Primer día del curso

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Constantemente cuando inicio en una escuela nueva, en los primeros días la siento como si fuera un pequeño paraíso y esta ocasión no iba a ser menos, me agrada la idea de cambiar de entornos, conocer gente nueva, añadir aventuras a mi lista de locuras; desafortunadamente a través del pasar de los meses mi interés en el nuevo curso se va desgastando, lo que antes me hacía emanar un sentimiento de felicidad poco a poco se convertía en rutina, mi semana se resumiría en un trayecto de mi casa a la escuela y viceversa, destacando que no soy fiestera.
En realidad el término "pequeño paraíso" estuvo mal utilizado, porque mi nueva escuela no tenía absolutamente nada que ver con ello, era tan grande como un palacio, tenía tres plantas, las paredes eran de color azul marino y el suelo parecía granito, era enorme, una ventaja para esos intrépidos chicos que se saltaban las clases, no tendré que dar muchos detalles porque son mínimos, en cada piso habían baños, definitivamente el personal de limpieza tenía una ardua tarea, la dirección estaba en la primera planta, también una biblioteca funcional, los departamentos de preparación de los profesores y los salones de informática, en el segundo piso se encontraba el comedor y un teatro, finalmente en el tercero estaban los laboratorios de física, biología y química, lo que resta son aulas, en total 15, cada una con una matrícula aproximada de 30 estudiantes, sin duda era una escuela muy poblada, su único defecto era que no tenían maestro de Inglés, pero esto no es de extrañar, últimamente el número de estos ha decaído –mi asignatura favorita y ni siquiera la podré recibir, lástima –.

Aquella mañana era húmeda, había un poco de frío, mi madre no me pudo acompañar porque debía trabajar, y yo era bastante insegura sobre el tema de salir, soy una chica hogareña y me costaba un poco transportarme porque no sabía las rutas del autobús, tenía pánico de quedarme dormida o que se me pasara la parada, pero espléndidamente, no fue así, vi a otros chicos vestidos de pre, quienes llenaban una gran parte del transporte y no era de esperarse menos, la escuela tenía una matrícula bastante extensa y gracias a ellos me aseguré de bajar en la parada correcta. Cuando llegué a tal lugar evidentemente no conocía a nadie – Ughh, es desagradable no ver una sola cara conocida en un lugar extraño – hicieron el típico matutino donde asignan aleatoriamente las aulas que nos corresponden, y a mí me tocó en el tercer piso, debo reconocer que me desorienté, para mi favor una chica me vio y me guio hacia donde debía ir, la misma se sentó a mi lado en una de las primeras mesas, era una posición estratégica, estaba cerca de una ventana, de la pizarra y lo suficientemente no visible desde la puerta, para no pasar vergüenzas, la chica desconocida era de cabello oscuro, con lentes, un poco más alta que yo y muy bonita, se presentó como Marian, no pudimos hablar demasiado porque habían profesores que no paraban de entrar y salir, explicando el reglamento escolar, presentando la plantilla de maestros, entregando los útiles escolares y esas cosas, solo de pensar en la horrible cantidad de libros que debía cargar sobre mi espalda de regreso a casa, se me acalambraba el cuerpo. Conocí a más compañeros, por las apariencias eran buenos chicos, destacando a Bruno, es el gracioso del grupo, me cayó bien. Normalmente siempre me topo con las típicas chicas presumidas, pero esta vez no pude notar ninguna, cada uno decide qué hacer con su vida, pero esas actitudes las detesto, lo menciono porque actitudes como esas fueron las que desataron mis complejos en el pasado, fuera de tema, no observé ningún chico que lograra robarme un suspiro – Calma Melissa, no vienes a enamorarte, vienes a estudiar -.

Marian me agradó, aunque tomaríamos caminos diferentes acordamos acompañarnos hasta la parada a la salida, cuando salimos del aula íbamos riendo entre esfuerzos, pues las mochilas si eran desastrosamente pesadas, tal como lo imaginé, al bajar las escaleras lo hacíamos con cuidado y ese fue el momento donde mi suerte me abandonó para meterse en el cuerpo de ese chico…
Sentimos una algarabía a nuestras espaldas, pero ignoramos el hecho y seguimos en nuestro camino, estos ruidos no dejaban de resonar en mi cabeza, hasta que la curiosidad pudo más que yo y giré mi cabeza, solo para ver unos chicos peleándose, mi mirada se desvió al ver acercarse a un chico hermoso, de cabello negro, un poco desarreglado, tenía el pantalón de su uniforme apretado y la camisa estaba abrochada solo hasta la mitad, factores que dejaban apreciar su figura, bastante atractiva por cierto, el venía corriendo con una botella plástica de agua en la mano, y bajando las escaleras de una manera apresurada, derramó su contenido por accidente justo encima de nosotras. Me quedé atónita, de por sí mi uniforme era provocador, al estar empapada no hacía más que empeorar, la transparencia de la ropa pegada a mi cuerpo dejaba ver el color negro de mi sujetador, dejándome tremendamente avergonzada, me giré, el impacto de tenerlo tan cerca me dejó más fría que el agua que había caído encima de mí – que lindo – me detuve mirándolo, ensimismada en mis pensamientos, la voz de Marian me hizo reaccionar, le di un manotazo en el pecho y pronuncié algunos balbuceos en gesto de reproche que no logro recordar, Marian copió mi acción y antes de que pudiéramos decir algo más:

Chico: Lo siento linda – Recogió la botella del suelo –

Melissa: ¿Lo siento? Estoy empapada ¡Irresponsable!

Chico: La próxima vez te lo compensaré – Pasando su mano por mi cara húmeda – no te enojes, aunque te ves linda haciéndolo.

Miré a Marian con cara de inconformidad mientras él se aleja:

Melissa: ¿Pero que se ha creído este? ¿Próxima vez? 

Marian: Es un idiota.

Melissa: ¿Lo conoces?

Marian: ¿A Hugo? Claro, estaba en mi secundaria y siempre ha sido un chulo.

Me volteo a mirarlo mientras se va:

Melissa: Chulo en todo el sentido de la palabra – Digo entre risas -

Marian: ¿En serio te puede llegar a gustar ese idiota?

Bajo mi cabeza y dejo la pregunta en el aire:

Melissa: Dios no puede ser real que tenga que ir por ahí con el uniforme así

Era mejor apresurarnos, no quería que nadie me viera así, me pasé todo el camino de regreso a casa acomodando mi ropa, cuando mi madre me vio no hacía más que reír.

Nuria: ¿Estaba anunciada lluvia para hoy? – Entre carcajadas –

Siempre lograba animarme y encontrarle el lado positivo a las cosas.

En la noche me senté en mi cama, es un hábito antiguo en esta sociedad pero aún escribo en un diario, creo que es la mejor manera de desahogarse y a la vez practicar la caligrafía, nunca viene mal, el inicio de mi décimo grado no fue como esperaba, pero dentro de su inesperada forma fue maravilloso, quien iba a decir que en mis primeros recuerdos del pre estarían ese chico del cual apenas puedo recordar su nombre y esa potencial amiga, a su vez me aterraba no volver a ver a mis conocidos de la secundaria, pero la distancia, eventualmente, siempre tiene ese efecto.

MelissaWhere stories live. Discover now