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𝒘𝒐𝒐 𝒂𝒉 — 𝒄𝒓𝒖𝒔𝒉
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Despertó alarmado por una fuerte sacudida.

—¿Por qué dejas la ventana abierta? ¿Quieres enfermarte?

Su madre era, quién le daba los dulces buenos días.

Había regresado, no recordaba cómo. Tigger dormía a un costado suyo, estirado y cómodo. Parecía no haber hecho ruido alguno pues en toda la mañana no recibió ninguna pregunta más el: ¿Por qué la ventana abierta?

—Un golpe de calor, no podía dormir.

Al ver la hora corrió en dirección a su lugar en el mundo, o al menos en aquél pueblo; la pista.

Tras muchos años de esperar al frío invernal para poder armarla, se logro crear una pista de patinaje sobre hielo cerrada que estaba disponible todo el año, para suerte de KiHyun.

Parecía una misión encubierta el simple hecho de ir, pues su madre se lo había prohibido hacía un buen tiempo atrás, ella creía firmemente que no era un deporte apropiado para hombres, más aún si se trataba de su hijo. 

Fue su adorada abuela, quién a escondidas le habia conseguido un par de patines propio que ambos escondían muy bien, al igual que el hecho de que tomara clases.

Su profesor aguardaba por él con una sonrisa de oreja a oreja, algo inusual, su semblante solía ser severo a la hora de dar clases, luego de eso era la persona más dulce y risueña del pueblo. 

—KiHyun te tengo buenas noticias— anunció este, mientras esperaba que el menor se colocara sus patines.

—Eso es genial.

—Tendras un solo en la fiesta de invierno— soltó rápidamente, levantando los brazos emocionado esperando por una reacción que nunca llegó.

Eso no es nada genial, pensó. 

KiHyun aún estaba intentando procesarlo, pero no podía defraudar a una persona que le había dado tanto y confiaba en él, así que con sus patines a medio poner, fingiendo emoción, saltó y gritó emocionado, siguiendo a su entrenador.

—Bien— el señor Lee retomó su compostura seria —Hay que prepararse, comenzando ahora.

Tras dos horas de arduo trabajo, ya era tiempo de volver a su casa pues tenía una pequeña travesía planeada. Se despidió del entrenador y salió corriendo del club.

Lo primero que siempre hacia era esconder sus patines en la habitación de su abuela, hoy estaba solo en casa y eso era exactamente lo que buscaba.

Rápidamente se puso manos a la obra y en poco tiempo tenía dos bandejas de galletas recién horneadas. Una de ellas, más bien su contenido, quedó bien guardado dentro de una bolsa de tela en su habitación y la otra era la coartada.

Sabía de sobra que arriesgaba su vida, pero ahí estaba de nuevo, esta vez golpeando con insistencia la misma ventana por la que había ingresado hace apenas dos días.

Está se abrió sin avisar, de la misma forma veloz, KiHyun entró y la ventana se cerró.

Quedó de pie, un poco aturdido por la rapidez, detrás de HyunWoo, observando su espalda preparado para cualquier cosa que tuviera que decir —¿Estás loco?— el mayor se volteó —Esto es peligroso y si no te preocupas por ti mismo, deberías saber que para mí también lo es.

HyunWoo parecía alterado pero no gritaba, su voz era tan tranquila que aquél sermón parecía una melodía.

—Lo siento, es que me gustó estar aquí y...— mantenía las manos detrás de su espalda, escondiendo la bolsa.

—No es excusa. Supéralo y no vuelvas— masajeó el puente de su nariz, suspirando exhausto.

—Pero...

—Realmente no tienes idea de todo lo que pones en riesgo ¿Verdad?

—¿Puedes dejarlo? Traje galletas.

HyunWoo quedó en silencio, esto no podía estar pasándole. Suspiró. —Pareces un caso perdido.

KiHyun levantó sus hombros y los volvió a bajar, restándole importancia. Corrió en dirección a la mesa ratona de la sala de estar y se sentó en el suelo frente a ella.

—Ven a comer, HyunWoo-ssi.

—Está bien, pero en la habitación. Hoy fue agotador, necesito recostarme.

—¡Buuu! Eres un viejo— rió KiHyun. Rápidamente se puso de pie y corrió a la habitación, detrás suyo, el paso cansado de HyunWoo lo seguía.

—No soy un viejo— aclaró —Cualquiera estaría cansado en mi situación— se recostó en la cama, dejando salir un quejido al sentir su espalda por fin relajada sobre una superficie blanda.

—¿Cuántos años tienes?— preguntó apenas entendible, pues su boca estaba llena de galletas.

—Veintiséis.

—Oh, sólo siete años mayor— tragó —Siento que tu trabajo es muy disparejo a tu edad.

—Estoy aquí desde que era más joven que tú.

—¿Es eso legal?

Silencio —Hay excepciones.

KiHyun siguió comiendo, a pesar de que aquellas galletas fueran especialmente horneadas para el oficial.

—Las hice para ti ¿Puedes probar una?

HyunWoo se sentó. Observó a KiHyun extender la bolsa en su dirección, insistente.

—¿Tu realmente tienes diecinueve?— tomó una galleta y le dio un mordisco —Pareces más niño.

—No todos tenemos una carrera militar.

—Carajo, esto está delicioso ¿Lo hiciste tú?— interrumpió el moreno, con los ojos bien abiertos saboreando a más no poder aquella delicia entre sus manos.

—Me alegra que te guste.

Comieron un par más, hablaron algunas pequeñeces y ya estaban durmiendo, esperando a que el despertador de las cinco de la madrugada sonara.

Comieron un par más, hablaron algunas pequeñeces y ya estaban durmiendo, esperando a que el despertador de las cinco de la madrugada sonara

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Un poquito de rellenito y felicidad <3

No les parece raro como un chico va a la casa de otro que ni conoce a darle galletas porque pintó? si, a mí también. Uds no hagan lo mismo ._.

Que no se note que no planeo nada antes de escribir, en fin.

H.

¡STOP! [sʜᴏᴡᴋɪ] ·𝙷·Where stories live. Discover now