8

123 16 13
                                    

Todo ocurrió veloz, lo admitía.

Sherlock no veía nada, pero el resto de sus sentidos estaban despiertos y atentos, aún asustados de que lo descubrieran. John, por su parte, había prohibido eso a la doctora que Greg había traído, pero fue tomado en brazos y llevado a la ambulancia.

Oscuridad, más oscuridad. Pinchazo en el dorso de la mano, más en concreto en la fosa ante cubital ¿Suero? ¿Ya no sentía presión? La ambulancia se balanceaba o a lo mejor era su mente mareada. Intentó abrir los ojos y sintió el tacto de la mano de John con su mano. Su suavidad. Su presión. La luz era muy potente. Se quedó sin fuerzas.

Cuando llegaron a la clínica donde trabajaba John, este se aseguró de que su amigo fuera llevado a la mejor habitación y él mismo se encargó de cortar su binder. Fue llevado a otra sala y le hicieron un TAC. Sus dos costillas rotas enseguida se mostraron y el rubio solo recordó el último grito de Sherlock, culpable de su propia ignorancia. Se sintió mal. 

Nuevamente, fue llevado a su habitación establecida y se le fue suministrando distintos medicamentos para el dolor. Una costilla rota se curaba sola y los médicos solo podían disminuir el dolor y acudir a terapia para evitar repeticiones y que se regenere de forma adecuada. Pero ahí estaba John, atendiendo cualquier movimiento de Sherlock por si despertaba.

Y así hizo, media hora después.

El pelinegro enseguida sintió la comodidad de la cama, el silencio de la habitación y el repetitivo sonido de sus pulsaciones en esa máquina extraña que de vez en cuando sacaba de quicio. Abrió los ojos con lentitud, llevando una de sus manos al puente de su propia nariz para apretarlo mientras fruncía su ceño. Se sentía tan desorientado.

— ¿John? Ngh... —El hombre enseguida apoyó sus manos en la cama para incorporarse quejándose— John no me aprieta... —Le observó con miedo en sus ojos, tenían ese brillo inusual presente solo cuando Holmes estaba asustado. Aterrorizado de verdad.-

Enseguida el rubio le obligo a tumbarse y ante el dolor que presentaba, Sherlock se dio por convencido y volvió a tumbarse, expectante al doctor.

— Nadie te ha visto, te he atendido yo y solo yo, no... No he mirado nada, te cubrí con la bata de hospital —Dijo algo avergonzado mientras Holmes suspiraba relajado— Tu padre será metido en la cárcel por daños, portación de drogas, resistencia a la autoridad y alteración del orden público. No volverá a molestar en varios años

Enseguida el azabache se quedó relajado, tocando con su mano derecha justo donde le dolía.

— Se curará sola, necesita reposo, hielo y medicina 

— Gracias por hacer que nadie lo sepa —Soltó con algo de velocidad- 

Y, sin pensarlo mucho, se inclinó en la cama y besó los labios del pelinegro, el beso fue algo intenso, pues incluso Sherlock había tomado el cuello de la camisa del doctor y lo había atraído a él.

— ¿Sabes que en tu estado no podemos...? Eso —Rio un ex militar realmente acalorado-

— Mierda, entonces, ya tengo ganas de sanar —Exclamó mientras aún lo sujetaba de la camisa-

— Siempre podemos hacer excepciones 

Bajó la voz Watson mientras pasaba su dedo índice por el cuello hasta su abdomen, con lentitud, viendo como Holmes se limitaba a estremecerse, pero este se vio obligado a separarse cuando los pasos de una enfermera alertaron a ambos. 

— Este no es buen lugar, ya tendremos tiempo en casa —Dictaminó el rubio mientras veía a un ruborizado Holmes, que se había acomodado en la cama sin importarle el dolor- 

Dicho eso, la puerta se abrió con gran estrépito para mostrar lo contrario a una figura femenina con dotes médicas. Era Lestrade. Aunque eso sí, detrás de él estaba una enfermera que seguramente le había prohibido el paso a la habitación.

— ¡Sherlock! Oh dios, ¿Estás bien? ¿Te duele? ¡Que le den a tu padre! —Gritaba con increíble velocidad, casi escupiendo las palabras mientras se acercaba a su amigo-

— ¡Señor! ¡Le he dicho que no puede entrar aquí! —Alzó la voz Janne, la enfermera-

— Janne, déjale anda, hagamos una excepción —Dijo con cierta dulzura John, mientras que la mujer suspiraba y entre quejidos, se iba- 

— Estoy bien, no te preocupes —Decía Sherlock mientras se incorporaba con levedad, evitando el contacto visual con Greg, cosa de la cual se percató- 

El inspector no tardó en tomar una silla para acercarla a la cama del detective y, sentarse, mirando fijamente a aquel avergonzado hombre.

— Seré un ignorante, un ciego en los casos y mucho más en estos temas, lo admito. Pero por dios, Sherlock, no sé qué coño hiciste ni por qué carajo no me lo has querido contar, pero, nunca y te aseguro que nunca voy a burlarme o verte de forma diferente por esto ¡Y me parece muy tonto que pienses eso de mí!. —Hablaba Greg— Me da igual como hayas nacido o los cambios que te hayas hecho, me da exactamente igual hasta la relación que tienes con tus padres, pero si en algún momento te llegas a sentir mal o, por dios, te desmayas en mi puta cara obviamente me va a empezar a importar. 

La sala se había quedado en silencio, esta vez ni Sherlock rebatía.

— Y tengo amigos trans, bueno, es solo una amiga y un primo. Posiblemente, nunca llegue a entenderte, Sherlock, pero puedo asegurarte que dañarte y romperte costillas por vendarte no es nada bueno. Si necesitas operarte, te puedo ayudar a pagarlo y si necesitas... no sé qué puedes necesitar, pero, no hace falta que me mientas u ocultes cosas, no hace falta que finjas tu muerte otra vez por qué yo siempre creeré que sigues vivo. Siempre serás Sherlock Holmes, el famosísimo detective, el de cerebro envidiable, el que da mil y una vueltas a toda la comisaría sin esperar nada a cambio. ¡Incluso ya se me ha olvidado por qué nombre te trataba tu padre! Deja de avergonzarte de quién eres, por qué, como siempre, solo existe gente envidiosa que quiere ser como tú; como yo, que siempre he querido resolver casos con la facilidad con la cual tú los resuelves. 

El rizado, que había agachado su mirada, de repente solo pasó su mano por sus ojos, limpiando una pequeña lágrima. 

— ¿Estás...? ¿Te volvió a doler algo? ¡John!

— Gracias —Se limitó a decir Holmes-

— No me jodas, Sherlock, ¿Te estás ablandando? ¡Vete a la mierda, voy a llorar yo! 

Y Greg fue a abrazarle hasta que escuchó un quejido del contrario y se separó, pidiendo disculpas para que, seguidamente, alborotara el negro cabello del muchacho, limpiando ahora él sus ojos llorosos.

— Será mejor que me vaya, necesitarás reposo y todo eso, y la enfermera esa va a matarme y prohibirme volver si me quedo diez minutos más —Rio- 

— Mañana volveremos ambos a Baker Street y descansaremos, después de todo, es navidad

— ¿Quién querría pasarla en el hospital? ¡Cuídense! —Dijo Lestrade mientras se marchaba con una sonrisa-

Cuando Greg cruzó la puerta, una pequeña risa que iba en aumento se escapó de los sonrosados labios del pálido, a la cual se sumó el rubio.

— Creo que va a ser mi navidad favorita, mi mejor navidad.

— ¿Tu mejor navidad es con una costilla rota, tonto? 

— Mi mejor navidad es con una costilla rota, sin ocultar lo que soy y, con un novio.

— Definitivamente, eres tonto. 

Habló un sonrojado rubio, besando nuevamente sus labios con tanto cariño que hasta sabían dulce. 

Sherlock sabía que esto no había terminado, pero a la mierda.

Era navidad.

Esta vez, de verdad.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 08, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

"John... no soy un hombre de verdad" JohnlockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora