¿Por qué no estoy llorando? ¿Gritando desesperada? ¿Por qué me siento atrapada? ¿Entumecida? Es que como si no pudiera procesar lo que está ocurriendo, como si no estuviera del todo aquí.

Dentro del auto de Romy, el sonido de mi celular me hace dar un brinco y cuando reviso la pantalla, me doy cuenta de que es mi madre. No sé que hacer así que me quedo viendo la pantalla hasta que se cae la llamada. Romy extiende su mano.

—¿Quieres que le explique lo que pasó? —Asiento y le paso el celular.

Romy habla con mi madre, pero no escucho ni una sola palabra. Mi vista se pierde en las casas pasando por la ventana del auto. Mi mente sigue intercambiando escenas del recuerdo de las luces de esa noche con Soren, a hoy, como si ambas situaciones se fusionaran en mi cabeza y me dejaran en este estado desactivado, inerte.

Las cosas no mejoran cuando llegamos a la sala de emergencia, me siento en una silla en la sala de espera con la vista perdida y mis manos sobre mi regazo, mis palmas tienen sangre seca y se sienten rústicas contra mi ropa.

La sangre de Black...

Viajo a esa tarde calurosa de la gasolinera, a su mirada, sus besos, luego a su sonrisa y a sus bromas cuando lo vi de nuevo. Él está bien... tiene que... luego recuerdo a Violet, a como se abrió conmigo, me dejó entrar a pesar de sus sentimientos por Black. Tienen que estar bien, no puedo....

El recuerdo de la sonrisa tímida de Beth me deja sin aliento, no puedo perder a nadie más, no sobreviviré.

Un par de botas negras invaden mi vista al piso, y esa colonia que conozco bien me inunda de una sensación de familiaridad que me tranquiliza. Luego, rojo... ese cabello rojo está frente a mí cuando Red se agacha hasta que su rostro queda a mi altura.

—Ey... —dice con suavidad como si supiera lo frágil que me siento en estos momentos, lo perdida que estoy. Su mano acuna mi mejilla—. ¿Bea?

Quiero hablar, y cuando lo intento, no puedo ni abrir la boca. Red no insiste y me jala para abrazarme, descanso el mentón en su hombro y cierro los ojos.

—Estás bien —susurra—. Estás a salvo.

Y no sé porque esas dos frases me rompen ahí mismo, un jadeo deja mis labios y luego un sollozo patético. Me aferro a él, llorando abiertamente, enterrando mi rostro en la curva de su cuello. Red me sostiene en silencio, me permite llorar, soltarlo todo. Porque permitirme sentir todo este miedo, esta agonía es increíblemente doloroso, pero es necesario.

Si algo he aprendido con mi terapeuta es no reprimir mis emociones, a permitirme procesar las cosas como yo pueda, cuando me sienta capaz de hacerlo. Y en este caso parece ser en los brazos de Red.

Cuando nos separamos, Red me limpia las lágrimas con cuidado y noto lo rojo que están sus ojos y la tensión en todo su cuerpo. Esto debe ser horrible para él también. Me siento egoísta, así que acaricio su rostro, llena de miedo, lo pregunto:

—¿Cómo están? —Mi voz es ronca y congestionada.

—Están en cirugía los dos —responde Red y se lame los labios, ansioso—. La bala de Violet salió así que es menos complicado. La de Black no, está en algún lado de sus intestinos.

—Van a estar bien —digo para ambos—. ¿Dónde está Amber?

—En una camilla.

—¿Qué?

Red suspira.

—Amber no puede ver sangre, se marea, vomita y a veces se desmaya.

—Pero ella sostuvo la herida de Violet... ella...

Black & Blue (Español)✔️Where stories live. Discover now