17 de septiembre

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Hoy hace exactamente dos semanas desde que iniciaron las clases, hasta ahora me he mezclado bien con el ambiente, he mantenido más contacto con Marian, no he notado el pasar de los días, increíblemente no me he vuelto a cruzar con aquel chico problemático, que siempre olvido su nombre - ¡Ah cierto! Hugo - En cuanto a las clases a pesar de ser solo el inicio, me iba de maravilla, era la mejor de mi grupo, me destaqué con todos los maestros, sin querer, excepto por el de geografía que era un poco especial, por no usar otra definición, no tenía mucha relación con los maestros por mi forma de ser, no me gusta ser el centro de atención ni ser llamada "la aplicada", aunque estaba sorprendida ¡Los profesores recuerdan mi nombre! Al parecer se quedaron con mis respuestas en la mente. No tenía conocimiento de otros, pero por lo que vi, me iba a ir muy bien en el momento de decidir carrera. Muchos chicos por sugerencia de los mismos profesores se me acercaban para que los ayudara a repasar - ¡ay! esa aula de malditos locos - cada vez que había una evaluación sistemática se peleaban por ver quien se sentaría cerca de mí, en vista a que los ayudara - jajá pobres ilusos -. Sigo un poco afligida por no tener maestro de inglés; pero todo tiene una solución, se me ocurrió una brillante idea que iré a planteársela a mi profesora guía en nuestro horario de merienda.

Eran las 10:15 de la mañana y Marian y yo nos dirigíamos al salón de profesores donde estaba mi profesora guía, al llegar la vimos con hablando con una chica que iba acompañada de sus padres, no la reconocía, por lo que debía ser nueva, pacientemente esperamos y me acerqué a la profe. Mi proposición era que me diera el plan de clases de inglés y yo las impartiría, no es algo fuera de este mundo, se ha hecho antes que los alumnos dicten el contenido cuando un profesor falte, pero mi diferencia es que yo las podría explicar, ya que tengo cierto dominio, la profesora me dio una mirada incrédula y prometió pensar al respecto, antes de que pudiéramos salir del salón nuestra guía nos detuvo y pidió de favor que integráramos a la nueva con el grupo y le enseñáramos la escuela, lo cual no representaba una molestia porque siempre es favorable rodearse de personas, mientras que sean sanas. La chica se llamaba Leslie, su cara me sonaba de antes, pero no sabía de que, esa cabellera rubia y lisa, ese cuerpo delgado, esos ojos cafés y esa carita de ángel !Claro! Era mi mejor amiga en la primaria, parece una mentira que no la pudiera reconocer, pero es entendible, después de 7 años ocurren muchos cambios en nuestro cuerpo, se veía alta, con curvas y los rasgos faciales más definidos, espero que siguiera siendo la misma niña agradable que en el pasado estimé tanto.

En el último turno después del almuerzo tocaba dar inglés, la profesora obviamente no me había dado el plan de clases, pero estaba realmente aburrida y fingí por un momento que sí, me levanté y me coloqué en el centro del aula con mi libreta en la mano, simulando que estaba leyendo algo, literalmente empecé a dar una clase, sorprendentemente mis compañeros me atendieron y respondieron incluso a preguntas que dejé en la pizarra, cuando sonó el timbre me senté y les dije que era broma, no lo podían creer, abrieron la puerta del aula y era la directora para darnos salida, ella se quedó unos minutos mirando hacia la pizarra, y les preguntó si habían dado inglés, ellos me siguieron el rollo y dijeron que fue una actividad que hicimos, que los enseñe un poco, aprovechando el tiempo libre, la directora trataba de disimular su cara de curiosidad e interés, pero en ese instante supe que había ganado, en fin, nos dio salida y cuando ya iba retirándome del centro la guía me llamó aparte, ¡me dio el plan de clases! - Oh dios, al fin - aunque me informó que en mis turnos libres, si coincidían con los de otro grupo, debía ir a darles inglés, a cualquier grado - increíble -.

En la parada estábamos, Marian, Leslie y yo, a decir verdad íbamos llegando, vimos el autobús y tuvimos que pasar la vergüenza de correr, pues el transporte muchas veces pueden tomarse minutos u horas hasta que vuelva a llegar otro, subimos, agotadas, sudorosas y con falta de aire por el cardio que hicimos, nos dirigimos hacia el final de la guagua buscando aunque fuera un asiento vacío o una amable alma extraña que nos cediera el asiento...

MelissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora