IV.

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IV


Hacía un calor tremendo, los inicios de junio podían ser más agotadores que el inicio del curso escolar en agosto. El calor, los exámenes finales, los últimos trabajos para pasar de año y la próxima graduación tenían las cosas en su casa hechas un desastre. Unas semanas atrás su madre había insistido en organizar junto con otros padres de familia una fiesta para su salida de preparatoria, estaba siendo un desastre; se había creado una comisión con cinco padres de familia de los cuales sólo ella y la madre de Julián eran quienes estaban haciéndolo todo y el estrés ya se había colado en casa.

Arturo estaba harto, sólo imaginarse la fiesta que su madre estaba planeando y no poder evitarla le daba flojera; seguro sería una misa aburrida y larga en una de esas iglesias "nice" y la recepción se daría en uno de esos salones rimbombantes llenos de mesas y con una pista iluminada al centro, un pequeño escenario donde algún grupo chafa amenizaría la reunión, comida dizque elegante y lo peor: traje y corbata para varones y vestido de cóctel para las chicas. ¡Horror!, todo lo que más le aburría junto una misma noche. Desde que tenía memoria odiaba todas las cosas "lindas" que tanto adoraban su madre y sus amigas.

Entornó los ojos al escucharla discutir con sus hermanas menores por el color del vestido que usarían en la dichosa fiesta. Se levantó de su silla y salió de su habitación tras tomar su billetera.

—Nos vemos en la noche. —Se despidió sin darles tiempo de decir nada. Cuando su madre notó lo que hacía no le dio tiempo de reclamar. Se sintió ligeramente culpable de saber que se desquitaría con las gemelas y cuando volviera ellas se lo reclamarían. Ya pensaría en algo para compensarlas.

Deambuló por el fraccionamiento donde vivía durante quince minutos antes de saber qué haría para matar el tiempo, no le gustaba pensar que al final de cuentas su "graciosa huida" sólo había sido para salir a andar como camello en el mismo fraccionamiento. Entró a una pequeña tienda de abarrotes, al menos se compraría un helado o un refresco y se sentaría un rato en alguna banca en el parque frente a su escuela, se había alejado ya algo de su casa. Esperaría a que la noche cayera para volver, tenía tiempo de sobra para planear qué inventarse.

—Hola Arturo, ¿qué haces por acá? —Escuchó la voz de uno de sus compañeros de grupo, buscó con su mirada de dónde provenía aquella voz hasta dar con la pequeña puerta lateral de la capilla del colegio. Se levantó de su asiento y caminó despacio hasta donde su compañero estaba.

—Huyendo de las histerias de mi madre por lo de la fiesta —reconoció encogiéndose de hombros—. ¿Y tú qué haces en la capilla?

—Mi madre está arreglando algunas cosas para lo de la graduación, ya sabes, la mamá de Julián es amiga de mi mamá y le está echando la mano.

—¿No te saca de quicio?

—¿Mi mamá o lo de la graduación? —inquirió el muchacho con una sonrisa burlona dibujada en el rostro.

—Lo de la fiesta, supongo...

—Ambos de alguna manera —resopló—. Al menos me dejaron aquí mientras se iban a ver al padre y ponerse de acuerdo con él para lo de la homilía y toda la ceremonia pomposa que tienen planeada. Julián está en el patio jugando con un balón y su hermano pequeño, como yo no me llevo con él preferí quedarme aquí adentro.

—Me imagino, Julián tiene sangre de atole.

—Sí que la tiene —aseveró entre carcajadas.

—Lástima que tu hermana no vino, ella logra sacar de sus casillas a Julián.

—Es porque ella cree que Julián es un estúpido; aunque, bueno, todos somos unos estúpidos a sus ojos —dijo a carcajadas.

—Eso sí.

[GAY|+18} RELATOS De estudiantesWhere stories live. Discover now