Rumania, 1947

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La quinta era del hombre da comienzo con una desición de los dioses, la edad del caos, cuando los dioses les confiaron a los mortales un poco de su icor, sangre divina, con el fin de que crearan una organización que fuera el escudo de la humanidad de monstruos y demás amenazas una vez que los dioses dejaran el mundo y quedaran confinados en lo mas profundo de los Campos Eliseos.

Este "escudo" tomó como central a Grecia y desde ese lugar se comenzaron a extender al resto de continentes, hasta que luego de varios siglos llegaron a America, donde quisieron instaurarse, crear colonias, pero al estar tan alejados de la vista de Grecia, inclusive con oceanos de separación esta nueva sociedad creció con ideales y conceptos muy diferentes a los arraigados en la tradición mitológica incluso arraigado en el naciente cristianismo que llegó a colonizar el nuevo continente, seguían una autoridad eso si, pero a fin de cuentas parecían no rendirle cuentas a nadie.

Y es asi que ocurrió, una gran guerra que envolvió a todo el mundo, misma que fue causada por un accidente, aunque varios de los seres involucrados podrían culpar a la influencia de Ares o una de esas cosas sobrenaturales, eligieron culpar a algún gobierno naciente con demasiada ambición. Pero para los habitantes de la Acrópolis de New Jersey la verdad era solo una, un grupo de personas herederas de la sangre de Hipnos había levantado un hechizo de sueño y algo similar, causando una revuelta que llevó a la guerra, en esa ocasión lo dejaron pasar bajo una seria advertencia.

Años despues una guerra mucho peor que la primera, más cruel, mas catastrófica, mucho mas desastrosa que la anterior, empezó debido a unos rebeldes herederos de Hades y Thanatos que parecieron incitar demasiadas muertes, la historia lo contó diferente, pero al final fueron ellos los causantes registrados por el Alto Consejo de Los Angeles, aunque las cosas no quedaron ahi, luego de años de guerra gracias a la intervención de la órden de Hécate que se hallaba en Salem fue que los mortales obtuvieron el suficiente conocimiento para crear el arma destructiva mas poderosa de todas que marcó el fin de la guerra.

Al menos en gran parte del mundo.

Ya que terminada la guerra, en Rumania empezó un golpe de estado, toque de queda para todos con una clara prohibición a las reuniones y aunque las fuerzas militares no podrían compararse a los poderes divinos de algunas personas que habitaban ese pais, las reglas exigían en cumplimiento no dañar a ningun mortal, pues la misión con la que fueron creados era para protegerlos, asi la Acrópolis oculta de Rumania se tuvo que desmantelar, sin posibilidad de comunicarse con el exterior o pedir ayuda, poco a poco fueron hundiéndose en la miseria al estar confinados en ese pais.

Hasta que una mujer decidió cambiar todo, una desición que, sin tenerlo en cuenta en ese momento, podría causar el fin de los tiempos.

Ella se llamaba Jenica Thomas, venía de un linaje que mantenía una estricta pureza de la sangre de Hécate que había heredado de sus antepasados, un linaje que se extendía hasta la misma Hécate, pero además, era la séptima hija de sus padres haciendo que su mágia fuera por mucho mayor a la de sus otros hermanos, pero de nada le servía ser de un linaje mágico sorprendente si no tenía un aquelarre, pues una bruja no era nada sin uno. Al menos eso le habían enseñado de Hécate, que tenía un gran aquelarre formado por las lampades, pero sin un aquelarre propio su magia no tenía sentido.

Jenica debía pensar como salvar a su familia, pues en la última guerra le había costado mantener vivos a sus seis hijos, dos habían muerto en un borbardeo y se rehusaba a perder uno mas a causa del golpe de estado, no importaba si eso significaba sacrificar lo único que le quedaba en ese lugar, nada era mas importante que el bien de su familia.

