Capítulo 9 | Confesiones en una sala

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Inevitablemente, me quedé congelado en el tiempo por un momento de inconsciencia, ¿Por qué siempre Mabel tiene que meterme en estos malentendidos? No había momento extra para dudar, si algo tenía que responder, debía ser rápido, Pacífica es de las chicas que se impacienta y huele el miedo, y si quiero salvarla de su destino, tengo que entregarlo todo, aún si tengo que mentir.

— Sobre eso, realmente no es nada importante, es que... — Coloqué mi mano sobre mi cabeza mientras sonreía serenamente, traté de no desviar mi mirada para que ella no notara nada fuera de lo normal, aun así, no funciono.

— ¿Realmente tratas de mentirme?— Ella sonrió mientras aguardaba su molestia, su fría mirada me flechó por completo, dejándome vulnerable.

Apreté mis puños y mis dientes para pensar en algo rápido, gracias a mi esfuerzo sobrenatural, ideé algo que podría funcionar.

— Muy bien, si quieres saber te lo contaré entonces, pero es algo vergonzoso de decir. —Opté por mirarla a los ojos con serenidad, en su mirada podía notar esa curiosidad de tratar de saber mi historia, pero, tenía miedo de echarlo a perder todo, estoy tratando con una profesional en mentir, no puedo contar algo tan superficial.

— Vale, cuéntame entonces. — Esbozó mientras suspiraba con comodidad.

— Hace tiempo que me gustaba una chica cuando llegué por primera vez a Gravity Falls, realmente fue algo que me dejó cautivado por completo, fue una rápida conexión la que tuvimos. — Comencé con mi relato de bajo presupuesto.

— ¿Aquí en Gravity Fall conseguiste el amor? ¿Enserio? — De un momento a otro la expresión de Pacífica cambió bruscamente, sus ojos se dilataron bastante y su expresión era de total sorpresa, ella realmente no esperaba eso.

— Pues sí, es lo que creo. — Sonreí.

— Cuéntame más, ¿Cómo es ella? — Ella me miró fijamente mientras trataba de recibir una respuesta, sin embargo, había cosas que no entendía de su comportamiento, ¿Cómo es posible que ella haya bajado tanto la guardia al escuchar algo tan tonto?

— Molesta, divertida, a veces fría pero original, con un temperamento muy fuerte, brusca, fuerte, y otras cosas más. — Mientras enumeraba todas estas descripciones pude notar como ella asentía con la cabeza mientras las oía.

— ¿Y la quieres? — Preguntó ella.

— Posiblemente si, fue mi primer amor en la adolescencia, incluso tuve muchas ilusiones. — Sonreí algo feliz al recordar mis antiguos sentimientos.

— Vaya, no conocía esta faceta del nerd de la cabaña del misterio, incluso un cerebrito necesita a alguien en su vida. — Ella miró apenada al suelo mientras agitaba sus pies nerviosamente en un vaivén en el aire. ¿Por qué Pacífica cambió tan de repente? — Oye Dipper, ¿Cómo se llama ella? — Preguntó con las expectativas altas.

— Ya la conoces.

— ¿Enserio?— Dudó.

— Si.

— ¿Quién es entonces?

— Wendy Corduroy.

— Oh ya, que bueno. — Allí noté que Pacífica cambió un poco, su respiración se había calmado y su temperamento parecía regresar, incluso su tono de voz era distinto.

— ¿Sucede algo?

— No, no sucede nada, es solo que es interesante escuchar las historias de amor de un tonto descerebrado como tú. — Ella suspiró decepcionada al parecer.

— ¡Oye! ¿Cómo que tonto?

— Olvídalo Dipper, no he dicho nada. — Ella desvió la mirada entrecortada por completo.

De un momento a otro el ambiente se puso cortante y tenso, y gracias al que haya que agradecer, en una de las pantallas de aquella sala comenzó a reproducirse la película que estábamos esperando y las luces se apagaron, dejando unas pocas con un brillo tenue que daba un toque muy hermoso y perfecto para la ocasión, sin duda alguna entendí todo lo que estaba sucediendo.

— Pacífica, hay otra cosa que debo contar, puede que no te interese pero es parte de la historia de hace rato. — Respiré con profundidad mientras rascaba mi nuca.

—Aja. —Ella parecía ignorarme mientras veía la película.

— Un día, decidí contarle lo que sentía a ella y pues, me di cuenta que las cosas no fueron como yo creía, era un pequeño que nunca había conocido el amor y mis expectativas eran muy altas, ella no me correspondió y pues, supe que no era para mí al darme cuenta que éramos distintos después de todo, fue difícil superar aquello pero con el tiempo lo logré, sin embargo, me alegro de haber sentido algo tan genial como eso de aquella vez, ya que posiblemente esto del amor no vaya conmigo nunca más. — Fue lo que me nació decir para terminar de narrar mi historia amorosa, realmente no sabría decir como se lo tomó Pacífica pero noté que su distancia se había acortado, incluso vi salir una sonrisa desde su rostro.

— Eres inteligente pero a la vez tonto, ¿Sabias?— Comentó ella mientras miraba la película.

— ¿Cómo así?— Pregunté a su ironía.

— No debes de menospreciarte, es cierto que a veces eres un perdedor y todo pero puede que haya alguien que te aprecie, por eso deberías abrir los ojos, puede que esté más cerca de lo que crees. — Ella volvió a sonreír mientras trataba de consolarme por mi experiencia pasada.

— No entiendo lo que me dices. — Comenté mientras una gota de sudor corría por mi cien.

De un momento a otro ella me acomodó mi cabeza en su regazo mientras veíamos la película, yo aún no sabía que estaba pasando pero no quedaba de otra que dejarme llevar por el momento y el ambiente, no podía desaprovechar esta oportunidad.

— Solo haz silencio y no preguntes más, ¿Vale?— Agregó mientras me miraba desde arriba y me acariciaba el cabello con sus delicadas manos y uñas.

— ¿Porque debería hacerlo?— Quería llevarle la contraria un poco a la chica que quería tenerlo todo en este mundo.

— Porque yo ordeno y tú cumples, es fácil. — Añadió ella con mucha confianza mientras acariciaba delicadamente mi cabeza, masajeando mis cabellos suavemente de un lado a otro.

— Muy bien, como diga jefa. — Sonreí mientras disfrutaba de aquello que me parecía extraño, estar en el regazo de esta chica era algo que no podría describir ni con las más prolijas palabras de un diccionario, solo puedo expresar que pese el frio que había en la sala, pude sentir una calidez especial en mi cuerpo y respiración, incluso estar tan cerca de ella me hacía perder la consciencia, su fragancia era tan dulce que me relajaba y su compañía me hacía despejarme de todos mis problemas. Por cada minuto que transcurría en aquel lugar no pude evitar sentir aquello que había narrado en mi historia, así que es factible admitir algo que me venía rondando en la cabeza desde hace unos días.

— Me enamoré de esta chica tan problemática.

Dipcifica | La maldición de Pacifica.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant