Capítulo 23 | Jaque

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A una hora de recibir un obsequio de la desgracia, tomé un taxi que me llevaría a la estación más cercana, pasé todo el viaje sobrepensando las cosas mientras mis ojos parecían pesar cada vez más a medida que pasaban los minutos, una sencilla tristeza me llenaba desde adentro por la mala suerte que tuvieron mis padres y, claro está. Pausar mi misión de vida o muerte, gracias a eso descubrí que la pesadez de la noche y la tristeza preparaban un peligroso coctel nada agradable.

— ¿Esto será un chiste para el destino? Porque para mí, para mí no lo es.

Gradualmente suspendía mi conciencia durante tan larga travesía a pesar del miedo que estaba comenzando a saborear en mi incomodo asiento, donde poco a poco me dormitaba más, la incertidumbre sobre el qué hacer a partir de ahora estaba a la orden del día, sobre todo cuando sentía que todo comenzaba a caer.

Un halo de luz me recibía en aquella bulliciosa estación, ya era de día y el ruido de la gente era tan inentendible como el zumbido de un enjambre lleno de abejas, mis malas horas de sueño me habían automatizado la ruta que tomaría hasta la dirección de aquel hospital, realmente me está costando pensar con calma las cosas.

— ¿Usted es hijo de la familia Pines? Sígame por acá, tenemos que hablar.

Sin mediar la palabra, solo asentí y seguí al doctor encargado quien me guiaba por un largo pasillo que no parecía terminar, como odio el ambiente de los hospitales, es tan... Triste.

— En esta habitación se encuentran sus padres, pero, quisiera hablar antes de que entre a verlos. — El hombre de bata blanca y lentes se aferraba a una carpeta que traía en brazos, algo turbado. —El vehículo quedó hecho polvo por el choque y desde luego hay algo que no me entra en mente desde que los tengo acá como mis pacientes.

— Vaya al grano por favor. — Estaba preparado para algunos escenarios después de un accidente pero, las sorpresas nunca abandonan, aun cuando mis expresiones estaban tan tensas.

— El impacto fue tal que sin mentirle, no creo que alguna air bag pudiese haber hecho algo para remediar la situación, pero sin explicación alguna ellos están libres de todo peligro físico, aunque ambos padecen un cuadro mentalmente inestable, una amnesia total. — El hombre soltó un largo suspiro mientras tomaba sus lentes y profundizaba sus nudillos en sus ojos, parecía estar totalmente fatigado.

— Gracias por explicarme todo, entraré y quiero que me dejen a solas con mis padres por un momento.

— Está bien chico, suerte y ten esto. — El afligido doctor me entregó una delgada carpeta, sin explicación aparte.

Al entrar a la habitación, un escalofrío como el de aquella vez en el hotel había viajado a través de mi sangre, incluso mi cuerpo reaccionaba de manera temblorosa, ¿Por qué últimamente estoy sintiendo tanto miedo? Será que... ¿También estoy maldito? Solo hay una respuesta para todo, hay que seguir atando cabos.

Mis padres estaban descansando en sus respectivas camas terapéuticas mientras eran suministrados con sueros intravenosos, opté por esperar a su despertar mientras que me acomodaba en uno de los asientos que ofrecía la habitación para las visitas, y sin pensarlo eché una ojeada por los exámenes y la copia de expedientes que había en la carpeta, realmente nada fuera de lo normal hasta que, en el final había adjunta una foto del accidente y como había quedado el vehículo.

Realmente esto no podía haber ocurrido.

Mis padres apenas estaban con unos simples rasguños y el vehículo quedó como una lata de refresco aplastada, una chatarra que ni un deshuesadero desearía, ¿Cómo es posible que hayan sobrevivido? Solo hay una pequeña conclusión y creo saber cómo llegar a ella.

Dipcifica | La maldición de Pacifica.Where stories live. Discover now