—¡Calla esa mierda! —gritó Milan desde su cuarto.

Wow, alguien quiere unos azotes gratis, no pienso ayudarlo si es lo que planea.

—¡Au! ¡Perdón, pensé que era Miles!

¿Y me nombra? Joder, que descaro.

Me tapé con las sábanas hasta el cuello y me aferré a ellas cuando escuché pasos hacia mi habitación. No quiero ir, tampoco me puede obligar ¿verdad? Así que me quedaré aquí viendo películas y nadie podrá impedírmelo.

—Miles, levántate, hijo, tienen que entrar a la ducha y desayunar.

—Mhm —me quejé para meterme en el papel.

—Sé que estas despierto, no creas que me vas a convencer, arriba campeón —forcejeé con él cuando quiso sacarme de allí.

—¡No quiero, no es justo! —grité volviendo a taparme cuando logró quitarme las sábanas y tomé el primer cojín que encontré.

—No te atrevas a lanzarlo jovencito.

—¿Es un colegio militar acaso? ¡Mira la hora! —chillé.

—No Miles, pero tienen que alcanzar a hacer todo, no quiero atrasos y yo tengo que irme al trabajo así que pon de tu parte.

—¡Papá! —miró en dirección a la puerta.

—Vuelvo enseguida y espero que estés listo cuando regrese.

Asentí y levantó una ceja.

Esperé a que saliera del cuarto y rápidamente volví a mi cama para seguir durmiendo, pero jamás me esperé que volviera a entrar y con la cuchara de palo en mano.

¡Mierda!
—Ya iba papá —me miró extrañado—. ¡Me estoy levantando! ¡Lo prometo!

Corrí por mi vida hacia el baño y di un gran suspiro. Mentalmente me regañé por ser un cobarde y no imponerle mi idea, pero no estoy tan loco para esperar pacientemente mientras me dan un par de azotes con ese objeto del mal.

¡No quiero ir! ¡No quiero, no quiero! ¡Odio la escuela!

Es un grandioso día para comenzar un berrinche.

Alexander

Hoy es un día importante, no sé si para los chicos también, pero me intriga saber cómo será su primer día. Espero realmente que este semestre de colegio le coloquen el mayor esfuerzo posible y sobre todo el menor ya que el ser expulsado hace poco no es menor y no se me pasará por alto. Deberé tenerlo más vigilado e intentar que cumpla con los deberes escolares.

Me levanté temprano con la intención de que ambos no llegaran atrasados a clase, pero lamento decir que fue un total fracaso ya que lo primero que hicieron esta mañana fue un berrinche a la salida porque ninguno quería ir. No puedo dejarlos en casa claro está ya que es su deber y el mío llevarlos a que estudien. Comprendo que Milan tenga nervios y decida no ir, pero de Miles por supuesto que no, él sabe cuáles son sus responsabilidades, pero lo que habla es flojera.

—Contaré hasta tres, Miles —dije con la mano en la puerta del auto—. Uno.

—Papá ya me expulsaron una vez...

—Y más te vale que no ocurra de nuevo —lo advertí y colocó una mueca enseguida.

—Déjame terminar ¿sí? —jugó con sus manos—, ¡No puedes obligarme!

—Sube ya jovencito —le hablé demasiado autoritario para mi gusto.

—¿Y por qué? —suspiré.

Esto lo hace porque quiere, sabe la razón sin embargo busca atrasar lo inevitable. Oficialmente mi paciencia se ha acabado. Vamos llegando tarde por diez minutos, la directora los está esperando en la escuela y la empresa a mi para una reunión.

Aventuras de un herederoWhere stories live. Discover now