Capítulo 3 «La informante»

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Cuando su amiga terminó el trabajo estaba irreconocible, lucía como si acabara de perder 10 kilogramos, se veía pálida y con unas ojeras fantasmales, no le extrañaba que Samantha trabajara para las grandes productoras de cine, era increíblemente talentosa.

Giró para ver su atuendo en el espejo, estaba sucio y desaliñado, como si hubiera salido de un basurero mal oliente. Se veía como una persona que vivía en las calles.

Levantó un poco la falda de su vestido mugriento para ver sus piernas, ahora parecían débiles y estaban llenos de moretones «típico de alguien que no cuida con quién anda o lo que hace» pensó, simplemente era perfecto. Si no tocaban su piel desnuda directamente jamás notarían sus músculos firmes bajo aquel pedazo de tela desgastado, sonrió, si su madre la viera ahora tendría un ataque.

—Está perfecto, ¡buen trabajo!

—Cuando gustes, aunque tengo la esperanza de que algún día me pidas que te arregle para lucir bonita y no como alguien más.

—Tal vez algún día... —prometió—, gracias por todo, te abrazaría, pero no quiero pegarte este olor a basura.

—Ja, ja, ja, descuida...

—Debo irme —terminó de colocarse las demás ropas, que consistían en una chaqueta de cuero roída y unas botas gastadas, luego salió a poner en práctica su plan.

Condujo hasta un viejo hotel abandonado que ahora servía de prostíbulo, una conocida vivía allí y le servía de espía para obtener información de las calles. Su primera parada era para ocultar el vehículo de escape y sus armas, dejó el auto en el depósito de la planta baja, era su base de comando cuando estaba por esa zona.

Entró por la puerta principal del edificio que ya se estaba cayendo a pedazos, tuvo cuidado para no apoyarse en nada mientras subía por las escaleras. Tocó 7 veces la puerta para anunciarse a sí misma, era el código que habían combinado con madame Carmen.

Aguardó unos segundos antes de que ella le abriera la puerta, a pesar de ser una mujer de mediana edad la madame «sigue en muy buen estado» pensó al verla semidesnuda ajustando su bata, en definitiva, se encontraba atendiendo a un cliente concluyó.

—Lamento la interrupción —se disculpó, la mujer la miró un poco despistada hasta que pudo reconocerle.

—Por un momento pensé que había escuchado mal —dijo sonriéndole— no te preocupes querida, ya habíamos acabado hace rato, este no dura ni dos minutos —agregó en voz baja tapando parte de su rostro e inclinando la cabeza hacia ella.

—Entiendo, necesitamos hablar... de negocios —le informó.

—De acuerdo dame unos minutos para vestir algo más decente —espetó a modo de burla, no podría importarle menos la decencia— y bajaré junto a ti en la cantina.

—De acuerdo.

La mujer cerró la puerta y Sophie bajó a la planta baja, odiaba esa parte del burdel, estaba lleno de hombres borrachos y con exceso de hormonas, pero igualmente se sentó en una de las mesas y aguardó a que bajara la madame.

Tenía la esperanza de que su informante no tardara mucho en bajar, porque si alguno de esos sujetos se le acercara intentando hacerse del gracioso tendría que ponerlos en su lugar y no quería arruinar todo el trabajo de maquillaje hecho por su amiga Samantha.

—Bien aquí me tienes, para qué te soy útil —espetó madame Carmen acercándose.

—Me gusta cuando vas directamente al grano.

—Sé cuánto detestas este lugar.

—Tú también lo haces, sin embargo, vives aquí.

—Es un buen negocio, así que no me puedo quejar.

Guardiana del Ceo ✔ (EXTRACTO GRATUITO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora