diecinueve.

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El sol estaba ocultado por unas cuantas nubes que hacían el día fresco. Perfecto para un partido de fútbol americano. Niall era el capitán del equipo en donde estaba Louis y ninguno de los que estaba en él, jugaba dicho deporte, así que sus únicos conocimientos eran los partidos que veían los domingos en la casa de alguno de ellos. Por su buena suerte, el equipo con el que se estaban enfrentado, tampoco sabían jugar, limitándose a unos cuantos pases, tacleadas débiles y risas escandalosas. Una retita con los amigos, lo normal.

-Bien, chicos, esta es nuestra última oportunidad para anotar. Louis, ¿estás seguro que puedes con el pase de Yael? -Niall miró a su fiel amigo que tenía los ojos fijos en todo el equipo, que estaba amontonado en un círculo.

-Claro, es pan comido -sacudió de su hombro polvo inexistente.

-No hables de comida ahora, Louis, sabes cómo me pongo -respiró hondo el rubio.

-Sí, lo siento, amigo -se disculpó el castaño.

-Yael, necesitamos de ese pase. Son solo cuarenta yardas y confiamos en que podrás. ¿De acuerdo?

-Sí, entendido, Nialler -levantó su dedo pulgar.

-¿Listos?

-¡Listos! -gritaron todos, aplaudiendo una vez.

-¡Todos a posición! -gritó Niall.

El equipo contrario y ellos se colocaron en su área asignada, mirándose unos a otros, todos listos al chiflido del que se suponía que era el árbitro (el chico flacucho del grupo de amigos). Después de unos segundos, el chiflido sonó y comenzó el juego de nuevo.

Sé podía ver a todos los chicos corriendo tras el balón que era lanzado de un lado a otro, hasta llegar a las manos de Louis, quien lo tomó con fuerza y corrió lo más rápido que le permitieron sus cortas piernas. Veinte yardas ya había corrido cuando vio el pequeño cuerpo de Julie cerca de las gradas, quien era intimidada por tres chicas que la acorralaban en un pequeño espacio. En segundos, la mente de Louis comenzó a trabajar en las opciones que tenía; 1) correr y terminar la jugada, anotando, 2) dejar el balón con el equipo contrario, arriesgándose a que ellos anoten, y correr a ayudar a Julie.

Se maldijo por dentro cuando vio caer el balón en el pasto, sumando las reacciones de sus compañeros quienes también le gritaban sandeces de palabras, enojados. Se vio a él mismo saliendo del campo y corriendo hasta Julie y las chicas. Éstas quedaron sorprendidas por su repentina llegada, además de que se veía demasiado sexy sudando.

-Hey, Julie, ¿estás lista para irnos? -le sonrió coqueto. Ella tardó sólo un poco en entender, hasta que logró articular palabra con un simple "si".

-Hola, Louis -le saludó una de las chicas.

-Pamela -murmuró el chico, como si decir su nombre fuera una blasfemia.

-Tiempo sin vernos, eh -dijo ésta, revoloteando sus largas pestañas.

-Sí, me alegro por ello -sonrió mostrando sus dientes. Si no fuera por lo que acababa de decir, su sonrisa luciría tierna, pero no.

-Deberíamos vernos otro día... Cuando no estés de niñera -miró a Julie, que por lastima era más pequeña que Pamela, restándole importancia.

-Pasa que estoy de niñera todos los días de la semana a toda hora -hizo una mueca, fingiendo que lo sentía-. Qué suerte la mía, ¿no? -Le guiñó un ojo y tomó de la muñeca a Julie-. Debo ser sincero y lo hago porque mi madre así me educó; No me alegro de verte, así que bye -y le dio la espalda, caminado con Julie a su lado, sin soltar su muñeca.

Por otro lado, Julie estaba qué moría por lo que acababa de pasar. Louis Tomlinson la acaba de defender. Éste día estaría escrito en su diario, claro que sí.

JuliePink » Louis T. (#4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora