3. Le gustan las cosas grandes

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A pesar que no podía decirse que el Árabe hiciera trampa en sus actividades deportivas, Dev sentía que hacían trampa en la vida

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A pesar que no podía decirse que el Árabe hiciera trampa en sus actividades deportivas, Dev sentía que hacían trampa en la vida.

Tenían un mejor presupuesto para uniformes nuevos, campos limpios de entrenamiento con un césped de la misma calidad del que usaba la selección nacional del país en sus estadios oficiales y podían pagar entrenadores que hubieran sido ex jugadores en ligas nacionales o extranjeras.

De esa forma, el equipo de fútbol del colegio árabe había logrado posicionarse hasta ganar el torneo intercolegial durante tres ocasiones consecutivas y haber logrado ingresar con éxito a tres jugadores dentro de la liga nacional.

Y si bien el Richard Moore y Nuestra Señora de la Pureza eran colegios privados, estaban en un nivel totalmente distinto que el Árabe.

—Tómame una foto así —ordenaba Rosa al mismo tiempo que posaba de todas las maneras posibles en las que pudiera resaltar la gran medalla dorada que pendía sobre su cuello—. Así como que diga ¡Ganadora de la primera edición del intercolegial de flag football de la ciudad!

El grupo de chicas descansaba bajo la sombra del toldo del colegio, tomando un merecido respiro después de su victoria y ser acosadas por las miradas de los estudiantes del Felipe Andrade.

Eliana, quien se había quitado los lentes de contacto y colocado sus lentes redondos, se inclinó hacia Dev.

—Lo dice la que llevaba toda la semana quejándose de participar en una actividad politiquera como esta.

Rosa frunció el ceño y apuntó un dedo hacia ella.

—¡Te escuché! ¡Y puedo seguir quejándome de la estafa del gobierno sin dejar de disfrutar de mi medalla del primer lugar! —exclamó—. Que pésima novia eres, Eli.

Eliana arrugó la nariz.

—Sabes, ya no quiero ser tu novia —respondió y le dio una mirada a Dev—. Te la devuelvo.

—Que va, yo tampoco la quiero —respondió, conteniendo una sonrisa—. Es lesbiana y requiere mucho mantenimiento.

Génesis, quien se había limitado a quedarse en una esquina luego de tomarse fotos con el equipo, alzó la mirada hacia Rosa. Dev notó, incluso desde la distancia que los separaba, la adoración que le tenía a su amiga.

Solo les quedaban cuatro meses antes de terminar su último año en el colegio y durante esos seis años de educación Rosa no había tenido oportunidad de salir con una chica.

Y no es que fuera algo necesario de hacer durante la adolescencia, de hecho, muchos de sus compañeros no lo habían hecho y era algo bastante común. Pero para una chica lesbiana como ella, las posibilidades disminuían drásticamente, incluso en un lugar tan gay como un colegio católico.

—Por favor, tu sí eres exagerado —respondió Rosa, llevándose una mano al pecho para fingir indignación—. ¿Difícil de mantener? Solo tienes que darme besitos cada tres horas, ver películas extranjeras por Zoom conmigo, escucharme hablando de los Stray Kids durante todo el día y acompañarme a los juegos de la liga de flag.

Todavía te odio, SamiWhere stories live. Discover now