente como para ya casi irme del pueblo.

—Oh... —Ahora no sabía que responder, sin embargo, al ver su gesto deprimido, quería animarlo de alguna forma, aunque fuera con uno de sus chistes malos. —Qué curioso, yo apenas llegue y tu ya te estas yendo. Parece ser que el destino no quiere vernos juntos, ¿no?

—Hmm, eso parece. —Allen hablo mas animado.

—Aun así —. Se recargo inconscientemente en el hombro del rubio. —Me alegra que nos hayamos hecho amigos, porque si somos amigos, ¿verdad? —Bostezo.

—Claro que sí Babs —. Poco a poco fue cerrando los ojos.

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Los rayos penetrantes del sol anunciaban que ya era de día, y, sobre todo, que ya era muy tarde. Karen se levanto perpleja; en cualquier momento alguien podría entrar, pensó.

Con prisa llego hasta el fregadero de la cocina para lavarse la cara y así reactivar al cien por ciento su energía. Tomo una toalla de papel secando hasta la ultima gota de agua, de pronto, escucho unos mormullos al fondo del pasillo, en el almacén ¿había alguien adentro?

Trago saliva, no lo iba a negar, le dieron escalofríos. Aun así, tomo valor para agarrar una escoba e ir hacia la dirección de dichos sonidos.

Cuando abrió, todos su miedo y pánico se esfumaron al observar a Barry y Barbara durmiendo MUY unidos. Los murmullos eran ronquidos y venían de esos dos.

Rodeo los ojos y solo con el golpazo del palo contra la puerta hizo que se despertaran aturdidos.

—Siento arruinar su pequeño momento, pero, estamos a punto de abrir y...

—Ah si claro —. La ojiverde se paro avergonzada. —Tengo que irme, mi papá debe de estar muy preocupado por mi —. Se despidió moviendo la mano de un lado a otro.

La morena se quedo mirando fijamente al chico con la ceja alzada y brazos cruzados.

—¿Qué?

—Nada. 

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CONTINUARA...

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AGAIN! (DCsuperherogirls)Where stories live. Discover now