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Alguna vez escuché a mi abuelita decir que había conquistado a mi abuelito solo con la comida que preparaba. Creía que era sumamente adorable, después de todo la magia de la cocina se podía propagar de paladar en paladar.

Yo era una aspirante a chef pero mientras tanto también era una mesera de un restaurant que poco a poco iba teniendo reconocimiento "El restaurant". Los olores, texturas y las nuevas o tradicionales combinaciones de sabores me fascinaban. De lunes a viernes, en la mañana y parte de la tarde servía y por las tardes ayudaba al Chef que increíblemente se llamaba "Fech" era un buen amigo de mi familia y me estaba ayudando a perfeccionar mis capacidades, él decía que tenía una "Sazón gastronómica" espectacular.

Volviendo con lo que empecé, Mi nombre es Myoui Mina una simple, idealista y torpe chica de 25 años con cientos de deseos, anhelos pero pocos sueños, y ¿por qué hice referencia a los que dijo mi abuelita? Simple, estaba irremediablemente enamorada y mi brillante idea para conquistar a mi amor era por medio de la gastronomía.

Un día, en mis momentos de mesera ví a una joven aparecer y sentarse en una de las mesas para dos al lado de las grandes ventanas para tomar un café helado junto a una mochila, una libreta y un lápiz. Se quedó por dos horas, sus cálidos y brillantes ojos llenos de vitalidad y dueños de una belleza inigualable me miraron fijamente, y aunque sus carnosos labios no pronunciaron más palabras que su orden, un gracias y un hasta luego, me regaló una sonrisa amable y sincera. Eso, solo esos pequeños detalles fueron suficientes para robar mi corazón.

Desde entonces cada vez que la veía, dos veces por semana para ser exacta, mi corazón saltaba de emoción y felicidad y parecía que cada vez era más bella, como si eso fuera posible. Me adelantaba para tomar su orden y cuando no alcanzaba solo me resignaba a mirarla, aunque realmente deseaba escuchar su dulce voz. El caso era que cuando la atendía, era más o menos así:

-¡Hola! Buenas tardes, ¿puedo tomar su orden?

No sé cómo lo hacía para no tartamudear para decir solo eso y ella, a pesar de estar observando el menú siempre decía:

-Hola, buenas ¿Qué me recomiendas hoy?

Junto a una encantadora mueca que indicaba indecisión para luego mirarme expectante, pensaba en sus gustos ya que había descubierto que prefería lo salado antes que lo dulce, que le encantaba los vegetales y su fruta favorita eran las fresas, le mencionaba un platillo, le explicaba brevemente en que consistía, me escuchaba con atención y siempre aceptaba con gusto mi elección.

Cada vez que terminaba la veía con una brillante sonrisa, me decía "Estaba delicioso, muchas gracias", yo solo podía decir a penas un "No hay de qué", pagaba la cuenta, dejaba una gran propina y se iba junto con mi corazón. No era capaz de decir algo más y aunque uno de mis anhelos era poder conversar con ella yo era muy torpe y sabía que lo sería más si por primera vez me había enamorado.

Y estaba segura de ello porque una vez que le llevé un café helado junto a un vaso de agua me tropecé y se la derrame encima, ella solo hizo una mueca extraña, me disculpé muchas veces, pero al final creo que la estrese, se disculpó también para levantarse al baño. Eso había pasado hace muy poco y la vergüenza seguía intacta.


*

¡Hola! esta es una nueva historia que nació a raiz de un típico dicho que escuché algunas veces. Ojalá sea agradable de leer... Ojalá que alguien quiera leerla xD de igual manera la dejaré por aquí.

Buenos días/tardes/noches no olvides que "you gotta know that you're one in a million" :)

El Amor llega por el Estómago - MichaengWhere stories live. Discover now