5

302 25 26
                                    

Para suerte de ambos, las habilidades culinarias de Watson no habían dejado de ser realmente maravillosas, así que, sin más preámbulo, ambos ya estaban decantando la comida en la cocina. La verdad es que para Sherlock, John cocinaba bien, es más, salvo ciertos platos que aún producían un intenso olor a quemado o estaban tan salados como el mismísimo mar, John podía considerarse experto en ciertos "platillos", tal y como él los definía. 

- Nunca nadie sabrá cómo haces la pasta hmm.. ya sabes, ¿Cómo se llamaba? Al..

- Al dente, el punto de cocción perfecto según los italianos  -Sonrió el rubio-

Ambos sonrieron para seguir comiendo, dicho esto, no tardaron mucho en terminar de comer y, prepararse. 

Sherlock odiaba tener que prepararse, en pocos minutos, su cuarto se había convertido en un campo de minas lleno de camisas, chaquetas y... calcetines, hasta en eso le había entrado inseguridad. Nada sentía que le sentaba bien. Nada estaba acuerdo a aquella estúpida visita. Nada. Finalmente se decantó por su camisa color uva, con una chaqueta negra por encima. En cuanto a peinado, solo hizo leve énfasis en sus rizos. Sus calcetines fueron unos negros. Lo más destacable de toda su ropa fue la escondida presencia de dos binders en su pecho; era malo pero.. su cabeza prefirió arriesgarse. Una cabeza que parecía una jungla. 

Dicho esto, el muchacho salió de la habitación, buscando con la mirada a su acompañante, al no visualizarlo por el pasillo, este fue directo al salón. Enseguida lo vio, claro que lo vio. 

John lucía un suéter de color marrón pastel sin mangas, con una camisa, por dentro, de color castaño, con cuadros de distintos tipos de tonalidades, de oscuras a claras; llevaba pantalones color café bastante oscuro. Colores tan oscuros destacaron su pálida tez y sobre todo, el sonrojo que creció en sus mejillas al ver la ropa del contrario y al observar, que, no apartaba la vista de él, se sintió expuesto.

- Te ves... lindo -Fue lo primero que dijo Sherlock, es más, fue un mero impulso-

- Gracias -Dijo rápidamente John con vergüenza- Tu te ves increíble 

Sherlock enseguida mostró una sonrisa ante aquel halago, a decir verdad, le sonó bastante sincero y, le relajó, cosa que necesitaba. Ambos no tardaron en bajar las escaleras con ciertos halagos muy cariñosos de la casera para despedirles. Las manos de Holmes estaban congeladas del nerviosismo, mierda. 

Un taxi esperaba impaciente la llegada de los detectives, que se limitaron a subirse, con solo un "Buenas" por parte del rubio. Y empezó el viaje. 

A las dos horas llegaron, saliendo primero el rubio con la boca abierta, realmente parecía un niño yendo al parque por primera vez; mientras, el pelinegro se dedicaba a pagar al taxista y ajustar lo necesario. Enseguida la madre de Sherlock salió a saludar con energía.

- ¡Buenas! Has de ser el amigo de Sherlock ¿No? ¡Es un enorme placer! -Acto seguido, tomó la mano del menor y la agitó como saludo-

- ¡E-es un placer, señora Holmes! -Dijo agitando también la mano contraria, con vergüenza- 

- Pero que guapo estas, Sherlock, ¡Qué grande estás! -Exclamó con emoción al ver a su hijo salir del coche, este enseguida se ruborizó- ¡Y que delgado! ¿Es que no comes bien? John, cuida su alimentación, siempre se le olvidaba cuando era pequeño, ¿Te acuer-? 

- Si, mamá, creo que es suficiente, ¿Llegó Mycroft? -Cambió de tema, no quería que sacara cosa tan vergonzantes a la luz-

- Con todas esas cosas del gobierno seguro llegará en media hora 

Dicho esto, la señora Holmes se acercó a Holmes para abrazarlo, aunque, solo lo hizo para susurrarle.

-Él vendrá solo a la cena, relájate, cariño 

"John... no soy un hombre de verdad" JohnlockWo Geschichten leben. Entdecke jetzt