7. El malentendido

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Liv:
Abrí los ojos y Blake tenía la mirada fija en algo detrás mía. Parecía confuso.

    — ¿Qué pasa? —dije yo, pero Blake me puso un dedo sobre la boca y me mandó callar.

    — Mira. — Me di la vuelta aún en sus brazos y señaló hacia uno de los árboles del parque. Parecía un árbol bastante antiguo. El tronco estaba retorcido y algunas raíces asomaban por encima del césped. Estaba adornado con farolillos de colores, como todos los demás. Pero no veía nada fuera de lo común.

    — ¿El qué exactamente?

    — En la base del árbol. — Él seguía susurrando.

De repente vi movimiento. Un par de hadas salieron del tronco del árbol como si de un espejo se tratara. Que yo supiera no había noticias de que hubiese aquí un portal, pero no era raro. Había portales repartidos por todo el mundo de los cuales los Arcanos no tenían ni idea. Las hadas salieron por completo. Ambos llevaban armaduras de color verde con una espada colgada de la caderas. Blake y yo estábamos parcialmente cubiertos pero por si acaso intentamos no movernos mucho a pesar de que Blake se había separado ligeramente de mí.

    — Vamos a cumplir con la misión de la reina y nos vamos a casa. El mundo humano me pone los pelos de punta. — Le dio un escalofrío. Se colgó un broche en el pecho y su apariencia cambió hasta convertirse en un humano normal y corriente. Hasta sus ropas habían cambiado. Parecía una especie de glamour. El otro hizo lo mismo.

    — De acuerdo, nos encontraremos aquí en un par de dias. Nos mantendremos en contacto. — Se despidieron y fueron por caminos separados.

No nos movimos hasta que los vimos desaparecer por el borde del jardín.

    — ¿Qué acaba de pasar?

    — Dos hadas saliendo de un portal, no es tan raro ¿no? — Blake estaba muy serio.

    — Tenemos que irnos, tengo que contárselo a mi tío.— Todo el buen rollo que había hace un momento desapareció de un plumazo. Supongo que los Arcanos siempre pensarán mal de las hadas aunque no hubiesen hecho nada malo.

    — ¿Qué le vas a decir? No estaban haciendo nada malo.

    — ¿Un portal no autorizado no te parece algo malo?— dijo él demasiado serio para haber estado riendo hace dos minutos. Comenzó a caminar hacia mi moto. Yo le seguí a paso rápido.

    — No teneis que controlar todo lo que veis.

    — Los portales deben estar vigilados, Liv.

    — ¿Por qué? Es solo una puerta al mundo feérico y que yo sepa, no está prohibido ir de un sitio a otro. — Ahora él me miraba con una mirada fría.

    — No lo entiendes — parecía frustrado. Traté de tranquilizarme un poco.

    — Pues explicamelo — me puse delante de el interrumpiendole el paso.

    — No puedo.

    — ¿Porque?

    — Porque eres un hada. — Eso había sonado mas como un insulto que como un simple hecho y por algún motivo me dolió mas de lo que dejé ver. Me aparté de su camino y nos dirigimos a la puerta. Suspiró profundamente y añadió. — Liv, no te lo tomes asi por favor.

Me subí a mi moto y me puse el casco.

    — ¿Te subes o me voy sin ti? — el no dijo nada mas. Se puso el casco y nos marchamos.

Estaba enfadada y cansada de todas estas tonterías. ¿Cómo pude pensar que podría ser amiga de un Arcano como si nada?

Lo que casi pasa hace un momento no parecía la típica relación de amigos.

Marcada por las HadasWhere stories live. Discover now