Sweet's Diner

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Capítulo 5.

Un día al año se elogiaba el aniversario de Sweet's Diner como un acontecimiento conmemorado para muchas personas, pues, a pesar de que a simple vista solo fuera una cafetería común, había llenado vidas enteras al pasar de los años.

Al momento de pasar a lo profundo del lugar, Barry se dio un estirón y comenzó a acomodar las mesas y sillas, para que cuando llegara Karen, ambos se encargaran de abrir el café.

No paso ni un minuto de que la pelinegra rotara el letrero de "cerrado" a "abierto" cuando la gente empezó a entrar en pares. Justo el día del nacimiento del local, era cuando más ventas tenían, y para agradecer esa extraordinaria incidencia, organizaban un evento con un enorme banquete en la noche, que ahora estaban muy atareados en crear.

Mientras tanto, una joven pelirroja intentaba colarse por tercera vez consecutiva a la tienda que tanto le intrigaba, como pasatiempo o por puro entrometimiento, aun no lo decidía francamente.

Tomo el destornillador para aflojar tornillos, los cuales no existían, pues esos tablones no contenían nada que los uniera con las paredes. Seguramente debían de estar del lado opuesto, se dijo.

Tiro la herramienta que no le había ayudado en nada. Se giro y recargo contra el muro, agotada y sin ideas.

Una sombra se posó frente a ella viéndola fijamente y Bárbara alzo la mirada. El rubio se quedo un momento analizando todo el desorden de la banqueta para luego volver a poner su atención en la chica.

—¿Ocupada?

—No, creo que tomare un descanso —. Respondió al mismo tiempo en que sostenía el brazo de su acompañante para levantarse.

—En ese caso, ¿no quieres venir? ¡Va a comenzar la pachanga! —Empezo a bailar como un gusano en agonía. La pelirroja comenzó a reír a carcajadas, asintiendo en el proceso.

Recogio sus cosas y se aventuraron a cruzar la calle.

Cuando el ambiente se puso bueno, Barbara noto la presencia de la chica ruda que conoció cuando apenas llego, y junto con sus dos amigos decidieron juntarse con el par para que socializaran. Sin esperar mucho resulto una conversación muy agradable sobre anécdotas y travesuras que ocurrieron años atrás cuando todavía eran unos adolescentes saliendo de la pubertad. Las carcajadas de oían hasta la otra esquina de la cuadra.

—Vaya... —Barry limpio las pequeñas lagrimas que salieron de tanta risa. —¿De verdad le hicimos eso al señor Chapín? No lo recuerdo.

—¿Cómo qué no? ¡Fue un primer día de clases! Mucho después de que nos conociéramos —. Contestó Kara después de tomar un sorbo de su soda. En eso Garth arqueo las cejas.

—¿Y hace cuánto fue eso?

Kara alzo los hombros con desinterés.

—No lo sé, hace unos años.

—¿Dónde? —Le siguió Barry.

—Ehh, no lo recuerdo.

—Igual yo, no tengo memoria de cómo te conocí, ni a ti, ni a los demás. ¿no es raro? —El menor se recargo en la pared.

—Yo pienso que solo tienen una pésima memoria, porque yo si lo recuerdo todo. —Todas las miradas se dirigieron a Karen. —En la escuela bobos, cuando Garth y yo éramos de nuevo ingreso.

Todos asintieron y Barbara no sabía de qué estaban hablando, pero era muy divertido verlos.

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Solo faltaban fregar los barrotes oxidados de las celdas, a decir verdad, era lo más arduo después de despegar chicles debajo de las mesas. El castaño se posiciono aun lado de ella, tal vez para ayudarla, aunque no se confió. Le dio una mirada rápida y luego regreso a su trabajo.

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