—¡Estas loca! —le recriminó su vecina— Si saben que nos reunimos es probable que nos maten, ¡hablar contigo ya es peligroso ahora! —volteó la mirada sacudiendo unas sabanas simulando que las lavaba.

—Mery, es lo único que puedo hacer para salvar a mis hijos —Jenica metió ropa en una tina con agua— Ese es el único precio que no pagaré.

—¿Y hacer qué? ¿"Las pruebas de Hecate"?— le dijo de forma irónica —¡Por Hécate! Ese es solo un mito, nada más, ninguna persona puede pasar las pruebas, todas mueren, eso nos llevó al camino de la extinción.

—La gente considera a los dioses un mito y miranos a nosotros, heredamos su sangre— argumentó Jenica intentando convencerla —Yo podría ser la excepción, mi linaje...

—Tu linaje nada— le respondió negando con la cabeza —Ni Circe, ni Pasifae, que descendían de Hécate completaron las pruebas, menos nosotros que no somos...

—En tiempos de crisis el aquelarre refuerza su magia, manifiestan mas dones— le interrumpió Jenica segura de si misma —Lo he visto Mery, por favor...

—Bien...— la mujer colgó la sábana con algo de molestia —enviaré los mensajes, pero si algo les pasa... o a ti, no me haré responsable.

Jenica sonrió, pero por dentro estaba derramando lagrimas, pues sabía que el destino de quienes la acompañaran esa noche no sería otro diferente que la muerte. No era tan tonta como para intentar las pruebas de Hécate, eran un conjunto de diez actos de mágia excepcional, por encima de todo lo conocido que otorgaban una magia inimaginable a quien las vencía, pero el mínimo error conducía a la muerte, a pesar de su linaje no podría conquistarlas todas, su plan era otro.

Caída la noche Jenica hizo las preparaciones, el circulo de magia debía estar impecable y no podía permitirse errores pues solo iba a tener una oportunidad. Más de 15 personas llegaron a escondidas al granero de su casa, la trampa había sido colocada.

—Perpetum, dominare, magica, revertere at me...— Jenica comenzó a recitar un conjuro y su magia lentamente llenó el lugar —revertere at me...

—Esto es...

—¡Revertere at me! ¡Revertere at...

Una gran explosión se escuchó desde dentro, las 15 personas dentro del circulo de magia comenzaron a derretirse como si fueran trozos de hielo expuestos al calor de una fogata, la fuerza vital, la vida y la magia de todos comenzaron a fluir hacia Jenica, que fue absorviendo sus atributos volviendose más joven e inclusive más poderosa, pero a pesar de eso, derramaba unas lagrimas, pues todos ellos fueron en algun momento su aquelarre.

—¡Jenica Thomas!— Un soldado pateó la puerta abriendola de golpe y entrando con un rifle a amenazarla —Por dirigir una reunión ilegal, conspirar contra el gobierno y...

El soldado quedo callado ante la vista que tuvo, ropa tirada en el suelo, sin dueño y de distintas personas pero sin rastro de ningun cuerpo, al final de la habitación se encontraba Jenica, sus brillantes ojos celestes irradiaban poder aunque se veian algo llorosos, toda la mágia que llenó su cuerpo  parecía desbordarse por sus manos, con un simple movimiento de su mano mando a volar al soldado fuera del granero, dañó los simientos de la casa que poco a poco comenzaba a caer.

—Adios... Rumania...

Tocó el suelo con su otra mano y a una gran velocidad se conjuró un hechizo de transporte, no solo rodeandola a ella sino también a su familia.

—Adios mi aquelarre...

El hechizo cumplió su función y los sacó de allí, a un lugar donde sabía que serían bien recibidos, un lugar donde la magia corría a montones porque era el culto mismo a Hecate,el último santuario que quedaba en pie para la diosa.Recordaba que en algun momento la llamaron "la nueva Salem" o algo por el estilo.

Nueva Orleans.



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Dean Thomas || CovenWhere stories live. Discover now