Día 563: Amor eterno

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Mónaco, 09 de Mayo de 2023

Carlos Sainz

Hoy es el entierro de Charles.
Todo el dia del accidente y el día de ayer estuvimos ayudando a su madre a arreglar los papeles para el traslado a Mónaco de su cuerpo.

Ferrari prestó un par de Jets privados y fue como se logró tan rapido.

No he dejado a Estef sola en ningún momento.
He estado cuidando que no deje de comer, que beba agua, que pese a la terrible situación esté tranquila.

No voy a permitir que pierda a su hijo.
No de nuevo.

— CHARLES CHARLES — La oí gritar.

Me levante del sofá de su departamento y corrí a su habitación.

Estaba sentada en la cama y llorando.
Había tenido una pesadilla.
Otra más.

Me acerqué a ella y la abracé sin decir palabra.

Apenas hace unas horas que vinimos a su departamento para que ella pudiera dormir un poco, descansar, antes de ir a darle el último adiós a Charles.

Pero al parecer, no está tranquila ni durmiendo.

La psicóloga de la mamá de Charles pudo hablar con Estef hoy en la madrugada, y después de hacerlo, hablo conmigo.

Estef dijo cosas preocupantes como que no quiere vivir si no está él, que no le importa nada y sobre todo ha estado disociando mucho, a veces se le olvida (o no quieren admitir) que Charles ha muerto.

— Ya pasó, Estef — besé su cabeza

— ¿De verdad ya no está?— susurró sollozando

— No, Estef, Charles ya no esta — susurré y la abrace más fuerte

Estuve así con ella por unos minutos hasta que su llanto cesó.

— Anda a darte un baño, guapa — bese su frente — tenemos que volver con la familia de Charles

Asintió con la cabeza, se separó de mi, se levantó de la cama y entró al baño.

Yo salí de su habitación para ir a la sala a sacar un cambio de ropa de la pequeña maleta que traje conmigo.

Mientras Estef se cambiaba, yo hacía lo mismo.

Pantalón negro.
Camisa negra.
Zapatos negros.
El color del luto.

Enseguida Estef salió de su habitación, con un vestido negro que le llegaba casi a los talones, de manga larga, con unos tacones bajos y unos lentes de sol.

— Estoy lista — dijo en un susurro.

Se podía notar que mientras estuvo arreglándose, lloró.

— Vamos — le ofrecí mi brazo y lo tomó.

Salimos de su departamento, bajamos por el elevador y salimos a la calle donde estaba estacionado un auto que ferrari me prestó.

Le ayude a subir, rodee el auto para subir en el lado del piloto, encendí el auto y comencé a conducir a donde teníamos que ir.

Estef iba mirando por la ventana sin decir una sola palabra.

La última vez que la vi así fue cuando perdimos a Carla.
Y aún así, ella me trataba de calmar y seguía brindándome su amor.

Maldito idiota que fui.

Ahora es diferente, está apagada.
A quien ella quisiera darle su amor, ya no está.

Llegamos a la iglesia, donde ya estaban llegando todos los acompañantes: amigos, familia, otros pilotos; estacioné y baje rápido para ayudarla a bajar.

Complete Mess (Carlos Sainz)Where stories live. Discover now