《 O S C U R I S E C R E T I 》

C A P I T O L O P R I M O

Agustín un hombre alto de ojos verdes agua, cabello castaño claro, un poco moreno, educado, amable, cariñoso y amoroso con sus dos hijos, responsable, dueño y director de la Universidad más importantes del país.

A Aleesha ya no le faltaba mucho para adentrarse a San Francisco cuando de pronto freno de golpe cuando un auto se le atravesó en el carril poniéndose delante de ella. Enojada aceleró la moto hasta ponerse al lado del auto golpeando con su mano la ventanilla. Él hombre la miró sacándole el dedo del medio con una cerveza en la misma mano, aceleró el auto alejándose de Aleesha con una sonrisa burlona.

La pelinegra se fijo la matricula y una sonrisa aparecio en su rostro.

-Me apiado de tu miserable destino imbecil- murmuro.

Se fijo por el espejo retrovisor para ver si venía alguien detrás de ella y al ver que estaban lejos, se pasó hacia el otro carril saliendose de la carretera. Estacionó su moto cerca de unos árboles, se bajó mirando el bosque que tenía frente suyo. Sacó una cajetilla de cigarros y un encendedor de su chaqueta, llevo el cigarrillo a su boca mientra cubria con su mano la llama del encendedor para que no se apagará por el viento. Inhalo el humo sintiendo como sus pulmones se llenaban expulsó el humo por su boca y nariz mientra miraba el cielo gris oscuro indicio de llover nuevamente.

El color del cielo gris oscuro le hacía recordar a los ojos de una persona que había conocido hace unos años atrás, aquellos ojos casi se parecían a los de Aleesha con la diferencia que los de la pelinegra son mucho más claros parecido al cristal llegando a ser muy poco inusual ya que el iris estaba rodeado con el anillo limbal negro. Haciéndolo más notorio, raro y asombroso a la vez para todas las personas. Para las demás personas sus ojos eran hermosos pero para ella era lo que más odiaba y aborrecía por que los había heredado de su madre, le hacía recuerdo a ella cada que se miraba al espejo.

Agarró el manubrio de la moto para esconderla en unos de los arbustos grande que estaban tapando los troncos de algunos árboles. Una vez escondida la moto se adentro al bosque, mientra caminaba por el bosque percibía una tranquilidad única y agradable, tan agradable que le agradaba lo que sentía cuando estaba sola en el bosque sintiendo el viento correr por su cuerpo y escuchando los sonidos que hacían pájaros y los árboles al moverse por el viento.

Seguió caminando hasta que se encontró con un par de conejos muertos, hizo una mueca al verlos todos mordisquiados por algún animal salvaje quizás. Paso de largo arrugando su nariz por el olor a carne podrida. Se detuvo al ver un pequeño río largo, rocas grandes y medianas en él, algunos pájaros pequeños asentaban para tomar agua en la orrilla o bañarse, una imagen muy hermosa. Se dio la vuelta viendo un árbol detrás de ella, camino hacia allí y se sentó en el suelo mientra que apoyaba su espalda en el árbol. Miró el río por unos minutos hasta que sintió la necesidad de fumar nuevamente. Necesitaba tranquilidad y paz para ignorar las voces y pensamientos molestosos un momento. Sacó un cigarro de su cajetilla y volvió a fumar con los ojos cerrados disfrutando del viento frío, escuchando sólo los sonidos que producía el bosque solitario.

Pero como nada dura para siempre, su celular comenzó a sonar dándole a entender que la estaban llamando. Sacó su celular del bolsillo delantero de su pantalón y miró la pantalla para saber quien la estaba llamando aurrinando su momento de paz.

¿No puede dejarme un puto minuto en paz? Pensó mirando el nombre de Agustín en la pantalla de su celular.

Pero al final contestó ya que si no lo hacía Agustín se preocuparía y sería capaz de mandar a guardaespaldas que la buscarán bajo cielo, tierra. Es un hombre muy sobreprotector con las personas que quiere y a Aleesha la quiere como una hija más a pesar que ella no es muy cercana a él, por que se había dado cuenta del rechazo que Aleesha tiene hacía los hombres y a toda las personas en general pero más al contacto masculino.