El aventón

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Maldito insomnio, esa madrugada no había podido dormir nada bien, no era la primera vez que me pasaba, me desperté agotada, no tenía fuerzas para levantarme, los ojos se sentían pesados, no podía mantenerlos abiertos, no había escuchado la alarma o quizás había olvidado del todo ponerla, mi mamá seguramente tenía guardia en el hospital, me acerqué a la mesa auxiliar que estaba a un lado de mi cama para buscar mi teléfono, cuando vi la hora eran las 7:10 AM, tarde para alguien que se levantaba puntualmente a las 6:00 AM.

Prácticamente me tiré de la cama al ver la hora, lavé dientes incluso hasta mal creo yo, por suerte mi mamá dejó hecho el desayuno y ni hablar de mi peinado o más bien la falta de peine que tenía en mi cabello, en pocas palabras, salí hecha un desastre, yo jamás había llegado tarde a la escuela y formaba parte de mi propio papel del estudiante aplicada y puntual, soy tan lenta para prepararme, aunque ocupé mi mayor esfuerzo, salí de mi casa a las 7:30 AM, a esa hora era difícil conseguir el transporte, alcancé a tomar el primer autobús de escala, pero aún me faltaba otro para finalmente llegar a mi escuela, me estaba comenzando a desesperar, Marian me había escrito por Whatsapp al no haberme visto cuando llegó, la costumbre de verme sentada ahí sola esperando que alguien extrovertido llegara mágicamente y me sacara conversación.

Estaba parada en el borde de la acera, esperando solemnemente que llegara el autobús, mientras veía los autos pasar, hacía un poco de frío, con la prisa no tomé siquiera un abrigo y ya me estaba cubriendo la humedad del clima, vi un carro blanco y moderno que frenaba su paso en mi dirección, se detuvo a mi lado y pitó, desde el asiento de copiloto bajó la ventanilla y tuve la sensación que más agradable me pareció en ese momento de penuria, Hugo estaba en ese auto y me invitó a que subiera, en una situación normal jamás me habría subido al auto de un extraño, pero esta situación lo ameritaba, me senté en los asientos traseros, dije educadamente los buenos días al padre de Hugo que iba conduciendo y me quedé observando el trayecto en silencio, me sentía tan pequeña y sola en aquel gran asiento, ya empezaba a calentarme un poco, solo me reconfortaba que era segura mi llegada a la escuela, aunque tardía, entonces sentí mi teléfono vibrar:

Hugo: Y el besito de buenos días.

Melissa: Espéralo ahí sentado.

Hugo:  De pasó ¿Te cogió la corriente?

Melissa: ¿Por qué?

Hugo: ¿O fue que no te peinaste?

No pude evitar sonreír

Melissa: Bobo.

Hugo: Me maltratas, me voy a quejar con mi papi para que te saque del auto :(

Melissa: Que sensible.

Hugo: Así soy cuando estoy contigo, delicadito.

No le respondí el mensaje, me parecía una niñería, solo me recosté hacia atrás mientras observaba los alrededores a través de la ventana y al parecer Hugo entendió, porque no me escribió más.

Cuando finalmente llegamos al pre y se detuvo el auto casi bailé de felicidad, los muchachos estaban formados, técnicamente no había llegado tarde, podía verlos por la reja que había en el patio y ellos a mí, entonces fue cuando me di cuenta comenzó a decaer mi tolerancia, todos me verían llegar con Hugo, hubiera querido que la tierra me tragara, me despedí de su padre, el sucio ese se bajó del auto a una velocidad impresionante y me abrió la puerta, me quede un poco en shock, que bueno que existen caballeros en esta sociedad, pero que momento para hacerlo, mi miedo se cumplió, muchos de los estudiantes que estaban formados me vieron en esa situación, que vergüenza, mientras Hugo se fue a despedir de su papá, yo apresuré el paso para entrar a la escuela, aprovechando su despreocupación para que más nadie me viera llegar con él, cuando iba entrando por la puerta del centro se detuvo a mi lado como un fantasma.

Hugo: Maleducada, ¿Dónde está tu agradecimiento?

Melissa: Que delicado es el caballero.

Hugo: ¿Te burlas? Para la próxima mejor te dejo llegar tarde.

Melissa: ¿Y quién asegura que habrá una próxima?

Hugo: Las casualidades existen.

Seguimos caminando hasta integrarnos con nuestros respectivos grupos, Hugo no dijo nada más, solamente me dio un beso en la mejilla de despedida, las niñas de algunas aulas me miraron con exasperación y creo que un poco de envidia, me daba pena llegar en el auto de un extraño y por un favor, pero a su vez me hacía sentir bien.


MelissaWhere stories live. Discover now