Capítulo 22 | Sublime crueldad

418 37 16
                                    

Una vez apagado de los extraños acontecimientos del día anterior, comencé la mañana con el recelo de despegarme de la sabana, Pacífica estaba aún durmiendo y aferrada a mí en brazos, igual no recuerdo haberme quedado dormido anoche pero, me convirtió en su peluche al parecer, después de lo acontecido, esa extraña sensación que viví ayer había desaparecido.

¡Un momento!

¿Qué hice en el resto del día de ayer? Realmente no lo recuerdo pero sin duda alguna ha pasado un día, lo confirmé con la horrible marca en mi mano.

/ Día 4 de la Maldición. /

Abriendo y cerrando los ojos tratando de recordar no lograba nada de nada, así que me rendí rebuscando en mi último recuerdo, esa extraña sensación que me dejó la chica de aquella vez, ¿Acaso ella tiene que ver en algo con Bill? Lo dudo pero la maldición de Pacífica es real, así que cualquier cosa podría suceder en este lugar.

— Me está doliendo la cabeza pensando que pudo haber ocurrido, quizás ella tenga las respuestas que necesito. — Coloqué mi mano en la cabecita de Pacífica mientras ella viajaba en sueños, y yo le seguía echando un vistazo por minutos hasta que ella abrió sus fríos ojos.

— ¿Desde cuándo me has estado observando? — Preguntó mientras se frotaba el rostro con su palma.

— Desde el día que te conocí.

— ¿¡Vas a empezar el día así con sarcasmo!? — Desde su lado, se las arregló para soltar una patada y lanzarme fuera de la cama.

— ¿De cuándo acá la niña Noroeste sabe artes marciales? — Realmente no dolía, pero había que admirar su rapidez.

— Seré delicada pero, te aseguro que te hago estar al tanto del piso muchas veces. — Dijo mientras me miraba desde arriba de la cama, asomando su rostro con orgullo y con una sonrisa forrada en maldad.

— Si quiero conocerlo, pero si no es de la forma en la que pienso entonces no quiero nada. — Añadí para bajarla de su pequeño momento de victoria.

— Maldito hablador. — Ofendida, recogió su cabeza como una tortuga, desapareció y de la nada apareció arriba mío al abalanzarse, haciendo que la gravedad hiciera lo suyo. — ¿¡Qué diablos piensas!?

— Hay mil de cosas que podría pensar pero, pienso en un poco de anestesia este momento, me cayó mal tú rodilla, literalmente. — Hablaba mientras me ahogaba en un abismo de silencio y calambres, esta vez Pacífica me derroto sin piedad, no quiero hacer énfasis en el asunto pero la patada no se comparaba con esto.

— ¡Perdón!

Luego de un sinfín de disculpas y de haber vivido el infierno por el que pasa todo hombre al menos una vez en su vida, pude seguir con mi cometido el cual por ahora era preguntar qué había pasado ayer.

— Oye, después de lo que sucedió ayer cuando regresamos del restaurante, ¿Qué sucedió?— Pregunté en tono serio, a lo que ella primero respondió con un gesto de sorpresa.

— ¿No recuerdas?

— No. — Afirmé rápido.

— Era de esperarse, te quedaste dormido.

— Enserio, ¿Y tú que hiciste?

— Te seguí el paso, ¿Qué más iba a hacer?

— Con razón estabas abrazada a mí esta mañana.

— Es porque estabas temblando de frio en la noche, malagradecido. — Ella se sintió atacada, mostrando su nerviosismo en el color de sus mejillas.

— ¿Y la sabana que hacía? — Admito que me estaba pasando de intenso.

Dipcifica | La maldición de Pacifica.Место, где живут истории. Откройте их для себя