Capítulo 11 | La latente advertencia de Bill

817 78 3
                                    

Sin poder procesar todo lo que había sucedido en aquella tarde, estaba viviendo un capítulo de insomnio a altas horas de la madrugada gracias a la felicidad indescriptible que había desconocido hasta ahora, ¿Las cosas están saliendo bien? Pues supongo que sí, el beso que Pacífica me robó horas atrás fue un disparo certero a mi cerebro, mis emociones y mis pensamientos estaban en una salvaje pelea que ninguno se atrevía a ganar, eran las 4 de la mañana y no podía conciliar ni el más mínimo sueño, solo podía tomar el borde de mi manta con nerviosismo, y haciendo sonrisas tontas y perdidas mientras me cubría del frio y sobrevivía al cosquilleo que hacía desastres en mi estómago, estar enamorado es una de las batallas más grandes a las que me he enfrentado.

— Fue una tarde bastante complicada, espero que las cosas no se compliquen tanto, falta poco para poder salvarte. — Estiré mi mano hasta el techo de mi habitación, cubierto de penumbra y silencio, respirando con profundidad mientras trataba de recuperar mi normalidad, al parecer, algo en mí había cambiado por lo sucedido. — Es momento de dormir un poco, si no, seré yo quien muera. — Recostando mi rostro debajo de la almohada, concilié el sueño en un abrir y cerrar de ojos, cayendo profundamente en un abismo onírico, un lugar de donde no sería fácil escapar.

— Lo has hecho bien para ser el primer día Pino, tu pequeña misión está girando a favor de ti. — El más molesto de los seres había aparecido de la nada.

— No quiero hablar de esto Bill, apenas y estamos empezando nuestra apuesta. — Aparecí sentado en una silla de madera algo corroída, y atado de cadenas con los brazos cruzados.

— Así es, no hemos llegado ni a la mitad y has logrado algo que no esperaba. — En un chasqueo, él tomó formo humana, sentándose en una silla que daba frente a la mía, parecía estar jugando a ser cortes, mientras se servía una taza de té. — ¿Quieres un poco?— Me ofreció una taza al borde de mi lugar en la mesa, pero, fue para burlarse de mi incapacidad, ¿Cómo podría tomar la taza con las manos atadas en cadenas?

— No gracias, no tomo té a estas horas. — Respondí con desinterés.

— Tú te lo pierdes humano, es lo mejor para acompañar una torta María Luisa. — Él se burló mientras tomaba un lento sorbo de su taza, mientras degustaba despaciosamente su té, él me miró con algo de recelo. — He visto todo tu progreso con llama y la verdad es algo interesante, parece que te he subestimado Pino, pero... — Hizo una pausa al igual que su sonrisa.

— ¿Pero?— Pregunté al notar su cambio abrupto.

— Esto apenas comienza, no es que me caigas bien pero, las cosas se pondrán más duras a partir de ahora, habrá alguien que se meterá en tu camino. — La taza de té de Bill desapareció, en su lúgar apareció un pequeño muñeco parecido a mí.

— ¿De qué hablas Bill?— Pregunté nuevamente con desconfianza al no entender nada de lo que él decía.

— Dicen que los demonios somos unos desalmados , pero, hay un humano que es lo más parecido a un demonio, y dentro de poco lo conocerás Pino, así que te haré otra pequeña advertencia, no me gustan las apuestas fáciles. — Se levantó y me liberó de mis cadenas.

— ¿De qué basura me estás hablando Bill? ¡Ve al grano!— Mi ira llena de recelo comenzaba a desatarse, la cabeza realmente me comenzaba a doler por el estrés.

— No podría hacer eso, no quiero ayudarte, eres mi más letal enemigo. — Aseveró el mientras se acercó a mí flotando con su bastón. — Pero, tampoco se la pondré tan fácil a mi otro rival.

— ¿Otro rival? — Aún no entendía lo que Bill trataba de decirme.

— Si te descuidas, él te destruirá poco a poco Pino, será la amenaza más grande a la que te enfrentaras en tu vida, y no solo eso, el marcador de tú mano seguirá descendiendo y no podrás hacer nada más que ver como tu suerte se acaba aún si te sobran días, es momento de actuar ahora, si no, nunca perdonaras tu existencia. —

— ¿Hay alguien que quiere acabarme? — No recuerdo tener una persona que me odie tanto, pero, las palabras de Bill parecían ser serias.

— A parte de mí, sí.

— ¿Cuál es su nombre?— Pregunté ingenuamente.

— Aun sabiéndolo no podrás hacer nada, cuando lo conozcas, te darás cuenta de tu verdadero dolor de cabeza. No me imagino lo agobiante y torturador que es tenerme a mí y a ese tipo como enemigos, tan mala suerte tienes Pines. — Él se reía con gozo mientras se burlaba de mí a carcajadas.

— Maldito triangulo. — Mi sudor comenzaba a recorrer mi cien y mi estrés estaba subiendo, al levantarme de la silla opté por detener sus burlas al tratar de golpearlo pero era inútil, él esquivaba todos mis ataques con su agilidad para escabullirse en su mundo onírico.

— Me pregunto cómo podrás enfrentar tanta crueldad a partir de ahora.

— No tengo idea de lo que hablas basura flotante. —Contesté de mala gana.

— Una vida depende de tus acciones Pino, tú vez si actúas ahora o nunca. — Me regaló un tonto consejo el triángulo mientras me jalaba de mis orejas.

— ¡No me toques!

— No hay de que, es momento de despertar. — Susurró con una voz muy escabrosa, que parecía detener el flujo de tiempo en aquel lugar tan bizarro y calmado, abruptamente mi consciencia viajo de un lúgar a otro en un abrir y cerrar de ojos.

— ¡Es hora de despertar estúpido dormilón!

— ¿Quién demonios es ?— Me desperté de mala gana y al abrir mis ojos me topé con un impacto de almohada en mi rostro que me hizo caer de la cama.

— ¿¡No reconoces mi voz!? Incluso hace unos momentos me llamaste basura flotante y me trataste de golpear dormido, ¿Está bien Dipper?— Era Mabel quien me había despertado abruptamente con un almohadazo.

— Olvídalo, fue un mal sueño, déjame en paz. — Recobré la compostura y me tiré a mi cama nuevamente, casi no había descansado nada y las palabras de Bill no salían de mi mente, pero al tocar la almohada con mi rostro, Mabel me informó de algo importante.

— Ella está aquí desde temprano buscándote, no sé lo que ha pasado pero está rara. — Comentó ella mientras hablaba entre líneas.

— ¿De quién hablas?

— Hablo de Pacífica y nunca la había visto así de ansiosa, te vino a buscar.

Hubo un choque entre mis necesidades de dormir y las de salir corriendo alarmado a toda prisa, ¿Qué diablos va a suceder a partir de ahora? ¿Tienen que ver con lo que me advirtió Bill?

Apenas comienza el segundo día.

Dipcifica | La maldición de Pacifica.Where stories live. Discover now