Daisy y John gatearon a ciegas por los ductos con solo su propio instinto como guía, Avanzaban y avanzaban, ascendían y descendían, iban en línea recta y en zigzag. De pronto el ducto se dividió en dos, y su fe en sí mismos se apagó, cada uno tuvo que tomar un extremo, sin importar qué, sin importar a qué peligro debían enfrentarse, alguno de ellos, tendría que atacar a Ixhel, y hacer tiempo mientras los soldados de Ederdig llegaban con refuerzos.

John tomó el ducto de la derecha, este doblaba interminables veces en una especie de laberinto, al final, solo se encontró con una encrucijada. Era demasiado tarde para devolverse por Daisy, así que, intentando ser lo más útil posible, buscó una de las rejillas que había pasado y bajó hasta uno de los laboratorios de Centinela, cruzó las puertas y se abrió pasó hasta los pasillos, escurriendo se entre las paredes, abrió puertas y dejó pistas para que cuando los refuerzos llegarán, supiesen exactamente a dónde acudir. Luego, en un rápido movimiento, se encaramó a otro de los ductos y se fue en dirección a la base, en busca de Daisy y todos los demás.

El ducto que Daisy había tomado, comenzaba en un caminillo angosto y luego iba, más ancho y más ancho, como la fachada de una pequeña y modesta casa que por dentro era más grande y ornamentada que un palacio. Siguió y siguió, y el camino se le hizo familiar, ella ya había pasado por ahí, ella había escapado por ahí, sabía que estaba cerca, y que pronto encontraría una pequeña ventana con rejillas de debía desplegar para observar la sala bajo sus pies. Gateó y gateó hasta que la encontró. Pasó la yema de sus dedos por el metal frío del ducto y encontró las ranuras de las que tiró, y liberó la ventanilla.

Parecía que habían pasado minutos, parecía que las horas habían pasado como locas, pero la imagen que ella había imaginado en su cabeza aún estaba ahí, como una película muda dándole la bienvenida después de haber estado pausada, esperándola.

Anabette estaba de rodillas, frente a Ixhel que tenía la espalda erguida como un poste, Jeremy estaba detrás de Anabette soltando palabras inútiles. De un latido a otro, la escena cambió, de pronto Jeremy estaba frente a Ixhel, de pronto Anabette estaba de pie detrás de Jeremy intentando llegar hasta él, de pronto, Ixhel había sacado un arma de un costado de su plisada falda negra y había disparado a Anabette, y luego había apuntado a su hijo, a su único primogénito, en la cabeza, el arma en su manos como una extensión acerada de su brazo.

Anabette.

Buscaba una pista, alguna cosa, Ixhel se paseaba por toda la estancia, recitando estupideces que solo a sí misma le interesaba escuchar, amando el sonido de su voz. Yo miraba hacia la entrada, agudizaba mi oído por si alguna mínima señal volvía a aparecer, pero nada, no había nada. Ni un destello de esperanza.

Comenzaba a pensar que todo se había perdido, que tal vez quienes yo creía que podían acudir a salvarnos estaban esparcidos muertos en los pasillos, que tal vez mi única alternativa y mi único camino, para intentar salir, era yo, era lo que tenía aquí y ahora.

Fijé mi rodilla sobre el mármol, me puse de pie y Jeremy me ayudó. Ixhel no se percató, seguía hablando sin cesar.

Jeremy dijo:

—¿En que estabas pensando?

Yo no respondí, solo eché una leve mirada a su micrófono, y rasqué levemente mi oreja y ahí él entendió todo. Al igual que yo, miró en todas las direcciones, pero nada, no había nada, miró a Cárter que aún seguía postrado en el suelo, miró a Fheryx que hacía lo mismo, y luego me miró a mí, con los ojos refulgentes de impotencia.

—No sé cómo, Bette, pero tú vas a salir de aquí —quería responderle, quería decirle que no fuese a hacer ninguna locura, pero se apartó de mí lado y se dirigió hacia Ixhel, con la mano llegando peligrosamente cerca de la funda de su arma, un guardia advirtió a Ixhel, atado de manos ante la orden que, seguramente Ixhel le había dado, de no herir a su hijo.

SEMPITERNO: Un Nuevo Inicio [Completa] ©✔️Where stories live. Discover now