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         — Sin mentir esperaba eso de parte de Bruno, pero no imaginé que se pondría celoso... Fueron celos, aunque él diga que no— Conversaba conmigo mismo mientras enjabonaba mi cuerpo— Me sentí tan extraño al ver como esos dos se miraban por mí. Espero le haya quedado claro a Bruno, solo lo veo como amigo... Y por más besos que nos demos, aunque son ricos, no sucederá más.

Sé me vino ese pensamiento a la cabeza cuando lo aparte del beso y le dije: "Ya Bruno para de besarme, no quiero seguir confundiendo la situación". Fui cruel al decirle eso cuando yo le di riendas sueltas para que pasara, lo buscaba a él.

En la tarde, cuando llegó mi abuela del trabajo, yo salía del baño. Me vestí y perfumé. Tal como lo pensé, lo primero que hizo al verme fue reclamarme por lo sucedido en la mañana. Me disculpé, le di un beso en el cachete y salí en bicicleta rumbo a un lugar ya predeterminado. Hacia las tres de la tarde, llegué a tocar a la casa que por meses no pisé.

Toqué el timbre de la puerta y abrieron tras un breve momento. — ¿Tú?— con su rostro sorprendido me recibió Jesús— ¿Qué haces aquí?

—Volviendo al lugar donde fui feliz como dice Beret—ambos reímos—aunque literalmente fui feliz en mi habitación, no aquí—silencio total— Totalmente inquieto le dije: di algo...

—Es que no sabes lo que estoy sintiendo al verte, de la emoción me dieron ganas de ir a hacer del dos— volvimos a reír— Entra Cesar, deja la bicicleta al lado de la mesa... Además, estamos solo, mis padres como sabes, están en el hospital, y mi hermana no llega hoy...

Esa tarde entré de nuevo a casa de Jesús y también a su vida.

Eran las cinco de la tarde, las horas pasan muy rápido cuando estoy a su lado el tiempo vuela. Estuvimos en el sofá juntos, tomando pepsi y comiendo ruffles, de esas de sabor a queso, que son las que nos gusta a ambos. Y ¡Pues sí! Terminé perdonándolo, aún cuando no se habló de oportunidades ni nada.

Estar ese instante con él, fue como un deja vu, regresar al 2018 cuando vivíamos el momento, Jesús y yo sentados conversando de la vida oscura en la tierra y los secretos que uno esconde por amor.

Eran las seis de la tarde y ya debía irme, porque no se podía circular en las calles a tan altas horas de la noche por el virus, a menos que trabajaras en el área de salud o fueses policía. Me estaba despidiendo cuando Jesús me pidió que esperará, que subiría a su habitación por algo.

Bajo con un regalo, al abrirlo era un suéter y una pulsera, no obstante, me hizo ponerme ambas a cosas.

— ¿Te gusta? —preguntó

—Sí... Pero solo somos amigos, no piens...

No dejó que terminara la frase, cuando me besó. Por mi parte, me quedé ahí sorprendido, seguí el instinto de mi corazón y me dejé llevar. Besos tras besos, caricias tras caricias. En plena sala, adiós a los suéteres, dedos que subían y bajaban por la espalda, pantalones fuera. Acostados en el sofá, ambos en bóxer, sus labios haciendo pequeños roces por mi abdomen, subió hasta mi cuello, él encima de mí era como estar entre el cielo y el infierno.

En ese preciso instante erótico, entran repentinamente los padres de Jesús, nos ven besando en bóxer y quedaron anestesiados, nosotros nos levantamos del susto a recoger la ropa.


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ʀᴇᴛᴀᴢᴏs ᴅᴇ ᴀᴍᴏʀWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu