capitulo 7

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-Escapé de casa. Es una historia larga de explicar pero he llegado hasta aquí porque deseo ir a la ciudad. Necesito encontrar trabajo y estabilizarme. No tengo ni un duro en el bolsillo. 

         Bajó la cabeza y trató de no llorar. 

         -¿Por qué huiste?

         -Mi padre es un golpeador y mi madre alcohólica. La situación se volvió insostenible a tal punto que sólo tomé algunas pocas cosas y me fui. Creo que, hasta el sol de hoy, ellos ni se han enterado. No les importa.

         -Vale. Entonces te fuiste y has estado por ahí. A ver…
-Señor, ya ha hecho demasiado. Me iré. Déjame cambiarme de nuevo…

         -No te he pedido que te vayas. Además, creo que en tu estado no llegarías muy lejos. 

         -¿Podría quedarme un par de días? Prometo no ser una molestia. De verdad me apena pedirle esto pero es que lo necesito demasiado. 

         Elena no pudo evitar ponerse a llorar. Por más que se secara las lágrimas, sus ojos no podían ocultar la tristeza ni la desesperación. 

         -Vale. Está bien. Lo único que te voy a pedir es que no me interrumpas cuando trabajo. Mi estudio y mi taller son sagrados. ¿Entendido? Trataré de darte algo de ropa decente. Ah, ni te molestes con eso viejo que tenías puesto, estaba a punto de desintegrarse. 

         Ella sonrió y dejó ver la esperanza que le provocaba esa noticia. 

         -Así será, prometo no molestarlo. 

         -Vale. Termina de comer. Ahora iré a trabajar. Ya sabes, nada de interrupciones. De resto puedes pasearte si quieres pero no hagas la imprudencia de irte por ahí. 

         -No sabe cuánto se lo agradezco
Vale. 

         Luís dejó de mirarla porque estaba sintiéndose un poco extraño. Elena le enternecía y esa sensación era nueva para él. 

         -Quizás con esto pueda lavar un poco mis pecados. 

         Elena quedó en la cocina saboreando los últimos trozos de pan con mantequilla de maní. Su suerte no podía ser mejor, era su marca favorita. 

         Sentía ganas de saltar y bailar. Tenía un poco de ropa y lo mejor de todo: un techo en donde dormir. Un techo cómodo y bonito. El entusiasmo hizo que se bajara de la silla como una niña y subiera las escaleras velozmente, tomó sus zapatos y se dispuso a salir. Quería conocer un poco más se lugar tan fascinante. 

         El sol brillaba a lo alto y el cielo estaba despejado. Hacía un día agradable y tranquilo. Caminó por una senda que la llevó hacia el patio. La imagen era por sí sola imponente: árboles altísimos, césped verde y una pequeña montaña de hojas amontonadas a un lado. Tuvo la tentación de echarse allí pero era mejor no hacerlo. Era mejor no abusar del buen gesto de Luís… Luís. Ese hombre que la hacía sentir intimidada pero también protegida. 

         -No seas tonta. Mejor disfruta esto. 

         Se dijo finalmente al echarse sobre el suelo y ver el cielo con una paz que no había sentido en mucho tiempo. 

         Un ruido que Luís pudo identificar como un camión, alertó a Luís para que viera con más detalle lo que suponía. 

         -Sofía…

         Salió y efectivamente era ella. Tan elegante, tan refinada… Como siempre. 

         -Luís, querido. ¿Está listo el mueble?
-Sí, está envuelto y empaquetado para llevar. Ahí está. 

Suplicame EsclavaWhere stories live. Discover now